Hamburgo, Alemania.-

Quizá porque los humanos comemos hamburguesas a lo largo y ancho del mundo —o al menos en Occidente—, tiene uno desde siempre ganas de conocer esta mítica ciudad de nombre Hamburgo, ubicada a las orillas del Río Elba, justo a la entrada del nórdico Mar Báltico, aquí en Alemania.

Aunque tal vez esas ganas vienen de que jóvenes y adultos mayores saben que en ese puerto fue donde por más de diez mil horas tocaron Los Beatles, antes de ser famosos, en un antro (entonces llamados cabarets o clubs, que quizá debi escribir cabaretes o clubes, pero que no lo hago porque me suena más feo, aunque, la verdad desconozco si tanto el plural de ese galicismo, y el de ese anglicismo, en español deben escribirse con o sin «e», que da lo mismo, pues igual ustedes me entendieron, ¿a poco no?).

Caso es que tuve la oportunidad de brincar el charco para venir a Alemania un rato y desde que supe que el puerto de Hamburgo quedaba a un tiro del rumbo por donde iba a merodear, recordé la anécdota recién narrada sobre Los Beatles y le pregunté a una obregonense, doctora en Química que por acá vive desde hace décadas, si sabia el nombre del club, antro, pub o tugurio donde tocó el cuarteto de Liverpool antes de ser conocido —ahora sí, en todo el mundo— y que después nos deleitó a millones con su música excelsa, a tal grado que hasta la portada del numero uno de CRÓNICA SONORA se ganó, cincuenta años después de haber desaparecido.

Y ya luego de contestarme que «Club Estrella se llama el lugar», me advirtió que ni de chiste se me ocurriera ir ahí, pues el Stella Club estaba inmerso en el mero centro de la Zona de Tolerancia del sonado Hamburgo, eufemismo con el que en México llamamos a esa parte de las ciudades donde se permite ejercer la prostitución, por más que ilegal sea, y que en el puerto de Hamburgo lleve con elegancia el nombre de Reeperbahn St. Pauli. Me dijo que era peligroso entrar ahí, que puro sex shop y sex todo en la zona.

Por supuesto que ningún argume
nto de género, grado académico, familiar o temporal iba a ser capaz de amedrentarme como para detener mi pesquisa de visitar ese sitio único e histórico, especie de meca generacional y lugar de culto, pero confieso que en el trayecto no pude evitar sentirme como creo se sienten, con todo respeto, los peregrinos de Međjugorje o de la Virgen de Fátima.

Al final encontré el sitio anhelado, la placa conmemorativa y tres sorpresas, aparte de los montones de barcos, grúas, bandas transportadoras, edificios antiguos, personas y filarmónicas. Una, que frente al Club Estrella, en plena Zona de Tolerancia Reeperbahn St. Pauli, está una iglesia gigantesca. Y cómo no, si elles tambien son personas; dos, que al lado del club reside otro, de nombre hindú, que aprovecha la fama diciendo que fue el primer sitio donde los Beatles dieron un concierto público; y tres, que frente a la entrada del encontrado club descansaban varias supuestas feligresas, rindiendo tributo a los fenomenales escarabajos o esperando la próxima función en el re-mentada, re-buscado y re-encontrado Club Estrella nunca lo supe pues salí disparado luego de capturar las varias imágenes que acompañan este escrito.

No sobra decir que acabé muy contento por haber perseverado en el logro de mi objetivo, a pesar de que en varios momentos tuve miedo y me senti en cumplimiento de un extraño mandato. ¡Hasta la próxima!

Texto y fotos por Juan Enrique Ramos Salas,

salvo la de portada, realizada por Sebastián Ramos Talamante, en la que se observa a JER posando frente al Indra Club, también señalado como el primero en hospedar a Los Beatles:

Este artículo salió primero en nuestra versión impresa 🙂

Sobre el autor

Nómada irredento, originario de Torreón, Coahuila, en Sonora por más de 40 años. Escritor y tallador de madera actualmente. Pasajero de la nave tierra que próximamente acabalará 73 vueltas al sol.

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