Hoy que Milei vuelve a triunfar en las urnas recuperamos un texto del doctor Amílcar Peñúñuri, originalmente publicado en nuestra versión impresa cuando el arribo del ultraderechista a la presidencia de la Argentina
Hermosillo, Sonora.-
No, no estoy hablando del churro de cine de finales de los ochenta estelarizado por Stallone, Jack Palance y Kurt Russell, sino de las reacciones a lo que muchos, desde la desenfocada óptica nacional, consideran el despertar de un planeta de zombis con una repentina mutación fascista volcados a las urnas para elegir a alguien tan poco racional y presentable como Javier Milei para presidente los próximos cuatro años.
La mañana siguiente después de la elección se dejó ver mucho análisis a bote pronto desde la, siempre entrecomillada, “izquierda mexicana” culpando de falta de juicio al pueblo argentino, sentimientos de misericordia o de burla por lo que se vendrá, pero de nula compasión previa ante una inaguantable situación económica y social a la que los llevó esa misma izquierda electorera en el poder.
Claro, no están solos, también contribuyó el macrismo, los famosos pactos de impunidad entre la siempre sonriente clase política, la misma que hizo que el pueblo sabio e inteligente argentino se fuera derechito a los brazos de un vociferante y “ambicioso vulgar”, parafraseando al más célebre de los matinales ante la sorpresa por lo que debería ser la políticamente correcta geopolítica hemisférica.
Es de suponer que es más fácil, como siempre ocurre con la —de nuevo entrecomillada— “izquierda electorera” de la región, aplazar la autocrítica de los males del kirchnerismo o de otro incapaz presidente de la región.
Es mejor sacar a los monstruos a pueblear, culpar a los famosos poderes fácticos, al manoseado George Soros, responsabilizar al mal humor social que dejó la pandemia, al infaltable deep state, entre otros lugares comunes, algunos con cierta razón, pero otros sólo para darse el “auto espaldarazo” de consuelo, para dejar de lado el cúmulo de errores cometidos, mientras, de nueva cuenta se jugará con la apuesta permanente al traspaso del carisma, el cruce de dedos para que las fábulas que se cuentan día a día en el discurso oficial sean eternas o tengan el mismo efecto, pero lo más probable es que suceda como con el amigo que todos conocemos, que suelta predeciblemente en la siempre tolerable sobremesa de su cumple, los mismos chistes y anécdotas de siempre.
Sí, la verdad, dan pavor los posibles retrocesos en el orden social que intenta llevar a cabo Milei. Duele lo que sufrirán los argentinos con las políticas de shock económico que implementará de la mano del FMI y el capital concentrado global: la pulverización aún más de las pensiones de los jubilados, la indefensión de los sectores más desprotegidos, el ataque frontal a la clase obrera, la marginación aún mayor de la gente de las villas y los barrios más miserables de las grandes ciudades.
Insulta a todas y todos, el lenguaje de odio y discriminatorio hacia formas diversas de pensamiento y de posicionarse ante la vida, pero no nos cuestionamos qué tan mal lo hicieron para arrebatarle a la justicia social —como el caso de otros populismos pro-capitalistas— las banderas de búsqueda de bienestar y justicia social, ostentando esa representación, sin máscara alguna, una derecha fascista. Sí, fascista —no hay otro nombre posible— pero ¡no qué va, no!, esa explicación para nuestra “izquierda”, implica “darle armas al enemigo”. Pues, si no se han dado cuenta, el enemigo ha vencido y tiene todo el arsenal y capital político, pero terqueamos con la misma opereta.
No parece haber de otra, o morirán con sus dogmas a cuestas o sólo nos quedaremos en el nivel de análisis de los espacios del populismo mediático mexicano,
al que le encanta hablar de enanos enemigos antes de cuestionar al poder mismo, del gusto que le suscitó a Ricardo Salinas el triunfo de Milei, el mismo mega millonario que, imitando a Milei, llamó a sus benefactores “zurdos de mierda” —léase el gobierno en turno que le generó ganancias exorbitantes con los depósitos en sus bancos del dinero destinado para los más pobres—, aunque parece que con “Lord Ricardo Salinas” nadie se ve aludido por el respeto que todavía le tienen, y porque en los hechos, tenemos un gobierno en lo político y en lo económico, totalmente “ambidiestro”. Pero también parece más importante, más allá de la aplazada autocrítica, magnificar los tuits de un Claudio X González y a cuanto enemigo que la 4T y sus voceros han sobrevalorado, inflado, agigantado sólo por la necesidad sacada del “manual básico del populista ilustrado”, de tener —como dice la lección número tres, apartado segundo— un enemigo a quien combatir cada mañana.
Y las razones de la derrota desde una perspectiva latinoamericana, ¿para cuándo? ¿Para cuándo la crítica al creciente militarismo azteca que, en su corrosiva versión albiceleste, defenderá y empoderará aún más Milei? Parece que para cuando sea demasiado tarde y controlen más de la mitad de los recursos públicos y el poder político nacional. Mientras tanto, hay que festinar que “no estamos frente a la tragedia ajena” y exhibir a los “mileistas” mexicanos, como si eso nos llevara a algún lado o le importara al grueso de la población que, por fortuna y por diversas razones, no vive los errores de la irresponsabilidad de la clase política argentina, pero tampoco en ningún paraíso tabasqueño.
Que la “izquierda mexicana” señale a los argentinos como tontos e irresponsables y “autosaboteadores” de su futuro no sirve para entender los errores del hoy, pero parece que —como rezaba el antiguo comercial de la casi desaparecida Sección Amarilla— sí funciona, y funciona muy bien para reafirmar el destino manifiesto que se han imaginado como parte de su ególatra trastorno colectivo de personalidad, al rumiar que su reinado será para siempre.
El peronismo se creyó invencible, pero al finalizar el humo de la batalla electoral terminaron como dice la conocida canción de “Los Yonics” —esos filósofos de la vida cotidiana—, escenificando tiernamente “la viva imagen de la derrota”.
Por Amílcar Peñuñuri Soto
https://www.facebook.com/amilcar.penunuri

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