En ese mar de debates, el que despertó la curiosidad del historiador que llevo dentro fue el de los daños realizados al monumento del Ángel de la Independencia, que quedó grafiteado con todos los colores del arcoíris. Algunas personas han reclamado la acción como innecesaria, violenta, irrespetuosa, irracional y ofensiva, otras la han defendido como vía legítima para atraer la atención al problema por el que se manifestaron, y otras personas están hablando de lo absurdo o benéfico de estar hablando sobre lo ocurrido al monumento. Yo, por otro lado, lo que me pregunté fue ¿Y si revivieran los restos mortales que ahí descansan?
Imaginé a Miguel Hidalgo y Costilla asomándose al exterior, cual si se tratara de un anciano revisando su casa después de una tormenta ¿Qué diría? Antes de especular con esto, vale recordar algunos elementos del Ángel de la Independencia que pueden ser bien o mal vistos por el movimiento feminista. El primero es el ángel, el cual de hecho es mujer ¿Entonces no debería llamarse “Ángela de la Independencia”? Además, lleva los pechos descubiertos, problema para los que critican a las feministas que acuden así a las marchas. Si el símbolo patrio está así ¿Por qué criticar a una mujer cuando le sigue el ejemplo? La escultura no sólo es una forma femenina con alas, es la representación de la victoria alada (deidad romana). Y fue un regalo de Francia, cuna de la madre de todas las revoluciones, donde decidieron que la libertad fuera mujer, no hombre. La célebre pintura La libertad guiando al pueblo es lo mismo: una mujer con los pechos desnudos liderando una lucha a favor de los ideales de libertad, igualdad y justicia.
La obra de Eugène Delacroix en el Louvre. Fotografía de AFP
Por otra parte, cabe recordar que el monumento fue creado por el presidente Porfirio Díaz, hombre que a la edad de 61 años contrajo nupcias con una mujer de 17, relación que el movimiento feminista no vería con buenos ojos, ni hoy ni en 1881 (año en que se casaron), ni mañana. Y el monumento celebra la independencia de México, una nación fundada bajo valores muy bonitos como la fraternidad, la libertad, la abolición de la esclavitud y otros, pero que esperó más de un siglo para otorgarle la ciudadanía a la mujer. Dentro del lugar descansan los restos de Miguel Hidalgo, José María Morelos y Mariano Matamoros, sacerdotes, cargos que en la iglesia católica siguen inaccesibles para la mujer.
El punto es, si seguimos escarbando en la historia del monumento, así como en la de los que ahí descansan, seguiremos encontrando datos que, o van en contra de la idea moderna del feminismo, o pueden servirle de bandera. Y quiero explayarme en el que considero el más relevante, el de la única mujer que se encuentra enterrada en el Ángel de la Independencia: María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, mejor conocida como Leona Vicario.
Qué diría Leona Vicario si viera el monumento grafiteado con todo tipo de reclamos, proclamas y el símbolo de Venus. Años posteriores a la independencia (murió hasta 1842), se dedicó al periodismo y las letras. Durante esa fase de su vida, uno de sus rivales, Lucas Alamán, dijo que la participación de Leona Vicario en la guerra independentista se debió a que ella estaba casada con un independentista, Andrés Quintana Roo (también en el Ángel de la Independencia). Tal argumento es el mismo de las perspectivas machistas que hoy perduran. Palabras más, palabras menos, Lucas Alamán dijo que aquella mujer luchó, se arriesgó y gastó su patrimonio porque amaba a su esposo y para seguirlo en la lucha. Leona Vicario respondió, pero no para defenderse a ella, sino para defender a su género y para combatir la idea aceptada entonces -y aún ahora-, de que todo lo que hacen las mujeres lo hacen por un hombre. Y dijo:
“No siempre el amor [por un hombre] es el móvil de las acciones de las mujeres […]; ellas son capaces de todos los entusiasmos y los sentimientos de la gloria y la libertad no les son unos sentimientos extraños”.
Aquel duelo ideológico, su trayectoria y vida, hacen que Leona Vicario sea considerada la primera feminista de la vida pública mexicana, y hoy sus restos descansan en el monumento del Ángel de la Independencia, el cual las manifestantes grafitearon a más no poder. Y no digo esto para reclamar a las feministas, sino para ilustrar a los ofendidos con lo ocurrido. ¿Qué haría Leona Vicario si reviviera y viera las pintas en su tumba? Obvio es imposible de saber, pero yo creo que tomaría una lata de pintura en aerosol y se sumaría a la protesta, quizá grafiteando una de sus frases más célebres, la cual me parece que ilustra su deseo por la emancipación de la mujer: “Me llamo Leona y quiero vivir libre como una fiera”.
Por Miguel Ángel Grijalva Dávila
En portada, fotografía de Israel Lorenzana
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Me gustó mucho la mirada que has aportado para el debate. Creo que hiciste la pregunta correcta a los personajes que marcaron la historia del país y que figuran quizá como unos de los principales interesados en los eventos referentes a las marchas feministas que tomaron la Ciudad de México. Hay siempre que volver a los padres y madres arcaicos de la patria y preguntarles qué piensan de nuestras acciones en el presente. Así como tu, estoy segura que la respuesta no sería diferente a la que nos has brindado con tu texto. iFelicidades!