Les presento tres reseñas de películas que actualmente están en cartelera, dos de ellas reestrenos, y que tienen en su haber algunas nominaciones al Óscar. Póngase a tono y esté listo para la ceremonia que tendrá lugar el domingo 2 de marzo del año en curso.
Un dolor real (2024)
Escrita, dirigida y protagonizada por Jesse Eisenberg, es una obra cinematográfica que explora las complejidades de la identidad judía y la memoria histórica a través de una historia de familia, duelo y confrontación con el pasado. La película sigue a dos primos, David (Eisenberg) y Benji (Kieran Culkin), quienes viajan a Polonia para recorrer los lugares donde su abuela vivió antes de la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de este viaje, se entrelazan temas de historia, memoria y la influencia del pasado en la vida contemporánea, ofreciendo una reflexión profunda sobre el legado del Holocausto.
La película establece una dinámica entre los dos protagonistas que recuerda a las mejores “road movies” existenciales, con David siendo racional y pragmático, mientras que Benji es impulsivo y emocional. A través de sus constantes discusiones y reconciliaciones, Un dolor real explora cómo el dolor heredado y la carga de la historia familiar marcan sus vidas. Este contraste entre los personajes es clave para la narrativa, ya que permite interiorizar sobre las distintas formas en que las generaciones procesan el trauma y cómo este influye en su identidad.
La actuación de Kieran Culkin es uno de los aspectos más destacados de la película, aportando una interpretación emocionalmente compleja y profundamente humana. Benji, a pesar de su exterior excéntrico, se convierte en el catalizador emocional de la historia, revelando a través de su comportamiento y preguntas incómodas su angustia personal y su dificultad para procesar el dolor histórico. El guion de Eisenberg, que equilibra con maestría humor y drama, plantea interrogantes sobre la memoria y la identidad judía en la actualidad, invitando al espectador a reflexionar sobre el pasado y cómo este sigue presente en la vida de los descendientes de los sobrevivientes del Holocausto.
Cónclave (2024)
Thriller político y religioso que nos sumerge en los entresijos del Vaticano, con una narrativa envolvente y una meticulosa representación del proceso de elección papal. Ralph Fiennes ofrece una interpretación magistral en el papel del cardenal Lawrence, un hombre atrapado entre la fe y las intrigas de poder, cuya presencia en pantalla dota al filme de una intensidad dramática innegable. Su actuación es el pilar sobre el que se sostiene la película, transmitiendo con sutileza la complejidad emocional y moral del personaje mientras navega entre secretos, alianzas y rivalidades.
Las locaciones utilizadas en Cónclave refuerzan la sensación de autenticidad y claustrofobia que acompaña a los cardenales durante el proceso de elección del nuevo Papa. Desde los majestuosos salones hasta los pasillos oscuros y las habitaciones cerradas, cada espacio contribuye a la tensión y el misterio de la historia. La ambientación visualmente cuidada transporta al espectador al corazón del Vaticano, logrando una inmersión total en la trama y en los dilemas éticos que enfrentan los personajes.
Más allá de su aspecto estético, la película se distingue por su enfoque realista y bien documentado del cónclave, presentando con precisión los rituales, las votaciones y los juegos de poder que se desarrollan tras las puertas cerradas. La dirección mantiene un ritmo pausado pero envolvente, permitiendo que el peso de los diálogos y las miradas hable por sí mismo. Con una historia que equilibra el suspense y la reflexión sobre la fe y el liderazgo, Cónclave es una película que, mediante la intriga, nos invita a cuestionar las verdaderas motivaciones detrás de la elección de un nuevo Papa.
La sustancia (2024)
Thriller de terror corporal dirigido por Coralie Fargeat, protagonizado por Demi Moore y Margaret Qualley. La película sigue a Elisabeth Sparkle (Moore), una exestrella de programas de aeróbicos que recurre a un suero rejuvenecedor, al que se accede de manera clandestina, tras ser descartada por la industria debido a su edad. Sin embargo, este tratamiento genera una versión más joven y agresiva de sí misma, Sue (Qualley), quien poco a poco comienza a tomar control de su vida. La película explora los horrores de la obsesiva búsqueda de la juventud y la pérdida de identidad en una sociedad que valora la apariencia por encima de la persona.
Fargeat aborda de manera crítica la presión sobre las mujeres en el mundo del entretenimiento y el sacrificio impuesto para mantenerse relevantes. Visualmente, La sustancia es una película sobresaliente de colores intensos y contrastes visuales para crear un mundo que, aunque estilizado, resulta aterrador. Las interpretaciones de Moore y Qualley destacan por su intensidad, desarrollando una dinámica perturbadora que acentúa el conflicto central. La película recuerda a clásicos del horror corporal como La mosca (1986) y Cisne negro (2010), pero estableciendo su propia impronta dentro del género.
Desde su estreno, La Sustancia ha generado reacciones polarizadas, con elogios por su comentario social y su brutal representación de la metamorfosis corporal. Es una obra ambiciosa que combina el horror, la ciencia ficción y la crítica social con un enfoque desafiante. En definitiva, la película ofrece una visión turbulenta sobre la obsesión moderna con la juventud y la belleza. Más allá de su contenido explícito, Fargeat, nos invita a reflexionar sobre el valor que la sociedad otorga a la apariencia física y las consecuencias devastadoras de perseguir estándares inalcanzables.