Hermosillo, Sonora.-
El 28 de marzo de 2018 cumplí el viejo anhelo de volver a Etchohuaquila. Guardaba imágenes vagas de la primera vez, cuando el abuelito Eduardo nos llevó desde Villa Juárez a conocer «la casa de Fernando Valenzuela». Treinta años después lo hice en compañía de Luis Gutiérrez y Martínez, cómplice de inenarrables crímenes universitarios y periodísticos, ahora desde Hermosillo.
Por supuesto, íbamos encandilados por la leyenda de El Toro, de quien vimos y escuchamos hazañas beisboleras cuando pequeños, ambos de la generación de 1979. Platicamos con su hermana, con vecinos que lo conocieron y especialmente con lugares inanimados que si no lo conocieron sí que se han nutrido de su legado. De ahí la necesidad de capturarlos con mi cámara fotográfica.
Un vaquero en bicicleta atravesando el campo de beisbol, con su lonche atado a la parrilla, quizá rumbo al jale, quizá pa’ con la jaina, es un elemento vivo en la aridez de Etchohuaquila. ¿Es posible que este desierto haya parido al hombre que le devolvió el color a un deporte —el beis— y a una comunidad —la chicana— en los mismísimos Estados Unidos de Norteamérica?
Sí lo recuerdo, nos decían, viene de vez en cuando, añadían. Y ahí estábamos respirando el aire que Fernando respiró y guardó en sus pulmones hasta el último segundo de su vida, que tuvo lugar ayer, luego de fallecer a causa de complicaciones hepáticas que por semanas lo tuvieron postrado en un nosocomio de su segunda patria, Los Ángeles, California.
Llévate el polvo de Etchohaquila, Fernando, y déjanos tus tirabuzones y tu mirada al cielo antes de lanzar, tu ejemplo de sencillez y tu historia de éxito a pesar del polvo y del guante derecho que de chamaco tuviste que usar porque no había para zurdos en ese desierto que en 2018 volví a pisar y hoy casi me hace llorar.
Texto y fotografía por Benjamín Alonso Rascón
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En la fotografía de los autores, que tienen a la espalda un letrero color naranja con la leyenda “hombres trabajando” yo le hubiera puesto un letrero que diga “hombres trabajosos” jajajaja un saludo a ambos.
Jajajaj es la verdad