José Terán discurre sobre el nuevo libro de Cipriano Durazo y otros avatares cultulocales, acompañado de la fotografía de Isaura Durazo y Durazo.

Doble estreno en CS 😉

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Aprendemos de las presentaciones de libros cuando nos toca participar en ellas. Nos obligan a una lectura y varias relecturas, para asirnos a una historia, un estilo (que sería una forma de contar) o a las relaciones que podamos establecer entre la obra a presentar y libros anteriormente leídos, lo que académicos dan por llamar “influencias” y transmitir nuestras propias impresiones a un público que, en el mejor de los casos, se dará una idea de lo que puede encontrar en la obra presentada.

No es nuestra intención aquí hacer una reseña crítica de “Testigo. Trilogía Narrativa” del autor Cipriano Durazo Robles, simplemente porque se trata de una obra de ficción. Hubo un tiempo aquí, en Hermosillo, en donde algunos académicos pusieron de moda destazar, cocinar y engullirse al autor y su obra, analizándola desde las alturas de la cátedra literaria, como si eso pudiera influir en algo tan sencillo como lo es el gusto personal. Afortunadamente ese tiempo pasó y sólo lo reservan –aquellos que tienen capacidad para hacerlo—para ciertas ocasiones en que una nueva obra es de corte histórico o presenta una definida postura política.

De izquierda a derecha: José Terán, Cipriano Durazo y Gloria del Yaqui

No es el caso de “Testigo” de Cipriano Durazo Robles. Este, el libro, contiene tres narraciones bajo cuya superficie corre el río de la historia local, tan antiguo, profundo, ancho o angosto como cada relato lo requiera: El ritual mágico de las coritas seris; Mártires de Bacobampo; y En Sonora los héroes son de plástico.

En estos tiempos en que los géneros literarios parece pasan por una transición que no se sustrae a las motivaciones y exigencias del mercado, así como al uso de tecnologías para su edición, difusión y distribución, estos relatos pueden pasar o atravesar una o varias denominaciones literarias: novela, cuento, ensayo, autobiografía, crítica de la historia, etc.

Por ejemplo, si intentamos una topografía del primer texto del libro, “El ritual mágico de las coritas seris, encontraremos que el personaje, Xavier Solórzano, corredor de arte y cuya vida tiene dos vertientes: la diplomática y la detectivesca. Pero también vaga y divaga entre el tiempo y el espacio: en el 79 ve las banderas rojinegras en la Universidad de Sonora y percibe la manera de conducirse de los “artistas” locales. Luego en el 87 viaja al sur del país y regresa a la escuela, al lugar de origen. Hace su servicio social en un consulado en Monterrey y es cooptado por la CIA.

Desde ese momento no tendrá reposo y buscará el origen de una gran conjura internacional cuyo objetivo será el de desestabilizar la historia a través de un culto en cuya base se encuentran las coritas que hacen integrantes de la tribu Seri de Punta Chueca.

De Hermosillo a Nueva York y de la gran manzana a Hermosillo de regreso; después a la Ciudad de México y de nuevo a Hermosillo. Pero también, al mismo tiempo que transcurre el relato, hay guiños, miradas oblicuas, de ganchete, a nuestras “particularidades” cotidianas en donde casi es posible identificar lugares y personajes de fondo:

Cito de la página 23: “Cuando llegó a Hermosillo, en sus oficinas de la calle Obregón frente a la cantina “El gran Taco”, le dijo a Auxiliadora –su secretaria—no le pasara ninguna llamada…” Y más adelante: “Y mientras decía esto llegó Juan Sánchez –un periodista hechizo, que para todo decía batos, morras y carnales—irrumpió en la oficina para tomarle fotos a diestra y siniestra como paparazzi al joven Solórzano; éste se puso a reír, pero cuando ya le encandilaron los flashazos se tapó la cara con un folder, y al otro día en el periódico donde escribía Juan Sánchez decía: “El Licenciado Xavier Solórzano no da la cara y de hecho se la tapa con un folder…”

–¡Caray!, replicó, este tipo de periodismo da pena ajena, en vez de desilusionarme me causa mucha gracia. Mira que decir que no doy la cara cuando éste entró como delincuente sin pedir cita y hubo tolerancia de más, ¡qué poca imaginación!, se debería ir a las cárceles para hacer investigaciones más profundas acerca de los hacinamientos o algo así y dejarse de tonterías. Lo mismo pasó con aquella reportera que se hizo pasar por mi amiga; me estuvo sopeando sobre algunas personas y al otro día publicó todo lo contrario. Lo paradójico es que estos dos reporteros son pareja hoy en día, son el dúo chayote –como les dice la comunidad de periodistas de la fuente cultural”.

El personaje se desplaza a Nogales, Arizona y de nuevo a Hermosillo: “Nunca sospecharía que aquel leve tip que le habían dado los Franklin´s lo remontarían a su época de temprana juventud… cuando usaba camisas de seda y raso tipo Versace en los inolvidables noventa… cuando crecía el mundo Fitness –la era de los gimnasios como Pro-Body y Golds Gym… la terraza del Margarita´s en el Boulevard rodríguez de heermosillo, y las vueltas tipo bombero en la calle Alatorre de la Colonia Pitíc.

A la llegada al aeropuerto, recordó el protocolo seguido por los sonorenses en las terminales aéreas. Era una verdadera delicia ver bajar a las personas por la pista, a pie, y en la sala un fotógrafo del desaparecido periódico El Sonorense, medio donde se leía: De plácemes por la ciudad”, “A recoger a su suegra vino personalmente el munícipe” y arcaísmos de ese nivel que a Solórzano le parecían graciosos. Allí estaban los políticos en ciernes, las familias bien despidiendo a sus hijos con destino a la ciudad de Monterrey, Nuevo León, y el montón de personas de Oaxaca, quienes bajándose del avión pedían raite al Sásabe.”

Si el personaje, Xavier Solórzano es acre en lo que dice o piensa, el narrador en tercera persona es aún más observador, prejuicioso, mordaz e irónico: cito de la página 41: “Isela Vega iba deslumbrante con su cabellera suelta, traje de manta blanca y su palabrerío siempre sincero y altisonante; dio las gracias y dijo: Lo que deberían de hacer en este país es descentralizar el arte: Mandar la televisión a Monterrey, el cine a Hermosillo, la publicidad a Guadalajara, y la censura a la chingada”.

Durante la ardua investigación emprendida por Xavier Solórzano, van apareciendo los personajes femeninos como Carmelita Mungarro, Brenda Sepúlveda, Sara Peñón de Antres y Amalia Gallegos, entre viajes que se suceden a Madrid, Guatemala, Antigua, Venezuela, Caracas, Bahía de Kino, Punta Chueca, Nueva York, Álamos, Miami, Tucson, Denver, Orlando, y donde el lector descubrirá la internacionalización de las coritas seris y la oprobiosa imitación china de estas obras de arte regionales. Cito un párrafo para enterarnos de qué dimensiones es la intriga: “Le dio los nombres a Sara Peñón de Antres para que buscara en su archivo más datos sobre la familia Celazzi, y así poder viajar a Guatemala para descubrir todos los detalles alrededor de las coritas seris, su significado para la CIA y la Interpol. Es decir, develar todo el misterio de una vez por todas”.

Dedicando un libro a la licenciada Emma Cano

En el segundo relato denominado “Los mártires de Bacobampo”, el personaje principal, Crepúsculo Trujillo, acompañado del narrador, hace un recorrido por la historia religiosa de Sonora cuyo pasaje clave se desprende de la persecución religiosa de los años 30 en esta tierras con implicaciones directas en Hermosillo, Magdalena, Nogales, Altar, Cumpas, el Valle del Mayo y, desde luego, Bacobampo.

Al personaje, sacerdote, se le encomienda buscar y encontrar la piedra preciosa que se engarzaba en el crucifijo de don Juan Navarrete y Guerrero y que en el momento de su funeral fue sustraída entre el maremágnum de feligreses que fueron a acompañarlo a su última morada.

Crepúsculo Trujillo, sacerdote no muy firme en los dogmas que rigen su ministerio, hace a un lado los votos de castidad cuando coincide con una antigua conocida: Priscilla Figueroa, antropóloga y fisicocolturista hipiosa y locochona. En este pasaje hay una aproximación a la música de Sabina, sobre todo a su disco “19 Días y 500 noches”.

De nuevo, la historia corre al unísono de experiencias acumuladas, evocaciones, notas tomadas más con los sentidos que con lápiz.

Cipriano con su prima y fotógrafa Isaura Durazo Durazo, retratados por Emma Cano

En el tercer relato “En Sonora, los héroes son de plástico”, la historia local –por extensión de los apellidos relevantes—se extiende a la nacional. Caudillos, hijos de caudillos y nietos de caudillos, generaciones que corren transversalmente para exponernos las décadas de los 60, 50, y 40, en retrospectiva, para recordarnos que en Sonora a los sátiros se les fusila y el ejército puede tomar con paracaidistas la Universidad; los hijos de los caudillos tienen propiedades que son museos no sólo en Sonora sino en México, D.F.

Uldarico Ildebrando, personaje principal de este relato (una especie de investigador de la historia) recorre la casa del caudillo de la Revolución en la que creció como parte de la servidumbre y al mismo tiempo se desliza la historia que retrocede y se adelanta: cito: “El llamado cuarto de las niñas –llamado así porque allí llegaban las nietas del ex gobernador cuaando lo visitaban– tenía la recámara del caudillo revolucionario, d estilo art-decó típica de los años veinte, con sus sillas de bejuco blanco al lado que recordaban los días previos al asesinato de su dueño en aquel restaurante de la Ciudad de México”.

En otro párrafo, leemos: “También en ese sótano estaba una foto a blanco y negro de Hilda Krüger ante los micrófonos de la XEBH de Hermosillo en los años cuarenta, ¿Qué estaría haciendo esa actriz de teatro alemán en Sonora después de haber sido amante de Goebbels, y en plena Segunda Guerra Mundial?, ¿Por qué llegaría a ese obscuro sótano de la mansión de la familia Barceló?”

En otro párrafo: “Los años de estudio de Antropología que cursó Uldarico Ildebrando no fueron en balde, y más que nada su amistad con Cesáreo Venezzo le sirven para nutrirse de nuevas y mejores experiencias de búsqueda en intrigas históricas. Tenían que hablar conel velador más viejo de la casa –Don pancho—para así poder saber más acerca de la aparición de esa imagen de Hilda Krüger en el sótano.

Don pancho vio a Uldarico Ildebrando y le dijo: ¿Por qué tan interesado en esos temas históricos?, ¿Tú qué ganas con todo esto?. Uldarico reflexionó y contestó: Es muy importante como mexicano saber acerca del futuro que han tenido los bienes de los descendientes del caudillaje nacional. A lo que Pancho respondió: En Sonora, los héroes son de plástico.”

El novel escritor Bryan León de Santurtzi, el cronista por excelencia Rodolfo Rascón Valencia y el autor Cipriano Durazo Robles

Sólo nos quedaría exponer a ustedes el final del relato, pero siempre será mejor que sean ustedes quienes lo concluyan.

La ironía es un arma de dos filos que puede cortar en finas rebanadas un hecho, una situación o a uno o muchos personajes, pero también expone al propio relato, al narrador y quizá llegue hasta al autor.

Me gusta que en el primer texto, el de las coritas seris donde el personaje, Xavier Solórzano, da vueltas sobre una topografía planetaria y local. Me recuerda, sólo como una referencia, a Leopold Bloom de Joyce, el hombre que vaga por todos los sitios de la existencia y siempre retorna a casa, al hogar de la estabilidad y los sueños. Pero es un viaje mental y con todos los sentidos alertas, en el cual se recrean sensaciones de alimentos y bebidas en donde los personajes y el color local es el acompañamiento, el paisaje de fondo a un conocimiento, a una experiencia. Así Xavier Solórzano, viaja por medio mundo y siempre regresa a Hermosillo, al hogar en cuyo horizonte señorea el Cerro de la Campana.

Estos relatos, me recuerdan también otros textos y otros momentos: a principios de los 70 al domicilio del periódico El Sonorense llegó una caja de libros destinada al director general, Enguerrando Tapia Quijada. Junto con otras dos, habían arribado a Hermosillo procedentes de Madrid, España, para tres connotados destinatarios hermosillenses. Contenían la primera edición del libro “De oráculos dispares” del autor Sergio Valenzuela Calderón, a quien se le conocía en los círculos literarios locales como el “Teco Valenzuela”.

Las cajas de libros habían llegado a quienes mantenían becado al autor en la península ibérica, entre ellos al principal promotor de tal empresa, el presbítero Pedro Villegas. Cuando Enguerrando leyó el libro de su becado (un esfuerzo enorme durante tres años para que el Teco estudiara en la Complutense de Madrid) y montó en cólera. El periodista, poco conocedor de los estilos literarios del momento, menos los que se cocinaban –importados- en Europa, no podía creer que el “narrador omniscente” hiciera gala de una paráfrasis impecable para reproducir una de sus columnas diarias bajo el nombre de Underwood y que los apellidos de las principales familias hermosillenses desfilaran, párrafo tras párrafo, entre las páginas de una historia literaria y cronicada de la principal ciudad de agrotitantes del septentrión.

En “De oráculos dispares” el autor se burlaba de todas las instituciones habidas en ese momento y del futuro. Bajo el texto, un humor acre y mordaz tocaba las fibras más ocultas de las familias que regularmente se reunían en el famosísimo Casino de Hermosillo. Ni siquiera los propios parientes del autor escapaban.

El periodista y director de El Sonorense regaló dos o tres ejemplares a sus más cercanos y ordenó quemar el resto. A mí me regaló uno. Así conocí al Teco, por su libro, antes de que regresara a su lugar de origen, hablando castizo y amenazando con escribir la historia de “Las Calderonas”, sus tías.

Son sólo asociaciones, quizá ociosas, de otras lecturas, pero que un párrafo de “Testigo. Trilogía Narrativa” puede disparar, por esa forma de abordar la historia local con una pizca de ironía, de humor negro, de sátira, en la que cuenta más cómo son y donde se mueven esos personajes que aún siendo secundarios dan pie a investigaciones inverosímiles, raras o que la misma crónica local –deliberadamente—ha dejado de lado.

Por eso, una vez leído “Testigo. Trilogía Narrativa”, no volveremos a la historia local, ni a la crónica, con la misma inocencia y nostalgia de antes. No retornaremos al mismo punto de partida luego de haber recorrido el mundo y el mundero, como dicen las mujeres de la sierra.

Felicito al autor, Cipriano Durazo, por este nuevo libro y le deseamos, en lo personal y la Librería Dante, mucho éxito.

Gracias.

Por José Terán

Texto leído por el autor en la presentación del libro Testigo. Trilogía narrativa, de Cipriano Durazo,

el 25 de mayo de 2017 en Casa de la Cultura de Hermosillo

Fotografía de Isaura Durazo

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Sobre el autor

José Francisco Terán es periodista y escritor, oriundo de Agua Prieta, Sonora. Autor de la mítica y polémica columna El Cazador de Guachos, aparecida en el desaparecido (sic) 'El Informador'.

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8 comentarios

  1. Abrazo el esfuerzo autogestivo de mi amigo y compañero, Cipriano Durazo, «el Cipri» para los que lo estimamos. Esperamos más trabajos en lo venidero

    1. Felicidades Cipriano, siempre he admirado en ti el amor por la lectura y escritura, la cual es amena y con ese sentido del humor que te caracteriza, enhorabuena los que siguen, sigue adelante!!!!! es el principio de muchos que vengan, Saludos

  2. MUCHAS GRACIAS A TODOS, LOS LIBROS SE VENDEN EN LIBRERIA DANTE QUE ES VIRTUAL, EN LIBRERIA DE CULTURAS POPULARES E INDIGENAS DE SONORA, LIBRERIAS LUGO, LIBRERIA DEL NOROESTE, ETC…

  3. YO TAMBIEN QUIERO AGRADECER A PACO ALONSO, DE LIBRERIA ALONSO, UBICADA ENFRENTE DE LA FUTURA CINETECA DE LA CIUDAD, Y QUE HA ALBERGADO MIS LIBROS DE MANERA MAGISTRAL.

  4. Es una narrativa magistral, realizada, por nuestro buen amigo Cipriano, que duró alrededor de un año escribiendo este libro en el cuál yo me encontré con los famosos «Mártires de Bacobampo» un pueblo ubicado al sur de Sonora, municipio de Etchojoa, de donde es mi querida y adorada esposa y me trae muchos recuerdos, además enterándome que en el municipio de Cumpas, existe una escuela que lleva este nombre.

    1. LA ESCUELA MARTIRES DE BACOBAMPO SE FUNDO EN 1964 EN EL POBLADO DE TOPAHUE SONORA COMO 29 KM DE HILLO HOY APARECE CON OTRO NOMBRE PERO LA PLACA SIGUE AHÍ EN LA ESCUELA

  5. Felicidades!!! Por fin encontré respuestas y el tiempo me las dió. Felicidades por compartir el Amor y dedicación que le tienes a la lectura!!! Jessero de Corazón por la pizza; bienvenido a Italia!!! Muy hermosos tus libros!!! Gracias por dejarnos un bello legado. Te falta el hijo. Ya escribiste un libro (varios) ; ya plantaste un árbol y ahora te falta el hijo. Jajaja Enhorabuena. Congratulaciones estimado Cipriano Francisco Durazo Robles.

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