Cronicar la intervención francesa en México -especialmente en el 150 aniversario de la batalla de Guadalupe de Ures que este fin de semana tuvo lugar- está muy bien. Pero hay otras intervenciones no menos delicadas que también merecen su relato.
Hoy saludamos el retorno de Jorge Isaac Guevara a las páginas de Crónica Sonora.
Bon appétit, soldats.
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Llegué el martes muy temprano a mi cita con el anestesiólogo, que realmente era un protocolo de advertencias del proceso. Por la tarde me internaron al hospital para la intervención programada al día siguiente; fue una primera noche muy larga con la indicación de laxar mis intestinos para lo cual hubo que ingerir tres litros de agua con un medicamento adecuado para tal propósito. Por la mañana, ya en la antesala del quirófano, tuve la visita del padre Víctor, quien me ungió aceites que lubricaron mi fe.
Recuerdo el séquito de médicos internistas alrededor de mi fría estancia sobre la camilla, los asistentes del cirujano y del anestesiólogo. En una posición fetal sentí el metal puntiagudo y de diminuto diámetro entrar a mi columna. De ahí, previo saludo atípico al doctor García, caí en el programado sueño artificial. Sin dolor, sin nada en el sentir…
El despertar fue alucinante: un recinto muy amplio con varias camillas tendidas sobre su superficie que percibí amplísima, que me recordó escenas cinematográficas quizá de postguerra (o de algún albergue posterior a algún fenómeno natural, como lo es un terremoto) que acompañaron mi regreso a la realidad.
Seis horas transcurrieron en la maniobra de extraer al intruso órgano no programado que creció en mi abdomen y junto con él parte de mi estómago. Cinco días de ayuno total alimentado intravenosamente gracias a la ciencia médica, con un programa de proteínas para no sentir ni sed ni hambre en el trayecto. Hoy inicio una dieta de líquidos previa a una prueba de sellado de las reparaciones del corte estomacal consistente en un programado colorante, que dada su ausencia fue sustituido por un Gatorade de uva sugerido como excelente detector por el mismo doctor García.
Aparentemente la fina fontanería tuvo éxito. Estoy en observación para cerciorarlo, espero irme en tres días más. Mientras, he contactado vecinos de camas que narran sus comunidades y su historial médico, que han arrojado más enseñanzas que los últimos seminarios de urbanismo a los que he asistido.
Texto y dibujo por Jorge Isaac Guevara