Hermosillo, Sonora.-

En el año 2023, la convocatoria del Concurso del Libro Sonorense (CLS) sufrió cuatro modificaciones históricas respecto a la de los años anteriores: el incremento en el premio monetario, la reducción de cinco a dos años de estancia en Sonora para aquellos(as) participantes que no son de esta entidad, pero que se encuentran radicando en el estado, no permitir que un autor(a) pueda participar en más de un género literario y la cláusula III, donde se pasó de: 

III.- No podrán participar en esta convocatoria:

[…]

Quienes hayan resultado ganadoras(es) en alguna de las últimas dos ediciones del CLS en cualquiera de los géneros convocados, no podrán inscribirse en esa misma categoría.

A la siguiente redacción: 

II.- No podrán participar en esta convocatoria:

[…]

3. Quienes hayan resultado ganadores en alguna de las últimas dos ediciones del CLS en cualquiera de los géneros convocados.

Esta cláusula en especial, junto con la cláusula VII que permitía a cada escritor(a) concursar en varias categorías al mismo tiempo, no habían sufrido modificaciones desde hacía décadas, demostrando con ello un retroceso en cuanto al derecho humano de participar en las actividades culturales que organice el Estado (artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;  artículo 9 de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales; artículo 2 de la Ley de Fomento a la Cultura y Protección del Patrimonio Cultural del Estado de Sonora).

Es verdad que a nivel nacional existen convocatorias literarias que limitan a “cadena perpetua” la participación subsecuente y castiga la producción literaria de las y los ganadores (como si fueran criminales por tener talento), pero la repetición sistemática de esta ilegalidad en la que incurren dichas convocatorias no la vuelve legal; asimismo, hay convocatorias que solo limitan temporalmente a las y los escritores ganadores, como el Premio Nacional de Poesía “Alonso Vidal” (que, por cierto, tiene en el IMCA de Hermosillo a una de las instituciones culturales más eficaces en cuanto a la edición de las obras ganadoras a nivel nacional, quien procura impulsar a las y los escritores ganadores mediante la prestigiosa editorial Mantis), que contempla dos años sin que puedan participar los ganadores(as) anteriores, o el Premio Nacional de Poesía de los Juegos Florales “Darío Galaviz Quezada” de Guaymas, cuya convocatoria se modificó para erradicar la prohibición de participar de por vida y solo aplica la limitante a un año, mientras que los Juegos Florales de Mazatlán, Sinaloa, ni siquiera incluyen alguna limitante de participación.

Tras la modificación de prohibir a los escritores(as) ganadores del CLS que operó la directora del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), Beatriz Aldaco, junto con la en ese entonces directora del área de Literatura del ISC, se esconde una finalidad que puede ser “razonable” dentro de la lógica de la distribución de becas artísticas, pero que es incompatible con lo que pretende una competencia, como lo es el Concurso del Libro Sonorense. En una contestación a esta cuestión (de fecha 21 de julio del 2023), la directora del ISC explicó lo siguiente (el subrayado es mío):

“En ella (la convocatoria) se incluyen limitaciones para favorecer a aquellas personas que no han participado o han participado, pero no han obtenido premio, y con ello lograr garantizar un equilibrio en el disfrute de los bienes y servicios que en materia cultural el Gobierno del Estado a través del Instituto Sonorense de Cultura tienen la obligación de otorgar”.

La motivación muestra una grave contradicción: por un lado, se busca garantizar el acceso igualitario a los bienes culturales, pero por el otro ello se intenta lograr suprimiendo los derechos de acceso a dichos bienes a doce escritores(as). La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación no contempla a los escritores(as) que no han ganado un certamen literario dentro de los grupos vulnerables susceptibles de acciones afirmativas, como sí lo serían las comunidades indígenas y las personas con discapacidad (en cambio, esta misma ley sí establece que las convocatorias deben emitirse en braille y en lenguas indígenas, lo que el ISC no ha hecho con las convocatorias del CLS). 

Por desgracia, la convocatoria del CLS pasó de condiciones que respetaban la producción literaria de cada autor(a) y que propiciaba la profesionalización en diversos géneros literarios y la variedad de expresiones literarias en un solo año, a un cariz restrictivo que coquetea con la discriminación, a una visión reduccionista y reguladora de la cantidad de obras que un escritor(a) debería producir y de la forma en que debería beneficiarse de ellas (una obra cada dos años, en un solo género literario). En el artículo 9 de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación se establecen las situaciones que se consideran como discriminatorias; en las fracciones XXIV y XXXIII se encuadra la restricción presente en la redacción de la convocatoria del CLS 2023 y la del 2024, puesto que se considera discriminación:

XXIV. Restringir la participación en actividades deportivas, recreativas o culturales; […]

XXXIII. Implementar o ejecutar políticas públicas, programas u otras acciones de gobierno que tengan un impacto desventajoso en los derechos de las personas […]

Es evidente que es mucho más práctico para el ISC limitar derechos culturales de un grupo de escritores(as), antes bien de asumir su responsabilidad de abrir más certámenes literarios destinados a garantizar que todas y todos puedan acceder a los bienes que el Estado brinda en materia de cultura: no hay concursos exclusivos para jóvenes ni para mujeres ni para pueblos originarios o en lenguas vernáculas u otros sectores sociales, como sí existen en otros estados. Ello resulta más sintomático cuando en la última edición del CLS no hubo ninguna escritora galardonada, pero si revisamos la lista de doce autores(as) que no tenían permitido participar en ningún género literario, nos damos cuenta de que se encontraban tres mujeres. 

En el Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Sonora (número 18, sección VI, tomo CCXII), publicado el día 31 de agosto del año 2023, casi nueve meses antes de que se diera a conocer la convocatoria del CLS 2024 (lanzada el día 29 de mayo de 2024), aparece el Programa Estatal para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2022-2027 del Instituto Sonorense de las Mujeres, “que tiene como objetivo que las instituciones  del Gobierno del estado de Sonora cumplan con las obligaciones para garantizar una política pública para la igualdad entre mujeres y hombres”, objetivo que claramente en el Instituto Sonorense de Cultura parece no importar efectuar, no al menos en el caso de los concursos literarios, digan lo que digan sus funcionarios(as) con tal de negar esta contundente y objetiva realidad.

En este documento, la estrategia 4.2 contempla “impulsar la participación de las mujeres, niñas y adolescentes en actividades artísticas, culturales y deportivas con acciones afirmativas hacia las mujeres y niñas”, y el ISC es una de las instituciones señaladas como responsables. La convocatoria del XXI Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2024, en la base 19 establece:

“La persona ganadora cederá los derechos patrimoniales para la primera edición y primera reimpresión de su obra al Sello Editorial CECAN. Deberá comprobar mediante una carta de declaración jurada que no tiene sentencia firme por delitos graves (contra la vida, integridad corporal, libertad y seguridad sexuales, violencia familiar, política de género, o deudor alimentario moroso). De no cumplir con este requisito, el premio será anulado y deberá ser devuelto en su totalidad”. 

Y todas las convocatorias literarias emitidas en 2024 por Coneculta de Chiapas señalan que: 

“Queda prohibida la participación de personas que públicamente hayan manifestado opiniones y acciones desfavorables en razón de género, o de cualquier tipo de discriminación pública y de violencia digital”.

Se tratan de algunos avances incipientes que intentan limitar la participación por violencia de género, no dirigidos expresamente a suprimir el ejercicio de derechos constitucionales de participación cultural. Otras cuestiones delicadas, pero ahora en materia de transparencia, es que no se sabe cómo es que el ISC se cerciora de quiénes participa con más de una obra en el CLS, ni tampoco notifica a quienes han sido descalificados(as) ni da a conocer, como antes se hacía mediante la página oficial del ISC, la lista completa de obras que ya tienen en su poder el cuerpo examinador. También obliga a los interesados(as) a enviar o presentarse a dejar su plica de participación directamente en la institución, lo cual carece de sentido cuando existe una plataforma digital (enredosa y que funciona de forma intermitente) que se supone debería evitar cualquier tipo contacto que revele la identidad del o la participante. Conozco casos en que los autores(as) prefieren enviar a alguien desconocido(a) para evitar que sus documentos se “extravíen” por caerle mal a tal o cual funcionario(a) receptor de estos sobres. Lo ideal debería ser que todo este proceso se limitara al ámbito digital y eliminar por completo el sinsentido de seguir enviando o presentando de forma personal impresiones de formatos de registro.

En términos generales, el CLS se presenta como un espacio regido por la limitación de derechos culturales, falta de perspectiva de género y carencia de transparencia en cuanto a la forma en que la institución maneja la información de carácter público, como lo son la lista de participantes, la metodología utilizada para cerciorarse de que ningún autor(a) viole los requisitos de participación y, en el ámbito privado, en cuanto a notificar a quienes han sido descalificados y la razón de dicha determinación. 

Quizá la autoridad en materia de cultura interpreta que como nadie dice nada sobre este tipo de asuntos, o no al menos de manera pública, significa que cuenta con la aprobación de la comunidad artística (en su mayoría), algo delicado que solo lo tomarían de esa manera los adeptos a las ideologías totalitarias. Tal vez nadie se expresa por temor a ser incluido en una lista negra de artistas que no serán apoyados durante el sexenio, comprensible porque quién quiere quedar excluido de una labor tan importante, sobre todo en donde escasean los espacios de exhibición y de una justa remuneración. Para mí es claro que pasando esta administración cultural estaremos en posibilidad de plantear cambios al CLS que reviertan la patente supresión de los derechos culturales que hoy prevalece como política pública en las oficinas del ISC.

Por Hugo Medina

https://www.facebook.com/fugomedina

Retrato del autor por Susana Haro en Wikipedia

Sobre el autor

Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad de Sonora y maestro en Letras Españolas por la UNAM. Ha obtenido, en diversas ocasiones, el premio del Concurso del Libro Sonorense en poesía, cuento, ensayo y novela.

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