Vivir para contarla. El ataque terrorista que estalló en medio del Maratón de Boston, Massachussets el 15 de abril de 2013 – en una de las ciudades más antiguas de los Estados Unidos – indignó al mundo en la misma medida en la que después el planeta lo haría por Niza, Siria, París y ahora, Manchester.
Vivir para filmarla. Los hechos ocurridos provocan la respuesta de Hollywood, esa formidable maquinaria de propaganda a favor de la causa norteamericana que, cuando se lo propone, logra activar verdaderas bombas de fabricación casera muy, pero muy efectivas. Como ésta.
El día del atentado (Peter Berg, 2017) es una emocionante cinta de acción. Pudo ser una gran película, pero sucumbe a la tentación de incluir un monólogo cursi y melodramático que se antoja innecesario, demagógico y fuera de lugar. Lástima, Margarito, lástima.
De cualquier manera, estamos ante uno de los mejores estrenos de la temporada. Sin duda.
Conocemos la historia. Dos artefactos explosivos cobraron, durante la conclusión del Maratón de Boston, tres vidas y más de 120 heridos, transformando el evento deportivo en una tragedia de proporciones espantosas.
El abordaje de El día del atentado es impecable. En pocos minutos establece las líneas principales de su argumento. Y capitalizando el conocimiento de lo sucedido, logra cuotas de tensión y suspenso envidiables.
Le garantizo que usted permanecerá al filo de la butaca.
Sin imaginar lo que le espera, Tommy Saunders (Mark Whalberg), detective de la policía local, tiene que lidiar con un castigo que le obliga a asumir las tareas de un agente común. Con una rodilla inflamada, no está nada contento en vigilar el Maratón.
Saunders es el único personaje ficticio en El día del atentado. El resto del elenco interpreta a oficiales y ciudadanos reales que superaron esos días agitados.
Ahí están Ed Davis, el comisionado (John Goodman); el agente federal, Richard DesLauries (Kevin Bacon); el héroe de la policía, Jeffrey Pugliese (J.K. Simmons), el joven genízaro asesinado, Sean Collier (Jack Picking) y el valiente rehén, Dun Meng (Jimmy O. Yang).
También aparecen las víctimas representativas, Jessica Kensky (Rachel Brosnahan) su pareja, Patrick Downes (Christopher O’Shea) y, por supuesto, los villanos: Tamerian Tzarnaev (Themo Melikidze), Dzhokhar Tzarnaev (Alex Wolff) y Tamerlan Tzarnaev (Melissa Benoist, la Supergirl de la tv).
Todos entregan actuaciones dignas de verse y disfrutarse.
La secuencia del atentado – una mezcla impresionante de edición que avanza entre cámaras de seguridad reales y lo filmado – está muy cerca del gore por la sangre, el sudor y las lágrimas que van a colocar al espectador justo en el centro de los acontecimientos. ¿Impasibles? Imposible.
Más cercano a Costa Gavras en Z (1968) que a Clint Eastwood en Sully (2016) o El francotirador (2015), el ejercicio cinematográfico de Peter Berg presenta un mayor compromiso con películas de acción y suspenso que con el cine político o de proselitismo.
Así, la eficiencia y el éxito de El día del atentado se deben a que, hoy día, derecha e izquierda enfrentan un enemigo común: el yihadismo.
El día del atentado, de forma inevitable, provoca la inexorable reflexión sobre nuestra propia crisis de inseguridad ciudadana. Es verdad, la diferencia con Manchester, Boston y Niza es abismal pero es posible tomar nota de lo que se ve en las pantallas del cine y de los noticieros en tv y la red.
Porque más allá de la presencia inmediata de todas las autoridades, los tropiezos en la colaboración local, estatal y federal, la corrupción – que por desgracia existe en todo el mundo – y los errores en la investigación, existe por una parte, la identificación absoluta del enemigo y en la otra, la tregua ciudadana que concede un voto de confianza a la ley.
Nadie, entre nosotros, confía en el policía, el juez, el diputado, el presidente municipal o el gobernador. Pero traigo noticias: ni el gobernador, el alcalde, el diputado, ni el policía confían en ti, ni en mí.
En eso también la diferencia es abismal, tremenda. Así, El día del atentado reserva una lección a considerar: mientras la confianza no se siente a la mesa con nosotros, será difícil vencer a los malnacidos.
Mientras eso sucede, prepárese a disfrutar uno de los mejores estrenos de la temporada. Se va a emocionar, se lo aseguro.
Por Horacio Vidal