Hermosillo, Sonora.-

El pasado 14 de septiembre falleció la entrañable amiga, Guadalupe “Lupe” Sobarzo, a quien conocí cercanamente en la Escuela Preparatoria de la Universidad de Sonora, en 1971-1972. La noticia fue un golpe muy duro para mí. Me estrujó y conmovió, pues habíamos mantenido una frecuente y cercana amistad vía telefónica durante algunos años. Ella desde el pueblo de Comala (Colima) y yo desde Hermosillo. A través de esa comunicación nos acercamos estrechamente y nos identificamos en ideas políticas y gustos artísticos. Además, nos acercó más todavía que otra hermosillense, la doctora Diana Cirett se fue a vivir a Colima y se hicieron grandes amigas.

Hace tres meses vino a Hermosillo a dar una charla en el museo MUSAS, invitada por su director, Octavio Avendaño; fue cuando nos volvimos a ver físicamente. Me dio mucho gusto.

Ella estaba disminuida físicamente debido a una fractura de cadera que tuvo años atrás. Haciendo un gran esfuerzo y venciendo temores, vino a Hermosillo, a donde no caía desde hacía algunos años y platicamos largamente como siempre lo hicimos. Era ya una mujer madura, muy sonorense, de carácter, ideas y lenguaje firmes.

Durante sus últimos años se dedicó a conservar la obra de su esposo, el artista plástico Ricardo Rocha, y también el legado del grupo SUMA, del cual igual formó parte su marido. De hecho, entiendo que Lupe logró que la Universidad de Colima conservara la obra de su esposo (ya fallecido), con lo que ella se sintió muy satisfecha.

Collage conmemorativo de SUMA para Rocha vía Abril Castro

La Lupe y yo

En 1972, ambos  formamos parte de los jóvenes que  se identificaron con algunos rasgos de la nueva ola cultural que surgió en Estados Unidos y que influyó en los jóvenes de entonces. Las jóvenes atrevidas utilizaban minifaldas dejando ver hermosas piernas en las calles de la Universidad de Sonora y en otros lugares de Hermosillo.

Fue la “primavera juvenil” que se vivió en nuestra ciudad en aquellos años.

La Lupe Sobarzo fue una de esas jóvenes que, surgidas de la pequeña burguesía hermosillense, se atrevieron a unirse ala juventud universitaria de cabello largo y pantalones de mezclilla. No lo hizo de lleno, no, pero tener amistad con algunos de “Los azules” y  otros “estrafalarios” era ya reprobable para la “sociedad” hermosillense, entonces tan pastoril y rígida en sus costumbres. 

Ella mantenía un pie en los círculos de la pequeña burguesía y otro en la juventud rockanrolera y serratiana de ese entonces, que empezaba a formar una notable ola generacional que deambulaba por la universidad y en calles vecinas a ella. No fue la única pero sí una de las más conocidas por mí, junto con sus amigas Magdalena Mahiuex y Zarina Brackmo, integrantes de las familias burguesas de Hermosillo, aunque de origen extranjero.

Ahí nuestras vidas se separaron…

Al concluir la preparatoria muchos nos fuimos a estudiar a la UNAM, ya que la Unison no ofrecía muchas carreras profesionales.

Ahí nuestras vidas se separaron.

Nos volvimos a encontrar muchos años después en la Ciudad de México, cuando ella formaba parte de los círculos bohemios de pintores y otros artistas, y aunque nuestro encuentro fue fugaz también fue feliz. Me dio mucho gusto verla de nuevo. Ella de inmediato me invitó a unirme a la bohemia en un famoso bar de la ciudad, sin que mediara ningún prejuicio. 

Se había casado con el pintor Ricardo Rocha y ambos formaban parte del grupo de pintores callejeros llamado SUMA. Se decían callejeros porque retomaban símbolos de la calle y los transformaban en pinturas en las paredes de las calles de la capital.

El grupo alcanzó reconocimiento nacional e impactó el mundo pictórico de entonces, aunque no el de gran formato, sino más bien el de orientación popular, como fue la tendencia de algunos círculos artísticos de entonces.

En sus últimos años, Lupe vivía en un semi retiro activo y recordaba con cariño a su hermano El Chiquilín.

Su partida me deja un profundo hueco emocional, pero una de sus amigas me dice que ella pasó a otro plano en el que renacerá de acuerdo a su karma. Estoy haciendo un esfuerzo serio por creerlo.

Ciertamente vivirá en mí y seré fiel a su integridad y firmeza, a su enorme humanidad.

¡Nos seguiremos viendo, Lupe!

Por Héctor Apolinar Iribe

https://x.com/hector_apolinar

Fotografías proporcionadas por María de la Luz Sobarzo

 

Lupe Sobarzo en un video de Alan Ramos

 



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Sobre el autor

Nació en Ciudad Obregón, Sonora. Periodista, escritor, exfuncionario público y exactivista. Ha ocupado diversos cargos: Director general de Educación Media Superior y Superior de la Secretaría de Educación y Cultura (Sonora), Coordinador de los campus La Paz y Los Cabos, Baja California, de la Universidad de Tijuana. Excolaborador de Lupa Ciudadana, Letras Libres, VanguardiaInfo.com y Dossier Político.

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