A veces me parece que la dificultad de resolver los conflictos que enfrentan la opinión de la gente en redes sociales tiene que ver con que nadie se equivoca, todos expresan una razón válida, legítima. Los comentarios, aunque sean de bandos rivales, van en una misma dirección, como dos líneas paralelas que nunca acaban, pero tampoco nunca se cruzan.  

El caso de las manifestaciones en Estados Unidos revela que los conceptos de legitimidad son muy variados y que ninguno es menos importante que el otro. En primer lugar, la legitimidad se relaciona con la legalidad, es decir, con la validez que tiene el ejercicio del poder en la medida en que se encuentra respaldado por un marco normativo, tal cual argumenta el gobierno norteamericano con todo derecho. Pero, por otra parte, la legitimidad se sustenta en la moralidad, que en este caso se refiere a validar el ejercicio del poder en función de la justicia y equidad con la que actúa la autoridad, tal como expresan los mexicanos que, de hecho, no sucede. 

Sería sumamente difícil dirimir qué tipo de legitimidad es superior

De tal manera que la ley favorece a los norteamericanos y la moralidad a los manifestantes. Sería sumamente difícil dirimir qué tipo de legitimidad es superior porque las dos movilizan emociones radicales. La primera porque violar la ley provoca el encono de quienes dicen que la respetan y, desde tiempos inmemoriales, provoca el miedo de que en su ausencia la sociedad se disuelva. La segunda porque el trato desigual o el sometimiento a acciones poco equitativas generan ámpula en los afectados generando la idea de que el gobierno desarrolla medidas dictatoriales, tiránicas o autoritarias, por no considerar el derecho de las masas.

Pero más allá de eso, los sucesos de la actualidad hacen que como mexicana y sonorense me ponga en el escenario para ser un poco autocritica. Me pregunto, por ejemplo, si no fuimos nosotros, amparados por la ley, quienes desmembramos las familias chinas que se encontraban asentadas en la región en la primera mitad del siglo XX. También me cuestiono si no es cierto que en años recientes hemos no sólo negado, sino perseguido y violentado y discriminado a los migrantes que desde distintos puntos de América transitan por este territorio.  Sobre todo, pongo mis acciones sobre la mesa para comprender si no es el de hoy el activismo más cobarde. 

Es sumamente sencillo suscribirse a la mediatización de las noticias. Con un clic, con unos cuantos toques al teclado, puedo ser la más feroz contrincante en las disputas mundiales, en los conflictos políticos nacionales, en la avanzada de fuerzas enemigas. No sé si los activistas de las redes sociales pudieran tener el valor de los antiguos mexicanos; esos que se enfrentaron no a la pérdida de reputación frente a la sociedad que transita en las redes, sino al de aquellos individuos que dieron la vida no sólo por la defensa del país, sino también de sus causas personales. 

No menos importante es poner sobre la mesa el rol de los opinólogos a quienes leo tal cual si fueran escritores de telenovelas. Los analistas pierden el piso ante la demanda de las masas. Es una pena ver que se han alejado de su función al creerse jueces y atribuir culpas y responsabilidades, definir víctimas y asumir la pena que cada bando adquiere como castigo a sus acciones para ganar rating en el gusto de la gente; se convierten en seres emocionales en lugar de explicar de manera clara, objetiva y contundente el origen de los conflictos. 

Sería bueno que en las escuelas de educación básica se leyera a los clásicos de la sociología, de la economía, de la historia. Quizá saldríamos mucho más equipados para observar la realidad frente a la confusión que siembran los opinólogos que monopolizan los medios de comunicación y los activistas desbordados que desequilibran las redes sociales.

Por Patricia Vega

https://www.facebook.com/mariapatricia.vega.9/


CRÓNICA SONORA es un oasis cultural en el desierto del noroeste mexicano…

…Échanos la mano con tu donativo y/o suscríbete a la versión impresa por mil pesitos mexicanos 

Cuenta Banamex 5204 1658 0831 8392

Sobre el autor

María Patricia Vega Amaya vive en Hermosillo y es historiadora dedicada a la docencia. Licenciada en Historia por la Universidad de Sonora, maestra en Historia por el Instituto Mora y egresada del doctorado en Historia del Colegio de México. Twitter: @profe_patty

También te puede gustar:

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *