Y el público saturó el lugar del holocausto. Las redes sociales y la muerte de José José. El último aplauso, el mejor. Para el príncipe de la canción “La nave del olvido” no ha partido. Ni partirá. No vayan a empezar con los memes de José José, respeten, esperen un poco, un poquito más.
Me moriría si te vas.
El luto le pertenece, sin duda, a una generación anterior. José José fue protagonista y figurante de sueños románticos y eróticos de quienes crecieron ante el poder de radio y televisión. Hegemonía de los años setentas: el PRI, Telesistema Mexicano y rubias platino, peinadas y laqueadas.
En nuestros tiempos líquidos y breves, Pepe Pepe debe su inmortalidad contemporánea al video YouTube que comparte, de manera gratuita, su momento de gloria: “El triste”, interpretación arrogante e inocente en el Festival de la Canción Iberoaméricana – origen arqueológico del OTI – que rompió las aguas del Nilo para decir “aquí estoy”.
Nadie como José José para encarnar el proceso de éxito y degradación donde voz y sensibilidad sucumben a la tentación del placer y la carne, sin posibilidad de redención.
Sobraba talento, faltó disciplina.
A diferencia de Juan Gabriel, Camilo Sesto o Rocío Durcal, capturados en célebre fotografía viral, José Rómulo Sosa Ortiz puede ser considerado un mártir del Gólgota farandulero. Aún en 2015, con diabetes, enfisema y las consecuencias de excesos etílicos, continuó presentándose en vivo.
Sabíamos de su muerte, ocurrida al menos, 15 años atrás, cuando ya no era posible hacer nada por él, por su tesitura e infantil aspecto: el principito, a lo Saint Exupery (mucho antes de Gustavo Cerati, si’l vous pleit).
Ha llegado el momento de rendir homenaje a uno de los máximos intérpretes populares de la canción. Esta es la lista de las rolitas que deben ser recordadas hoy y siempre.
“Cuidado”. De Armando Manzanero, 1969. El primer trabajo discográfico de José José. Genial interpretación.
“Buscando una sonrisa”. De Jonathan Zarzosa. 1971. Contenida en album ya dentro del triunfo inexorable. La melodía sirvió como plataforma de lanzamiento para su película, con el mismo título.
“Mi niña”. De Scottie Scott, 1970. Esta maravillosa canción está disponible en el álbum El Triste, con arreglos de Chucho Ferrer, heraldo del genio interpretativo que se adueñó del escenario.
“Del altar a la tumba”. Armando Manzanero, 1969. Mi personal favorita. Revela el espíritu romántico del XIX que convirtió a la figura de José José en el cantante perfecto: frágil, pesismista, indefenso ante la muerte. Cinco estrellas para esta canción, por favor.
“Divina ilusión”. Fedrico Chopin, letra adicional de Enrique Quezada. 1975. Por si quedan dudas acerca de la conexión entre José José y el alma del romanticismo decimonónico: “Siento que mi alma se desgarra, pues le faltan las caricias y los besos de tu amor” y esos coros a lo Va Pensiero, digo.
“Paloma”. De Roberto Cantoral, 1975. Tema introductorio de telenovela legendaria. Fino erotismo y letra sensual.
“Gavilán o paloma”. De Rafael Pérez Botija, 1977. Aunque fue lanzada por Pablo Abraira, en realidad le pertenece a José José. Inolvidable debate: ¿se trata de un travesti? ¿es una experta en la cama que inhibe al primerizo?, “Sólo me dio frío tu calor”, frase polémica. Hasta hoy.
“Ya lo pasado, pasado”. De Juan Gabriel, 1980. Es verdad, se convirtió en el himno: “me los chingué”, de la Juanga, pero la interpretación del príncipe de la canción no tiene comparación.
“La nave del olvido”. De Dino Ramos, 1970. La conjugación de valores creativos – Armando Manzanero, Roberto Cantoral y los arreglos de Eduardo Magallanes y Chucho Ferrer – le dieron al jovencísimo José José el lugar indiscutible que nadie le arrebatará.
“El triste”. De Roberto Cantoral, 1970. El príncipe de la canción entra por la puerta grande. El video YouTube no deja lugar a dudas: Angélica María con lágrimas en sus ojos, Marco Antonio Muñiz y su boca abierta, Alberto Vázquez avasallado, Andrés García en busca del abrazo vanidoso y el de la pandereta, que no puede evitar el deseo de tocar al nuevo semidios.
Si me dejas ahora mi espíritu se irá tras de ti, cabalgará día y noche sintiéndose soñador y Quijote.
Nada mas, y nada menos.