Este artículo de Carlos Gil ofrece una respuesta a la eterna pregunta: «¿Por qué los gringos son más chingones que los mexicanos?»
Bienvenidos 🙂
[hr gap=»30″]
Los sueños nos cautivan. Siempre hemos tenido fascinación por entender qué pasa dentro de nuestra cabeza que nos hace visualizar y a hasta sentir cosas, desde lo más agradable hasta lo más terrible. Podemos retar las leyes más básicas de la naturaleza, imaginar situaciones poco probables y escenarios donde solamente nuestra compleja “máquina interpretadora de la realidad” sabe qué es lo que pasa.
Las olimpiadas de 1992 se llevaron a cabo en Barcelona hace exactamente 25 años, y es curioso cómo dentro de una ciudad tan bella que a veces parecería irreal a los ojos de cualquiera, llena de arte y maravillas, fue el escenario donde la humanidad se preguntaba si vivía dentro de un sueño, si es posible soñar con los ojos abiertos o si simplemente la realidad les estaba jugando una broma de esas que acostumbra cuando todo se conjuga.
Todo empezó con una llamada telefónica entre Chuck Daly y el hombre apodado “Magia”, el mismo Earvin “Magic” Johnson, en la que Daly preguntó si le interesaría ser parte del equipo más impresionante en la historia del basquetbol y probablemente del deporte. No olvidemos que “Magic” había sido forzado a retirarse de la NBA por su enfermedad de la manera más trágica y dolorosa para cualquiera; a lo que Magic se limitó a responder con otra pregunta: ¿Van Michael y Larry? Chuck le responde a Magic que si le interesaría reclutarlos, lo mismo que al resto de gigantes.
Desde ese momento la realidad se empezó a distorsionar un poco, ya que Larry Bird y Magic Johnson venían de firmar la rivalidad más dura para todos aquellos que han tocado un balón de baloncesto. Y es que el “oro del showtime” de Los Angeles y el “verde del duende” de Boston simplemente no se mezclan nunca jamás y de ningún modo, junto con dos de sus más grandes exponentes y rivales desde la universidad que ahora estaban juntos por primera vez en un equipo.
Seguía reclutar al hombre del momento, seguía pedir audiencia con su aérea majestad. El hombre que venía de lograr dos campeonatos consecutivos, dejando al mismísimo Magic y a los Blazers de Clyde Drexler en el camino. Era su momento y de nadie más, él debía estar ahí acompañando a “Larry Legend” y “Magic Johnson” en la travesía de cazar el oro por su país. Y aunque su majestad ya tenía el oro olímpico, definitivamente estar junto a ellos era una oportunidad que ni el mismísimo rey podía desaprovechar
Pero había un precio, y ese era que Isaiah Thomas, quien era el hombre de confianza de Chuck Daly, debía estar fuera, fuera por completo del equipo olímpico. Solamente así su majestad accedería a unirse a Magic y Bird. Junto con MJ llegaría el siempre fiel escudero, el hombre sin el cual nada habría sido posible, su compañero de equipo, el mismísimo Scottie Pippen, quién armó junto con Michael el imperio que llegarían a ser los bulls. Pero para ello tuvieron que estrellarse contra uno de los rivales de lo más desagradables y sanguinarios, apodados “los chicos malos”, quienes se encargaron de torturar a los Bulls desde 1988 hasta el año en el que finalmente les dieron su merecido, 1991.
La razón de que Michael y Pippen no quisieran a ningún integrante de los Pistons era la polémica “Jordan Rule”, en la que los integrantes de Detroit hacían contacto físico excesivo, recurriendo a los golpes, jalones y empujones, intentando intimidar a Michael. Y desgraciadamente esto es algo que es achacado -hasta el día de hoy- a Isaiah Thomas, quien según testimonios llegaba hasta el punto de exigir a sus compañeros que lesionaran a sus rivales.
Una vez que Magic, Larry y Michael estaban listos, los demás empezaron a llegar: Scottie junto con Michael, desde Utah otra gran pareja integrada por Karl Malone y John Stockton, desde Phoenix Charles Barkley, Nueva York representada por Patrick Ewing, los Warriors por Chris Mullin, Trail Blazers con Clyde Drexler, San Antonio mandaría al Almirante David Robinson y la universidad de Duke a Christian Laettner.
El equipo estaba listo pero el trabajo apenas empezaba, dado que lo primero que debemos de pensar es: ¿Cómo seríamos capaces de dirigir un equipo donde todos son líderes? ¿En donde todos son brillantes y todos están acostumbrados a mandar? Daly era el hombre indicado, supo manejar todo lo que pasaba y comenzó a mover los hilos. Esto desde el primer entrenamiento a puerta cerrada en el que notó la rivalidad que había entre Michael y Magic, organizando un juego donde cada quien elegiría a sus hombres indicados para sobreponerse a los demás. Cada uno de ellos tenía algún tipo de rivalidad con el otro y lo que sucedió fue eso, cada uno se lo hizo saber al otro y todo iba bien hasta que Michael Jordan tomó el asunto en sus manos. Comenzó a hacer lo que mejor sabía y Mike terminó ganando el equipo por sobre Magic. Se comenta que al final del entrenamiento Larry Bird y Magic Johnson se preguntaban si seguían siendo los líderes y Michael solamente les interrumpió diciendo: “Hay un nuevo sheriff en el pueblo, chicos”… Y tenía razón, era momento de que Mike fuera el líder natural de un equipo que tenía por objetivo principal arrebatar el oro a la mismísima Unión Soviética, o lo que quedaba de ella.
Pero Chuck Daly tenía otro as bajo la manga, ya había un líder pero ahora faltaba un poquito de humildad y de reconocer el trabajo en equipo. Para esto, Chuck recurrió al equipo universitario de Estados Unidos de igual modo en práctica cerrada y lo que estaba programado para ser un día de campo para las súper estrellas, terminó volviéndose una pesadilla. La selección universitaria había ganado el encuentro y todo fue por no tener la comunicación necesaria ni trabajar lo suficiente en equipo; el equipo de los sueños había perdido contra un montón de chicos y Chuck les dejó una valiosa lección a todos sobre la mesa: “dejar el ego a un lado para ser parte de algo mucho mejor”. Esto nadie lo supo hasta 20 años después, ya que la orden fue borrar el marcador antes que entrara la prensa y nadie mencionó nada de lo que había pasado.
Después de la derrota venía la clasificación en el pre-olímpico, Torneo de las Américas, y aquí todo comenzaba a tomar forma. Después de las duras lecciones se preocuparon por una sola cosa: “salir a divertirse todos como equipo”. Estados Unidos llega invicto a la final, vence a Venezuela por 47 puntos clasificando a las olimpiadas y ahora sí todos estaban con un pie en Barcelona.
En Barcelona 92 se dio el desfile del mejor equipo de la historia. Ganaron todos sus juegos por un promedio de 43 puntos dentro del torneo olímpico. Con un record de 8 ganados y cero perdidos, 117 puntos por partido, 11 jugadores que integrarían el salón de la fama en el futuro, 11 títulos anotadores sumados entre sus jugadores, 15 jugadores más valiosos de la NBA, 23 campeonatos sumados entre todos los integrantes. Lograron darle una probadita a la humanidad de lo que es la perfección y presenciar un sueño, lograron marcar la historia con un antes y un después, un equipo con personas de los más diversos orígenes y costumbres. Aun siendo protagonistas de las más grandes rivalidades en el deporte lograron unirse para alcanzar una meta mucho más grande e importante que ellos, sus ideas y sus egos, para representar a su país y conquistar el preciado metal olímpico.
Tal vez lo más grande que lograron, aparte de la lección de humildad, fue inspirar y cambiar la vida a millones de niños y jóvenes en todo el mundo que a partir de entonces se dedicaron al basquetbol, y que cada vez más chicos de diferentes nacionalidades ingresaran a la mejor liga del planetal, la NBA.
Posdata: Es curioso que antes de 1992 no mandaban al equipo top sino a equipitos tranquilones. Hasta que los ‘commies’ les apedrearon el rancho. Ya en 2004 volvieron a querer mugrosear al mundo con un equipito X y les volvieron a poner una chinga, esta vez los argentinos.
Por Carlos Gil
Bird, Jordan y Johnson