La muerte cerca 

En las últimas semanas he sentido que la muerte me sopla en la nunca. No por alguna afectación o malestar en mi salud, pero las pérdidas del año anterior fueron tan fuertes que me han hecho analizar la vida diaria, al punto de cuestionármelo todo. Acciones como prender una veladora, o sentir que cada pajarito que se me postra enfrente —una que otra lechuza— es uno de mis seres queridos fallecidos, son el pan de cada día.

Yo creo que hoy, con treinta y tantos encima, me vuelvo más vieja y, quiero creer, madura. Siento las cosas muy diferentes, comparado con mis veintes. Sé que nuestra raya está pintada y espero que en mi caso la raya esté muy larga, pero para los que ya se les acabó, créanme que honraremos su vida y su legado.

cala más…

Estoy consciente de que en pandemia muchos pasaron por una situación similar a la que que esta inexperta escritora redacta. Y aunque fui de las afortunadas en ese momento, hoy, al vivirla en momentos donde no tocaba o no había razones aparentes, cala más, como decimos en Hermosillo cuando se siente intensamente. 

Duele y duele mucho, te sacude cada centésima del cuerpo y alma, que te hace vislumbrar una nueva realidad, querer vivir de manera diferente, vivir al máximo y siendo consiente de cada pequeño detalle.

podemos tomarnos un café o una copa de vino y discutir

Si no has pasado por algo similar no puedes ser más afortunado. Pero si lo has pasado podrás entenderme y con gusto podemos tomarnos un café o una copa de vino y discutir la fragilidad del ser y lo efímera que es la vida, sin afán de dramatizar o ser pesimista, pero sí consientes de que todo acaba cuando menos piensas y que no podemos quedarnos como entes inertes esperando un turno.

Como dice mi madre, muy sabia, aunque ella no se la crea: “la vida pasa la vivas o no”. Así que hay que vivirla porque si no sólo pasa, sin más ni menos.

Por Mayra Valencia Partida

https://www.instagram.com/mayraav88/

En portada, imagen de THINKSTOCK vía BBC