El universo de Viaje a las Estrellas sigue expandiéndose. A cincuenta años de su nacimiento, la más actual serie cinematográfica iniciada bajo la dirección de J. J. Abrams en 2009, encuentra ahora un punto de inflexión para realizar el nuevo lanzamiento de esta franquicia. La diferencia se explica al combinar tanto la nostalgia de las películas del período 1979 a 1986, como el recuerdo sobre la serie de televisión; luego, se incorporan excelentes efectos especiales y se subraya su mensaje evangélico sobre el cósmico respeto a la diversidad, a la fraternidad y al progreso. Todo esto sumando constantes destellos de humor, gracias al guión de Pegg y Young, quien no pierde de vista el contacto con la realidad de nuestro mundo.
De la mano de Justin Li, el realizador de cuatro cintas de la saga Rápido y Furioso, Viaje a las Estrellas: Sin Límites, presenta a su tripulación en una zona de confort tan evidente que el Capitán Kirk (Chris Pine) no duda en calificar la situación con una frase afortunada: “It’s starting to feel a little episodic”. Más cerca de “Space Oddity” que de “Fly me to the moon”, Kirk se hastía sin remedio.
Mientras tanto, Spock (Zachary Pinto) recibe la noticia de la muerte del embajador Spock (Leonard Nimoy), quien es él mismo, en el futuro. En apariencia perturbado, no podrá pensar ni actuar con la lógica que lo caracteriza. Más cerca de “Unforgettable” que de “Major Tom”, Spock sufre de melancolía y existencialismo.
Así, al llegar a la gigantesca estación Yorktown, fastuosa referencia a Nueva York, el Enterprise espera una nueva misión al tiempo que recibimos una señal, un guiño memorable: Sulu (John Cho) aparece casado con otro hombre y con una pequeña en adopción. Claro, es un homenaje a George Takei, el Sulu original, célebre por su activismo a favor de los derechos de los homosexuales.
Después, la aventura llevará a la tripulación del Enterprise a un planeta hostil, hogar para la aliada Jaylah (Sofia Butella) y base de operaciones para el destructor Kroll (Idris Elba). De este mundo saldrán el mal y su posible remedio. Kroll, intolerante fundamentalista, encabeza la marcha de un millón de naves, enjambre capaz de devastar Yorktown y lo que representa: una civilización tolerante, pacífica y avanzada.
Por su parte, Jaylah posee un arma poderosa, capaz de neutralizar a los fanáticos. ¿Podrá la tripulación del Enterprise y su amiga Jaylah vencer a tiempo al multitudinario ataque a la cultura y a la ilustración? ¿Se salvará Yorktown, monumento a la evolución de occidente, maravilla utópica profetizada por Stanley Kubrick en 2001: Odisea en el espacio? Más cerca de Sabotage, de los Beastie Boys, que de The Blue Danube, la respuesta a la mortal ofensiva de los extremistas está en manos del Capitán Kirk cuando dice: “Let’s make some noise”. Y así sucede. Y los espectadores reaccionan. Y la magia aparece.
Viaje a las Estrellas: Sin Límites es una oportunidad para el lucimiento de Justin Li. Se impulsa la acción trepidante y se capitaliza el valor de los efectos especiales. Veterano en estos aspectos, Li hace un magnífico trabajo. Por ejemplo, el manejo de las tomas en espiral, a partir de los close ups dedicados a Kroll, sirven para aumentar la credibilidad acerca de la amenaza que ese personaje debe significar. Y los montajes en las secuencias de batallas en el espacio resultan de verdadero vértigo. La destrucción de una nave espacial en pleno vuelo, al detalle, supera lo que se ha realizado hasta ahora en el género del cine de fantasía. Nunca antes se había visto nada igual.
Por supuesto, el trabajo previo de Gene Roddenberry ha creado personajes definidos a la perfección. Esto facilita la identificación del público con todos ellos, aunque no seamos fieles seguidores de esta franquicia televisiva y cinematográfica que es legendaria, icónica y relevante en la cultura popular de nuestro tiempo.
A quince años de la tragedia del 11 de septiembre y ahora, en medio del debate acerca de los derechos de los homosexuales y la defensa de los valores tradicionales en México, Viaje a las Estrellas: Sin Límites, entre broma y en serio, de nuevo coloca lo marginal en el centro.
El universo de Viaje a las Estrellas: Sin Límites sigue en expansión. La nave va y es tiempo de abordar la travesía con inteligencia y moderación. Es lo menos que podemos hacer si queremos, en realidad, hacer la diferencia.
Viaje a las Estrellas: Sin Límites. Director: Justin Li. Guión: Simon Pegg y Doug Young, basados en historias y personajes creados por Gene Roddenberry. Música: Michael Giaccino. Con: Chris Pine, Zachary Quinto, Idris Elba y Sofia Butella.
Por Horacio Vidal
Excelente reseña, las analogías musicales caen puntuales y claras, como si Dr. Seuss hubiera escrito para adultos. La redacción es excelente, la prosa impecable, pero de eso no se trata este espacio, si tengo algo que decir del contenido es que fuí de nuevo a ver la película después de leerlo y fué una experiencia interesante. La ví con otros ojos, bajo otra luz, una diferencia comparable a ir a una ópera que no conoces sin programa y con programa. Hay muchos y claros guiños de la película que me perdí la primera vez y aquí aparecen como si fueran «easter eggs». Yo, a diferencia del Sr. Vidal, si soy un fiel seguidor y, modestia aparte, experto de la saga de Star Trek, desde los capitanes James T. Kirk y Jean Luc Picard hasta los capitanes Kathryn Janeway y Jonathan Archer, y aún así el Sr. Vidal me ilustró con respecto a la nueva película y me dió un par de lecciones con su interpretación. Felicidades.