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1. Marx en el Soho es una obra de teatro, realmente un monólogo, escrito por el activista político, historiador, profesor universitario y dramaturgo Howard Zinn. De quien se conoce su texto La otra historia de Estados Unidos (A People’s History of the United States), como el único texto de izquierda de la historia norteamericana. Zinn (1923- 2010) se destacó siempre como un rebelde académico y activista de izquierda, de quien abrevaron actores como Tim Robbins, Matt Damon o músicos como Bruce Springsteen.
2. Howard Zinn Ubica al Marx in Soho, pero en el Soho de Nueva York de 1999, no en el de Londres del siglo XIX, donde realmente vivió, sufrió, amó… Y ahora Cutberto López, nuestro Cutberto, hizo una adaptación de la obra neoyorquina al México de 2019. Y para eso se apoya en la espléndida interpretación del maduro actor sonorense Rodolfo Arriaga.
Así que el domingo de fines de mayo de las Fiesta del Pitic acudimos a ver al “Morh” Marx conversar con nosotros en el Teatro Emiliana de Zubeldía.
3. Marx, ataviado como las fotografías que se conocen, llega con un traje obscuro, con chaleco rojo, barbado a tope, con esa amplia frente que iluminaba por donde estuviera y con esos ojos negros de inteligencia y gran capacidad de análisis. Pues así llega y se nos planta él solo, solito en el escenario. Y con esa voz grave y profunda, con esa brillantez de pensamiento sublime, con ese sarcasmo ilimitado, nos va metiendo cada minuto más en su mundo, en su intimidad, corazón y convencimiento de luchar por un mundo mejor.
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Karl Marx nos dice que del Cielo le han dado permiso de regresar un par de horas a la tierra para poder dialogar con la gente. Sí, pero con la recomendación de no hacer propaganda socialista, ni de provocar insurrección a través de la palabra. Así que el buen economista alemán, ataviado con su traje formal y un portafolio de cuero se planta enfrente de nosotros y nos saluda.
4. Desde luego que Marx no sería Marx si no generara conflicto en el pensar y sentir de la gente. La propuesta de Marx no es interpretar el mundo, sino transformar el mundo. Así que las casi dos horas que dura el monólogo son un deleite de inteligencia, de historia, de amor por su familia y de arenga a la población. Por cierto que, como las obra de teatro de las carpas antiguas con Jesús Martínez “Palillo”, aprovecha cualquier pretexto para comentar y ligarlo con la realidad actual mexicana, como para echarse un buen alipús de tequila. Botella que traía en el portafolio y a que a todos se nos hacía agua la boca en cada “shot” que se echaba. Y como la obra dura hora y cuarenta y cinco, pues los diálogos y la irreverencia van “in crescendo”, por fortuna.
5. Conocemos a través de este Marx/Arriaga el amor-dolor de vivir en el Soho sin recursos económicos, con el apoyo moral y material de Jenny. Y ahí nos describe, con dolor, Marx cómo fue que se murieron dos de sus hijos, de hambre, de pobreza. Cómo era que iba casi todos los días a la Real Biblioteca de Londres a capacitarse, a leer, a prepararse, a escribir su monumental obra El capital. También se nos revela un Marx humano y paternal que se quiebra por una de sus hijas, la consentida, quien lo encaraba y cuestionaba en cuanto al contenido de sus obras. Marx abre su corazón a la amistad con Engels, de quien dice: “él pensaba como un hacendado burgués dueño de fábricas. No teníamos nada, pero nada, para cenar una navidad y él nos manda unas botellas de champán”. O de sus pleitos con Bakunin, el anarquista de vida, pensamiento, obra y omisión, con quien Marx no puede llegar a arreglo alguno fuera ideológico o personal.
Y cada vez que el buen Marx se lanza a arengar al auditorio, una música y ruidazo del techo del teatro lo apabulla, tal como si un mensaje divino de advertencia le impusiera silencio. “Sí, ya sé. Que no haga propaganda” dice Marx, “pero no puedo. Es mi naturaleza”
6. Un orgullo ser marxista y por tanto varias perlas se encuentran en el estupendo monólogo que disfrutamos este mayo. Pero me quedo con la última. Dice Marx cuando comenta que no hay infierno, ni purgatorio, sino solamente edén, paraíso, cielo eterno y que “Todos estamos allá”. Pero que sólo a algunos cuantos se les permite regresar por unos momentos. Y cuando habla de Jesucristo y de su posible regreso a juzgar a vivos y muertos exclama, ya para bajarse del escenario en retirada, con un gran NO de su brazo e índice izquierdos: “Ah ¿y saben qué?, por cierto. Él no va a regresar. Es mentira. No va a volver”
Pero Marx, sí regresó, de hecho, por fortuna, nunca se ha ido.
Armando Moreno (profesor universitario y regidor moreno), Rodolfo Arriaga (Karl Marx) y el autor de la reseña en su papel de Manuel Santillana
No vi la Presentacion, que de entrada en esta breve reseña me gusta para que haya sido un deleite…no la vi, pero conozco a su intérprete, el Señor Arriaga y se que debe haber sido un exquisito Deleite su disfrute..Enhorabuena y Felicidades!