El historiador sonorense Ignacio Almada Bay publicó recientemente una acuciosa, detallada y muy documentada biografía del ex presidente “Álvaro Obregón. Caudillo del pasado, espejo del presente”, que nos brinda una prolífica reconstrucción de sus enormes triunfos militares durante la Revolución Mexicana, que lo llevaron a ser el “general invicto” en ese complejo acontecimiento militar, político y social que le dio un nuevo rumbo a México, su Constitución actual y, sobre todo, su identidad nacional moderna.

Portada del libro de Almada Bay, fotografiada por Benjamín Rascón

“General invicto” es algo que se dice fácil, pero difícil llegar a serlo cuando estás al frente de contingentes de miles de soldados, de cuerpos de caballería, de artillería y abastecimientos que tienen que desplegarse simultáneamente en diversos frentes de batalla, en una acción estratégica que no sabes del todo si será efectiva y conducirá a la victoria, o si algo fallará o el enemigo tendrá un mejor dispositivo capaz de vencerte.

En ese acontecimiento de talla histórica destaca Álvaro Obregón en un lugar principalísimo como figura militar, después, como político y presidente de la República. Sin embargo, también hay que decirlo, pasó a la Historia, como el único presidente electo asesinado antes de asumir el poder, que en su afán de buscar la reelección violó el principio de la no reelección que fue la bandera de Francisco I. Madero contra Porfirio Díaz, principio que persiste hasta la fecha. Como señala Ignacio Almada: “optar por la reelección fue el error que le costó la vida” (pág.303). 

Página 188 del libro de Almada Bay, fotografiada por Benjamín Rascón.

Shakespeare

La ola de asesinatos de dirigentes del movimiento armado revolucionario que sacudieron la vida de México entre 1915 y 1928 tiene todos los elementos de las tragedias de Shakespeare: traiciones, asesinatos de amigos y enemigos, de conspiraciones, levantamientos armados aquí y allá, todo envuelto en un ambiente enrarecido, denso, entre penumbras, en un país poblado de miles de muertos, de huérfanos y de viudas en una cruenta lucha.

Y en el centro del escenario, el espectro del causante de la tragedia, un general de carrera del ejército de Porfirio Díaz: Victoriano Huerta, quien asesinó cruel y traicioneramente primero a Gustavo Madero y, posteriormente al presidente de la república, Francisco I. Madero y a su vicepresidente Pino Suárez. También fueron asesinados: Carranza, Zapata, Villa, Ángeles, Hill, Diéguez, Alvarado y, finalmente, Obregón, entre muchos más.

Con su traición, Huerta fue el causante directo de la primera fase de la Revolución Mexicana, que fue la insurrección armada que estalló en el país contra el golpe de estado huertista y, por supuesto, de la muerte de miles de mexicanos. Sin el golpe de estado contra el gobierno de Madero, México no hubiera perdido cerca, o más, de un millón de vidas, ni se hubiera destruido la infraestructura del país, ni se hubiera paralizado la actividad económica, ni hubiera asolado el hambre ni las enfermedades, que hicieron retroceder a México varias décadas en lo económico y demográfico.

De esa oposición armada a Huerta, surgieron las figuras destacadas de Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Pancho Villa, Emiliano Zapata y Pablo González, entre muchas otras, para vencer al ejército federal de Victoriano Huerta. No era ese un ejército improvisado. Había dominado a México durante 30 años bajo el gobierno de Porfirio Díaz.

Ese proceso es descrito con alta precisión por Ignacio Almada en su libro, pues Obregón no puede explicarse más que en ese contexto histórico. Es parte inseparable de su biografía, es también su biografía.

Almada actualiza, y profundiza, el contexto revolucionario con especial detalle. 

Las batallas que encabezó Obregón son descritas meticulosamente desde el punto de vista militar, como si fuese un experto en la materia, un logro que no es poca cosa, ya que reconstruye con lujo de detalle las batallas, así como el pensamiento, la actitud, y las estrategias de Obregón para enfrentar al ejército profesional porfirista, con tropas que no eran profesionales, sino integradas por ciudadanos en armas, comandadas por alguien que no tenía formación militar, sino por un hombre que fue trabajador manual, maestro de primaria, agricultor, alcalde y empresario.

Estos aspectos de la trayectoria de Obregón son un aporte valioso de la biografía de Almada, para hacerlo se documentó ampliamente no solo en el testimonio de Obregón sobre su actividad militar en su obra Ocho mil kilómetros en campaña, que ya es una hazaña, sino que consultó múltiples fuentes para complementar, confirmar, contrastar o desechar información, entre ellas, los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional que guardan los partes de guerra, entre muchas otras.

Las “notas” que Almada ofrece para la elaboración de los ocho capítulos que conforman su libro son numerosas: 996 en total. Y el número de “referencias” suman 445.

Tolstoi

Como podemos darnos cuenta la bibliografía consultada es cuantiosa, probablemente no se vuelva a escribir otra biografía de Álvaro Obregón tan exhaustiva. Y a pesar de lo prolífica que es, la narrativa de Almada es tersa, amena, no deja caer el interés en su largo trayecto. En ocasiones parece una novela de Tolstoi, en otras, un thriller político.

Valga esta nota para hacer una somera introducción al libro del Ignacio Almada, que da material para muchos comentarios más que abunden otros interesantes aspectos de la vida de Obregón, como lo es su vida en Huatabampo, así como su papel político al triunfo del movimiento revolucionario.

No se puede pasar por alto señalar que la biografía de ninguna manera es un panegírico de Obregón. De ninguna manera. Señala sin concesiones lo que Héctor Aguilar Camín calificó de “su lado oscuro”, su lado cruel a la hora de ordenar asesinatos de ex colaboradores cercanísimos como Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez, ambos candidatos presidenciales opositores a Obregón en 1928, entre otros más.

Seguramente habrá más y mejores comentarios sobre esta interesantísima biografía de Obregón.

Por Héctor Apolinar Iribe

https://x.com/hector_apolinar



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Sobre el autor

Nació en Ciudad Obregón, Sonora. Periodista, escritor, exfuncionario público y exactivista. Ha ocupado diversos cargos: Director general de Educación Media Superior y Superior de la Secretaría de Educación y Cultura (Sonora), Coordinador de los campus La Paz y Los Cabos, Baja California, de la Universidad de Tijuana. Excolaborador de Lupa Ciudadana, Letras Libres, VanguardiaInfo.com y Dossier Político.

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