Lizette Sandoval y Luna Dexter ponen el dedo en la llaga; una con palabras, otra con imágenes.
Una poderosa mancuerna natural, desgraciadamente no casual
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La violencia contra las mujeres es un problema social y cultural vivo y ardiente, que está totalmente minimizado en México y otros países; de hecho vivimos una normalización de la violencia en general, solo que las mujeres somos las menos favorecidas. Pero ni el estado, ni funcionarios, ni instituciones, se han puesto a pensar el gran costo que genera la violencia contra las mujeres y todos sus efectos sociales.
Generalmente los gobiernos empiezan a meterle celeridad a los problemas públicos cuando el costo se les presenta en números. La violencia de género tiene un costo económico y social muy claro. En el 2013 la violencia contra las mujeres costaba a México el 2% del Producto Interno Bruto (PIB), si en ese año el PIB ocupo la suma de 16 billones 82,510 millones de pesos, entonces el costo fue de aproximadamente $336,502,000,000 millones de pesos. Estos números son mayores a la cantidad que la federación ha invertido en lo que va del año en Sonora en 25 diferentes rubros e instituciones. En 3 años que han transcurrido desde el 2013, las cifras de violencia y los costos económicos en vez de decrecer han ido en aumento.
Actualmente el Banco Mundial, a través del grupo de soluciones para recortar la brecha de género, ha realizado investigaciones que indican que el costo económico de la violencia contra las mujeres y niñas representa entre el 1 y el 4 por ciento del Producto Interno Bruto de un país. Esa cantidad puede fácilmente representar la inversión en gasto social de un país en un año. Según esta institución un tercio de la población femenina mundial, equivalente a la población de África, tiene o experimentará violencia de pareja o violencia sexual de alguien que no era su pareja. A nivel mundial, hasta el 38 por ciento de los asesinatos de mujeres son cometidos por un compañero íntimo y 125 millones de mujeres han experimentado la mutilación genital.
En Hermosillo solamente de enero a junio de este año se han recibido a través del C4, 13 mil 600 reportes de mujeres por violencia intrafamiliar, del total de reportes, el 80 por ciento (10 mil 880 casos) son por violencia emocional, y el 20 por ciento (dos mil 720) de violencia física. Sin embargo la violencia emocional en la mayoría de los casos es la antesala a la violencia física. Lo que significa que hay un promedio de 2,266 de mujeres afectadas al mes, 1813 afectadas por violencia emocional y 453 por violencia física. A estas cifras habría que calcularle los costos por atención médica, atención psicológica y asesoría legal.
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Las mujeres más expuestas son las que se encuentran entre 30 y 39 años. Pero las denunciantes son mujeres que oscilan entre los 15 y 40 años de edad. Aunque hay un alto número de reportes hay un bajo número de denuncias pues sólo se han interpuesto 641 denuncias en las agencias del Ministerio Público.
Si tomamos entre dos y tres hijos como promedio de las familias hermosillenses, tenemos a más de 150 niños afectados indirectamente por la violencia intrafamiliar que serían más de 4500 niños al mes. Podemos sumar a la esfera de afectados a familias directas como padres y hermanos de las mujeres violentadas, lo cual nos da más de 9000 personas afectadas por la violencia al mes.
Más de la mitad de los hombres que maltratan a sus mujeres, también maltratan a sus hijos. De igual manera las mujeres víctimas de violencia tienden a maltratar a los hijos. El abuso de un padre hacia una madre o hacia los hijos, afecta el rendimiento escolar de los niños y por tanto, su productividad futura y la rentabilidad de la inversión del Estado en educación. Un niño víctima de violencia tiene más probabilidades de sufrir depresión, deserción escolar, adicciones y estar envuelto en conductas antisociales o delictivas.
Un niño que presencia violencia en su casa, seguramente será un hombre que infrinja violencia en su hogar.
La violencia en la mujer también tiene un efecto en su productividad, pues aquellas que trabajan generalmente faltan a sus labores cuando presentan episodios de violencia física ya sea para recuperarse de las heridas u ocupando tiempo interponiendo denuncias. Esta reducción de su productividad es una pérdida directa para la producción nacional y de las empresas. La violencia dentro del hogar también daña los proyectos para el desarrollo familiar y nacional.
Cuando la violencia doméstica se sale de control se puede llegar al feminicidio. Este creció en Sonora 29% en 2015 en relación al 2014. 55.1% de las mujeres privadas de su vida, fue a manos de cónyuge, esposo, expareja o algún familiar masculino cercano a su vida. Hermosillo fue el municipio con más alta incidencia durante el 2015. La violencia doméstica, especialmente contra mujeres y niños, causa muchas más muertes que las guerras que cuesta a la economía mundial más de 8 billones de dólares al año, según el investigador Anke Hoeffler, de la Universidad de Oxford, y James Fearon, de la Universidad de Stanford.
¿Es esta una situación realmente grave? La violencia en cualquiera de sus manifestaciones contribuye al círculo vicioso de la pobreza, las adicciones y la delincuencia. ¿Cuál será la magnitud de la correlación entre los altos índices de violencia de género y los altos índices delictivos en Hermosillo? Tal vez más de la que nos imaginamos. La violencia de genero cuesta, y cuesta muy pero muy cara.
Por Lizette Sandoval
En la fotografía tenemos el notable trabajo de Luna Dexter,
que documentó la manifestación organizada por La Marcha de las Putas / Capítulo Sonora el pasado viernes 25 de noviembre en Plaza Bicentenario, de Hermosillo,
en el marco de la Movilización Nacional contra las Violencias Machistas y los Feminicidios
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Pues ojalá que, por suerte o por arte de magia, llegaran estos números y estadísticas a instituciones y organismos gubernamentales encargados, responsables e interesados en la solución de la violencia contra las mujeres. A ver si con los números dejan de ver unicornios azules y volteen a ver la realidad, a ver si con los costos se conmueven, porque los moretones, la sangre, los dientes rotos, el vientre desgarrado, las sábanas sobre cuerpos de mujer sin vida, ya no los conmovieron. Ojalá… aunque ni fe tenga.