Está muy bien contar la historia de los demás, pero, ¿y la propia? Ya toca.

Hoy inicia el XXXV Simposio de la SSH y lo celebramos con una oportuna reflexión del arquitecto Uribe, el cronista sin corona de Hermosillo*

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Hermosillo, Sonora.-

El recurso del pasado es mucho más cotidiano de lo que pensamos. Es un ejercicio diario. Recurrimos a nuestra historia cercana en cada decisión a tomar. Recorremos rápido nuestras experiencias sobre el asunto que nos tiene en ascuas y, en ocasiones, casi siempre, las relacionamos con la historia cercana de algún o algunos otros que tienen que ver con el punto. El recurso del pasado está en las conversaciones diarias. El pasado nos une en encuentros rápidos de los que no quedan registros escritos, hasta que las decisiones afectan al grupo social. También recurrimos a nuestro pasado cercano para ubicarnos como individuos dentro del conjunto, hasta que, también, el conjunto busca su identidad, su personalidad, en el universo en el que vive. Así, se forman las asociaciones, los clubes, las agrupaciones, que “escarban” en el pasado para construir la historia llamada regional.

Sonora no está al margen de este sano ejercicio. En un principio, fueron voluntades personales las que emprendieron la empresa de construir la identidad regional. Recordemos al profesor Eduardo W. Villa, con un gran historial en el ejercicio de historiar. Participó en el 4º Congreso de Historia Mexicana, celebrado en la ciudad de Morelia del 21 al 27 de enero de 1940. Al cronista de la ciudad, Fernando Galaz, quien por allá, por el mes de agosto de 1960, presentó su libro “desde el Cerro de la Campana”. A Claudio Dabdoub, autor de una historia del Valle del Yaqui. Las personalidades son vastas como para presentarlas a todas en estas breves líneas. Pero todos ellos fueron construyendo los cimientos de lo que vendría a ser la Sociedad Sonorense de Historia. Pero antes de ésta, hubo un intento de asociación a fines de 1970, cuando un grupo de interesados en la historia, se reunieron para traer a Hermosillo una especie de franquicia de una agrupación que ya funcionaba en el suroeste de los Estados Unidos, “El Corral”.

Los antecedentes de la actual Sociedad Sonorense de Historia, tienen raíces que podemos buscarla desde mediados del siglo pasado, y aún antes. Una vasta historia por escribir, que dejamos en estas breves líneas como una inquietud. En fin, las voluntades individuales se agruparon y fundaron la Sociedad Sonorense de Historia, A. C., el 25 de noviembre de 1975. Fundación posterior al Primer Simposio de Historia, inaugurado el 30 de octubre del mismo año, en el aula magna de la Escuela de Derecho de la Universidad de Sonora. En este primer simposio, participaron historiadores de los Estados Unidos, James Officer, Michael Meyer, Charles Polzer, entre otros. De la Ciudad de México, participaron, el doctor Enrique Florescano, Wilberto Jiménez Moreno y Héctor Aguilar Camín. Entre los “locales”, figuraron Héctor Pesqueira, Gustavo Rivera, el profesor Armando Quijada, el licenciado Juan Antonio Ruibal Corella y otros. 

La riqueza de aquella Sociedad Sonorense de Historia, fue la de un espacio en el que compartían verdaderas “lumbreras”, como se dice luego, de la historia, como los ya citados arriba, con los aficionados que carecían de método, pero que desbordaban pasión. Viene a la memoria Néstor Fierros Moreno, originario de Óputo, Villa Hidalgo, quien recuerda, a mediados de 1986, que en sus años de la juventud conversaba con los “viejitos” del pueblo para enterarse de la historia de su pueblo natal. Inició su participación en el IX Simposio de Historia y Antropología de Sonora, 1984, con el tema “Algunos compositores sonorense”, que amenizó con su inseparable armónica. Epifanio Zamorano Ramos, ferrocarrilero jubilado y apasionado de la historia de los ferrocarriles en Sonora; Remigio Agraz, aportando sus conocimientos sobre el tema de la numismática; Gilberto Escobosa Gámez, cronista de la ciudad y sus narraciones sobre sus calles y personajes.

Eran otros tiempos. Mis recuerdos de la Sociedad Sonorense de Historia y de los simposios, inician a principios de la década de los ochenta. Las reuniones eran en el Ágora de FONAPAS, hoy Cineteca de Sonora, y los simposios en el actual edificio de SIDUE, frente al costado norte de la Plaza Zaragoza, cruzando el bulevar Hidalgo. Recuerdo el pequeño espacio repleto de asistentes y su pasillo, entre mesa y mesa, un verdadero hervidero de ponentes y de interesados, en entusiastas conversaciones sobre los temas expuestos. Eran simposios que convocaban a moros y cristianos, quienes, programa en mano, seguían el curso de nuestra historia. Espero que algún día, la Sociedad Sonorense de Historia, nos cuente la suya.

El Imparcial, Hermosillo, Sonora, México, 10 de enero de 1976, página 26

*Este artículo se publicó originalmente en CRÓNICA SONORA, número 4, octubre-noviembre de 2022

 

Sobre el autor

Arquitecto, editor y cronista de Hermosillo

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