Álamos, Sonora, México.-

Cuarenta años es algo, dice Jaime López, y cuatro décadas nos tardamos en tener un bajo como solista en los conciertos de gala en el Palacio Municipal, y valió la pena si fue para escuchar al alemán René Pape en el mejor momento de su carrera.

En la ópera el texto no siempre se entiende, lo importante es la música y las emociones que transmite, la anécdota es conocida por los asistentes y así uno se va orientando. Por eso desde muy temprano se asignaron las tesituras (rango de notas que alcanza una voz) a los papeles que desempeñan en el drama: los tenores que alcanzan las notas más altas son los héroes y los galanes, las estrellas junto a las sopranos que son las heroínas que tienen que sufrir las intrigas de los barítonos (voces masculinas y graves) y las mezzosopranos y contraltos, relegadas casi siempre a papeles de amigas o rivales. Bueno, salvo Carmen de Bizet, donde la sensual mezzo se lleva al galán y regresan a la soprano a su casita en las montañas. 

Los bajos, las voces masculinas más graves que produce la genética humana son relegadas a los papeles de villanos, los malos-malos de malolandia como el Inquisidor de Don Carlo de Verdi, o los aparentemente malos como Sarastro en la Flauta Mágica de Mozart que al final resulta bueno.

También son voces para los personajes poderosos y divinos (en el sentido de que son dioses), y eso vino a mostrarnos René Pape, que en las profundidades del drama  están también lo mejor y lo peor del corazón humano. Y si son Verdi y Wagner quienes les ponen música están algunas de las mejores arias de la música occidental.

La Orquesta Filarmónica de Sonora requirió reforzar sus filas como en cada FAOT y esta vez tuvo a un director invitado, al también alemán Felix Krieger, quien el año pasado dirigió Giovanna D’Arco en el Palacio de Bellas Artes y se formó como director asistente con Claudio Abaddo y en el Festival de Bayreuth, dedicado a la música wagneriana.

Como pocas veces la filarmónica sonó exacta y vibrante en las oberturas de Nabucco, donde se reconocen los acordes del famoso Va pensiero; el ballet de Aída, y la dramática obertura de La Forza del destino (la ópera, no la telenovela).

Y ahora sí hablemos de René Pape, que sale a imponer silencio y mostrar el lamento del aristocrático Fiesco, villano de la ópera Simón Bocanegra, que llora la muerte de soledad de su hija María en el encierro en el que la tenía para evitar su unión con el héroe de la historia.

Las voces más graves tardan en madurar y alcanzar su plenitud y Pape se escucha no solo en plenitud de facultades, sino que las canas en las sienes hacen más creíbles papeles como éste o las arias siguientes.

Banquo, el amigo de Macbeth, a quien las brujas anunciaron que no sería rey sino padre de reyes, se despide de su hijo y le pide cuidar sus pasos, en lo que espera de la muerte por órdenes del protagonista de la historia. 

Pero lo que me trajo de regreso a Álamos fue la historia del rey español Felipe II, que despierta en la madrugada lamentando la falta de amor de su segunda esposa, cuyo joven corazón late por su hijo Carlo (tenor que morirá más adelante). “Ella giammai m’amo” es una de las arias de bajo legendarias. Requiere no solo amplitud vocal sino fineza emocional, profundidades artísticas en las que René Pape se mueve a sus anchas. 

El hombre más poderoso de su tiempo se retuerce de celos pensando en su joven esposa, en la incapacidad de leer bien el corazón humano, se regodea en mórbidas fantasías sobre el negro y solitario sepulcro que le espera en la negra y fría bóveda en El Escorial.

Cambio de ruta y llegamos a Wagner, que en su propia tradición operística crea sus propias reglas (que no siempre sigue, por cierto) y ahora la orquesta suena con acordes que recuerdan anuncios de cochones como la obertura de Die Walküre, el preludio del tercer acto de Lohengrin. Wagner usaba muchos músicos para producir experiencias atronadoras, en su tiempo decían violentas pero no sabían lo que vendría después. 

Confieso que sólo después de casi cincuenta años me he acercado a estas óperas con seriedad

René Pape ya no solo está en terreno conocido y familiar sino en la comodidad de la lengua materna, y como exige el autor las palabras suenan claras, nítidas, como truenos en cielo claro. Primero el monólogo de Hans Sachs en Los Maestros Cantores, lleno de sorpresa y anticipación. Luego el otro plato fuerte de la noche, lo que hizo viajar a los wagnerianos (confieso que sólo después de casi cincuenta años me he acercado a estas óperas con seriedad y apenas empiezo a entender esas pasiones).

La despedida de Wotan, el Odín del universo wagneriano del Anillo de los Nibelungos, es un reto para cualquier bajo, es el adiós de un padre a su hija favorita, a la que condena a dormir en una piedra rodeada de un anillo de fuego hasta que despierte ya sin los poderes de las valquirias y conozca los tormentos del amor. 

Loki aparece solo aludido por la orquesta cuando se le ordena hacer el anillo de fuego, con la traviesa melodía que lo alude, y la orquesta nos lleva por el dolor paterno, por la furia del dios ofendido, por el misterio de la justicia y la violencia de las pasiones. Krieger se traduce como guerrero, por cierto.

Al final René Pape hace un breve discurso en inglés para agradecer al público y anunciar que esta es su primera vez en México. Realmente un privilegio. Valió la pena esperar por un concierto de un bajo si iba a ser este. 

Hubo también reconocimientos oficiales en este cuarenta aniversario para el infaltable e insustituible alamense Arturo Márquez y para Eduardo Chacón, director de la Filarmónica de Sonora, orquesta que de muchas maneras debe a este festival su existencia. 

A la salida me compré una pachita de lechuguilla, un mezcal que se hace con un agave diferente al bacanora y al tequila, salvaje, sin denominación de origen todavía y con notas fuertes a tradición, corridos de los de antes y pólvora revolucionaria. A su salud.

Texto y fotografías de René Córdova Rascón

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Sobre el autor

José René Córdova Rascón es Antropólogo Social por la ENAH, maestro en Salud Pública con especialidad en Políticas Públicas por la Universidad de Arizona en Tucsón, director de Espacios Expositivos, S.C. y curador externo de la nueva exposición permanente del Museo Comcaac (antes Museo de los Seris) en Bahía de Kino, Sonora. Contacto: rrenecordova@gmail.com

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