Hermosillo, Sonora.-
Que días tan emocionantes, por todos lados conversaciones, reuniones, lecturas en torno al 8 de marzo y el paro convocado para el ya multicitado 9M. Quizá desde 1975, año en que nuestro país fue cede de la primera Conferencia Internacional sobre la Mujer, el feminismo y la lucha de las mujeres en general, no habían causado tal revuelo. Sin duda, México está cambiando y las mujeres jugamos un papel fundamental en todo ello, ahora todo se cuestiona, todo se mueve, absolutamente todo.
Presiento que, hasta hace unas semanas, muchas ni siquiera titubeábamos en participar en las actividades organizadas para esta conmemoración, incluyendo el tan discutido, por sospechoso, paro antiviolencia. Todo iba bien hasta que nos dieron permiso: oh, oh, eso sí que movió el tapete. ¿De dónde vino la idea de dar permiso? ¿Desde cuándo empresarios (as), directores (as), funcionarios (as) otorgan permiso para faltar? Es incuestionable, México no es el mismo. Resulta interesante detenerse a revisar este asunto que es inédito y por lo mismo histórico y porque al paso de los días el mundo se iba poniendo al revés y de repente, los patrones, las patronas anuncian que darán facilidades para que sus empleadas puedan faltar, inesperadamente todo mundo está interesado en el feminismo, todo mundo entiende el sufrimiento de las mujeres ¡todas y todos somos feministas! “Espontáneamente” se asoma un interés porque las marchas sean multitudinarias. La duda se instaló en el aire, se desencadenó la polémica a favor y en contra del paro desde todos los ámbitos y cuando menos pensamos nos vimos envueltas en la disyuntiva: participar con permiso o no participar, he ahí la cuestión.
Todo empezó a ser confusión… no veas Netflix, ni escuche Spotify, no encienda su celular a menos que sea estrictamente necesario, no entres a facebook, twitter, cada click que das le da dinero a alguien.
Todo empezó a ser confusión. Consejos iban y venían: Este 9M, no salga de su casa. No, mejor sí. Salga visite a su mamá y sus hermanas y platique con ellas sobre el tema. No compre nada, que se sienta nuestra fuerza económica a través de la ausencia. También puede descansar, no haga comida, pero tampoco vaya a un restaurant, que guise su compañero o sus hijos, entonces qué ¿no comemos? Quédese en su casa a hacer cosas que nunca realiza por falta de tiempo, como por ejemplo leer, bailar, yoguear. No lleve a sus hijas a la escuela y si sus hijos son niños que los lleve su papá; no vaya Usted a la escuela y no vaya al gym. Otros mensajes iban más allá y decían no veas Netflix, ni escuche Spotify, no encienda su celular a menos que sea estrictamente necesario, no entres a facebook, twitter, cada click que das le da dinero a alguien.
Recomendaciones un día sí y otro también y no obstante el desconcierto y el oportunismo político que anda desatado, lo cierto es que esta convocatoria movió a muchos y muchas, millones de conciencias despertaron, de hecho, más de las que se esperaba y esa es la primera de las ganancias. Cierto es que también el llamado presionó en diversos sentidos, a unas mujeres más que otras. Por ejemplo, imaginemos a muchas de las que se sumaron, así espontáneamente por primera vez, imaginémoslas en plena cresta de la ola cuestionándose: ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué significa la perspectiva de género? ¿Qué hago con el aborto? ¿Qué dirá la iglesia? ¿Qué rayos con esto del feminismo? O ¿Qué es esto de que mi cuerpo es mío y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía? Es de suponer, que para muchas el oleaje fue tan fuerte que alcanzó a revolcarlas, pero ya no hay ola pa´tras: ya se enteraron de la fuerza femenina, de su fuerza femenina, muchas de ellas, por tanto tiempo solas, ahora se dan cuenta de que hay millones de mujeres en el país hablando de sus mismos problemas y ese es otro paso adelante que entusiasma.
¿Parar con permiso o no? Después de mucha discusión, al final decidí no asistir al trabajo y darme permiso para salir a la calle e intentar reportear lo que sucedía.
Eso de quedarse en casa no cuadra del todo, resultaba por demás interesante observar, apreciar la repercusión que este experimento social pudiese tener en nuestra ciudad. ¿Si participarán en el paro las mujeres sonorenses? ¿Asistirán niñas a las escuelas? ¿Será verdad que bajará el consumo? ¿Abrirán los restaurantes? ¿No habrá mujeres manejando?
Lunes 9 de marzo, 9:17 horas de la mañana. Salgo de casa en compañía de mi solidario hijo y fue cuestión de llegar al Soli para saber que el paro estaba en marcha, que era todo un movimiento. El tráfico fue la primera señal de que las mujeres se habían quedado en casa, a estas alturas, en realidad no importa el porcentaje sino el significado, lo simbólico del evento. Tomamos rumbo al Vado del Río para checar los estacionamientos de tres supermercados; si, realmente se siente la ausencia. ¿Qué pasó Don, si se nota que no vinieron las mujeres? Por supuesto que si Doña, mire qué horas son, hoy no tendré casi nada de propinas. Era la voz del viene viene en el estacionamiento y yo que no había pensado en esta parte del impacto. ¿Qué efecto económico tendrá este paro? ¿A quién afectará más, a los grandes empresarios o a los pobres autoempleados que dependen de nuestras propinas?
Entramos en uno de los supers y sí que está solo, pero hay hombres y mujeres trabajando. ¿Oye me puedes contestar unas preguntas? Si quieres darme tu nombre, claro: Domenica. Oye, ¿No les dieron el día? A mi sí, no trabajo para este super, estoy contrata por una tequilera (sic) y ahí si nos dieron el día a la que quisiera tomarlo, pero yo no estuve de acuerdo con parar. ¿Y se puede saber por qué no estás de acuerdo? Mejor lo dejamos así, el caso es que yo quise trabajar. Bien, bien muchas gracias. Oiga señora, ¿le podemos hacer unas preguntas? ¿Sabía Usted que hoy estaba convocado un paro que incluía no comprar en supermercados? No, no sabía y Usted, me dijo, ¿sabía que a nivel nacional no hay sistema en el Seguro Social? Ja ja ja, me reí, vaya con esta gente que contesta con una pregunta. Pues fíjese que no sabía, pues ya le digo que no hay, vine al Seguro y con esas me salieron, ah no voy a echar a perder el día y pues decidí venir a comprar. Pues bien hecho y me retiré pensando en el clásico, en aquel viejo adagio que reza “es más sabio el que pregunta que el que responde”.
Una más, una más aquí mismo, señora ¿la puedo entrevistar? Claro, que sí. Bien, ¿Sabía Usted que hoy había un paro que llamaba a no consumir? Si, sí sé. ¿Y cómo la ve, está de acuerdo? Mire me gusta mucho lo que están haciendo por nosotras las mujeres, lo que no me gusta es la forma, esa parte no me convence. Le gusta lo que están diciendo con toda esta lucha, pero decidió salir de compras. Pos sí, yo necesitaba comprar, es mi prioridad. ¿Trabajó hoy? Sí, si trabajé yo me dedico a las ventas por mi cuenta y no puedo dejar de trabajar. Muy bien, muchas gracias, me agrada la independencia, la seguridad de Yolanda Mejía. Evidentemente las cuentapropia no pertenecen a las privilegiadas que sí pudimos parar.
Seguimos para echar ojo por el Centro de Gobierno. Ufa, aquí sí que causó estragos la inasistencia del sector femenino. El tráfico libre, no hay gente cruzando la calle, las oficinas prácticamente vacías o de plano cerradas. Los testigos de Jehova de la esquina no vinieron. Oiga aquí sí que se siente vacío o ¿cómo la ve? Pues mire no más que tristeza trabajar así, hacen mucha falta las mujeres nos dice el vigilante a las afueras de relaciones exteriores que tampoco atendió al público. Mira mijo tómale una foto a esta soledad tan sola. Si hasta parece que llegó el coronavirus. Y tú, ¿Por qué piensas que aquí se nota más? No lo puedo asegurar, pero justo recordaba a un autor irlandés (Mckines, me parece) que decía que las mujeres solas en Europa y por lo que se ve aquí también, en términos laborales encuentran su mejor opción en una oficina gubernamental y concluía diciendo que, en ese punto, el laboral, es conveniente casarse con el Estado pues es cómodo el horario para sobrellevar la situación. Con todo lo que hoy sabemos, me cuestiono qué tanto bajaron los sueldos a partir de la entrada masiva de mujeres al sector gobierno.
¿Y si checamos el centro?
Bien, vuelta por el Vildósola, son pasadas las 13 horas y el bulevar no es normal, está solón. Oye, no se ven hombres con los niños saliendo de las escuelas. No porque las cerraron ¿qué no ves que la mayoría son maestras casadas con el Estado? Pero entonces, ¿quién está cuidando a los niños? Entramos al centro, los pequeños comercios y el mercado municipal totalmente en funcionamiento. Muchas mujeres trabajando y muchas comprando, se siente casi un día común. Recorrimos la Serdán y comprobamos qué junto con el Gobierno Federal y Estatal, fueron las grandes empresas quienes apoyaron con mayor firmeza este paro. Total, ni uno, ni el otro pierden mucho. El trabajo que no pude hacer hoy, el recibo que no pude pagar hoy, la transacción que no pude hacer hoy, los alimentos, las medicinas que no pude comprar, todo eso lo puedo hacer mañana. Entonces ¿Quién gana? ¿Quién pierde? ¿O se mide en términos políticos?
Vámonos ya, tenemos suficiente para reseñar. “Cómpreme una bolsa de nuez, 50 pesos la bolsa” suplica una mujer con su niño a cuestas. Por supuesto, había prometido no comprar nada, pero las autoempleadas empobrecidas qué culpa tienen, además lo más seguro es que ni siquiera estaba enterada de que en México hay un gran movimiento que convocó a un paro.
Por Ana Lucía Castro Luque
Fotografía de Miguel Ángel Moroyoqui
Me encanta leerte Lucía… tan natural, tan libre… y si, también coincido que 1 día de paro no resuelve nada, pero se va abriendo camino, lento pero ahi esta la discusión, el punto y porque no, el interés…
Hola Rosana, gracias por tus comentarios, me animan a seguir. Oye, pero yo no considero que no sirva de nada un paro… en esta caso me causo cuz cuz que fuera con permiso y desde otra perspectiva estoy segura que ayudó mucho el parar, el detenerse porque nos permite pensar, reflexionar que es lo que más me interesa por ahora.
Gracias y seguimos el intercambio. Lucía
El hecho de que las mujeres jóvenes hayan logrado un día llenar las calles de México (8M) y el otro vaciarlas casi por completo (9M), me genera mucho entusiasmo. Sirvió para demostrar que hay un nuevo actor político que ya no puede ser ignorado: las mujeres jóvenes y muy jóvenes, que son las que viven el acoso continuo y cotidiano. Como dice Marta Lamas: nosotras teníamos miedo a la violación, pero no a que nos maten. Los tiempos han cambiado. ¡Que bueno que planteas estas cuestiones en tu crónica (muy bien escrita, como siempre)!
Hey Maren, yo también muy entusiasmada por toda esta ola de discusiones, intercambios, marchas y paros. Me encantó ver que fue verdad, la ciudad se sentía solo. De hecho, no lo escribí pero una señora de las que empacan en un super me dijo: parace navidad. Es impresionante nuestra fuerza y bueno todo eso ha servido para sacar el enojo, para pensar.
Enhorabuena y muchas gracias como siempre por tus porras.
Como siempre, fue un gustazo leerte. Este 9 de marzo pensé que pondría mi granito de arena pero no estoy segura si este movimiento va a alcanzar para que la voz de las mujeres deje de ser ignorada, esperemos con fe y optimismo que suceda en un futuro cercano. Que el trabajo de las valientes que salen a las calles a manifestarse tenga frutos.
Esa Vero, Qué bueno que has contribuido este año y no dudes que ha servido de mucho. Debemos de mantener la esperanzas de que a partir de ahora, los feminicidios y en general la voz de las mujeres no serán ignorados. Sigue dependiendo de nosotras que así suceda. Gracias por comentar, es un gustazo también saber que estás ahí, del otro lado de la línea.
Se seguirá hablando del 9M, uno de los raros días en los que pudimos ponernos de acuerdo para visibilizar el papel social y económico de la mujer, pues a pesar de que es evidente la contribución, esta se subestima. Gracias por la crónica, muy fresca.