Caminante, son tus huellas el camino y nada más…
La vida es un camino de sorpresas en que podemos
saber cómo llegamos sin descifrar su salida inexorable.
En justo rigor, nacimos sentenciados a fatalmente morir.
Desde esa perspectiva ineludible nadie podrá negar que
SARO RESTIVO, sin sustraerse a lo infalible y en plena
soberanía emocional, decidió libremente su destino al
asumir la cuota cristiana de la fragilidad del hombre y su
mortalidad viviendo y muriendo entre las tolvaneras
de HERMOSILLO, matizados con el arrullo
mágico de su mar bermejo y sus tardes escarlatas en
BAHÍA DE KINO.
Se hace camino al andar…
Cuentan que con nostálgica bonhomía al calor de una
guitarra solía relatar las hazañas y destinos de tres
jesuitas italianos apóstoles de la fe: Tomás Basilio, su
paisano de Palermo, cofundador de Cócorit y los ocho
pueblos de la nación Yaqui, Francisco Javier Saeta,
oriundo de Piazza Armerina, —también de Sicilia—,
muerto con heroísmo y santidad en Caborca y, Eusebio
Francisco Kino, gigante de la redención indígena del
noroeste en las fronteras de la cristiandad.
Le cubre el polvo de un país vecino…
Quizá, las huellas y el polvo de los jesuitas Basilio, Saeta
y Kino sembraron en SARO la cultura del arraigo.
¿Dónde es tu tierra? Dónde la pases, no dónde naces…
FUE EL DESTINO O EL AZAR
AL DECIR CON HARTA RISA:
NADIE PODRÁ ENDEREZAR
LA AÑEJA TORRE DE PISA;
Y NADIE LA PODRÁ HORNEAR
COMO SI FUERA UNA PIZZA.
HARINA, HORNO Y CERILLO
GESTO LUCIENTE Y FESTIVO;
DE PALERMO A HERMOSILLO
SU NOMBRE SARO RESTIVO.
Por Miguel Mexía Díaz
México