«¿Cómo se explica que en los últimos 15 años jamás se ha presentado un nuevo valor de la danza sonorense en Un Desierto para la Danza?»
Es la pregunta que lanza Manuel Ballesteros en su estreno como pluma de Crónica Sonora. Bienvenido, bienvenidos.
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Hace siete años utilicé este título, “Un desierto para su danza”, en una nota publicada en mi Facebook. Desde entonces hablaba de la inclusión de nuevas propuestas coreográficas: por más “novatas” que éstas les parezcan a los grandes maestros de la danza contemporánea en Sonora, el trabajo de nóveles coreógrafos merece ser visto por el público de Un Desierto para la Danza (UDPD).
En aquel 2009, yo no pedía que se le diera a nóveles coreógrafos una edición para coordinar, sino un mecanismo para incluirlos. No hablaba sólo por mí, sino por los nuevos valores de la danza contemporánea de aquel entonces; como Parámetro ciego, de Ernesto Contreras, y Vorte 6, de Abigail Núñez, que ese año se presentaron en subsedes.
Este abril se cumplen 24 años de festival. ¿Qué ha pasado? ¿Sigue siendo lo que hace dos década fue? En estos 24 años han desaparecido cuatros grupos: Truzka, Espiral, Alebrije y Aldo Siles Danza Contemporánea. En su edición 2016 no aparece en la programación Producciones La Lágrima. Aquí la percepción es de una resta, en vez de suma.
En lo personal, que formé parte de Producciones La Lágrima por casi diez años, me encantaría ver también en el actual programa a la maestra Adriana Castaños, ahora que ha sido condecorada con la Medalla de Bellas Artes (2014), y más recientemente con el Premio José Limón (2016). Sería un regocijo ver la permanencia de Producciones La Lágrima en este festival; sostener un grupo en México no es cosa fácil.
¿Cómo se explica que en los últimos 15 años jamás se ha presentado en el Teatro de la Ciudad un nuevo valor de la danza sonorense en el marco de Un Desierto para la Danza? Mancillas sabe lo difícil que es sostener un grupo artístico, ¿cómo no alentar a las nuevas generaciones abriéndoles una puerta, cuya llave este año la tiene él?
Justo esa puerta se abrió el año pasado cuando el grupo Quiatora Monorriel, dirigido por Evoé Sotelo y Benito González, fueron los anfitriones de Un Desierto para la Danza 2015, dándole cabida a una función especial para jóvenes creadores sonorenses.
La famosa curaduría
A decir de una nota de Jorge Motel, que recién publicó en platicarladanza.blogspot.com, en la rueda de prensa de UDPD se le preguntó a Miguel Mancillas la razón de la exclusión en la presente edición de jóvenes creadores sonorenses, lo cual –insisto y desde mi punto de vista– fue un gran acierto de Quiatora Monorriel. Aquí la respuesta de Mancillas, cito textual la nota de Jorge Motel:
“La propuesta o visión curatorial del grupo anfitrión en turno, es sólo del grupo anfitrión y no debe ser impuesta a los otros grupos que lleguen a fungir como anfitriones en futuras ediciones…”.
Palabras más, palabras menos, Mancillas deja en claro que este año Un Desierto para la Danza es SU festival, no un festival financiado por el Gobierno del Estado a través del Instituto Sonorense de Cultura. El maestro Mancillas decide qué grupos participan y cuáles no. Por favor, que no lo ciegue la soberbia. Mejor que mire con los ojos de su vasta experiencia en pro de la danza.
Si bien no todos cabemos en Un Desierto para SU Danza, valdría la pena una convocatoria específica para jóvenes coreógrafos en la que, previa evaluación, se escogieran las mejores propuestas artísticas, tal como se hizo el año pasado. Se percibe una soberbia para creer y asegurar que no hay otras posibilidades de propuestas artísticas entre las nuevas generaciones.
Parece que en el arte escénico ocurre lo mismo que en cada trienio o sexenio: la autoridad en turno borra las buenas acciones del anterior, para empezar a hacer de las suyas y así nunca sumar, siempre anteponiendo sus caprichos. Aquí hay una visión artística que la experiencia, la edad, el nombre y el prestigio le dan a Mancillas. En sus propias frases, suena interesante el valor que la da a la palabra “curaduría”.
Una pregunta básica: ¿qué hace interesante a un festival? Aquí una respuesta lógica: apreciar la nueva propuesta del artista o los artistas. Me van a perdonar, pero si no hay propuesta nueva entonces ¿cuál es la gracia de la famosa curaduría…? ¿Se aplica a contentillo?
Tampoco se trata de que los grupos estén manufacturando obra nomás porque sí. Pero pongamos un ejemplo: ¿qué ocurre en los festivales de cine? Todos sabemos que presentan estrenos y como evento artístico eso lo hace interesante, vas a ver una película que no habías visto (por lo general). En Un Desierto para la Danza ha ocurrido que el grupo anfitrión tiene el privilegio de inaugurarlo con un estreno coreográfico. Esto no es una regla ni requisito, pero sería bueno que siempre sucediera: esto crea la expectativa, el interés de conocer la nueva propuesta. Luego entonces y retomando el tema: como la curaduría la hago YO… puedo programar algo que ya se vio una y otra vez, para abrir MI festival.
Antes de redactar este texto que hoy comparto, le pregunté al maestro Miguel Mancillas, vía inbox de Facebook, a qué se debió el retraso en la publicidad de Un Desierto para la Danza 2016. ¿Por qué el video promocional y la imagen de esta edición no corresponden a lo que el público verá en escena? ¿Por qué Antares no tiene estreno siendo el grupo anfitrión? Hasta el momento de publicar este artículo, no he tenido respuesta.
La imagen gráfica en cuestión es limpia, pulcra, de excelente manufactura, creativa y muy bien hecha… pero no corresponde a la imagen subversiva, retadora, moderna, irreverente, inclusiva que se ve en el video promocional. Tal parece que ambas imágenes, gráfica y audiovisual, invitan a distintos festivales. No necesariamente esto de la imagen tiene que ser así, no hay una regla escrita. Sin embargo, ha ocurrido en la historia del Festival y en esta edición 2016 que no hay congruencia al respecto; o pudo existir censura por parte de la secretaría técnica del Gobierno del Estado, como ha ocurrido en años anteriores, no lo sé, pero es posible, es lo único que puedo pensar para ver estas imágenes tan dispares una de otra.
Y si nos vamos a la noche de apertura de Un Desierto para la Danza 2016 con Antares y su Desatados, pareciera enfrentarnos a un tercer festival muy distinto… porque nada tiene que ver con ninguna de las imágenes antes descritas. Entonces, vuelve la pregunta: ¿Dónde está aquí la curaduría?
Como en la política, en las artes también hay personajes que toman decisiones y se vuelven intocables. Si queremos que avance Un Desierto para la Danza analicémonos, recapitulemos y replanteemos un modelo de festival que tras sus 24 años abra su foro principal a nuevas propuestas, entre otras cosas.
Bien merece la pena que el Instituto Sonorense de Cultura revise la misión y visión de este Festival. Que cree una normatividad respecto a Un Desierto para la Danza, en la que establezca las prerrogativas que definen la acción del grupo anfitrión como curador de cada edición y la función social que debe representar esta fiesta de la danza. Mientras nada de esto exista será un arma de doble filo que los grupos anfitriones decidan el rumbo que debe seguir esta festividad. De ese modo se convierte cada año en una dictadura… y como en todos los casos, las dictaduras deben caducar.
Por Manuel Ballesteros
En portada, poster del XXIV Festival Un Desierto para la Danza -con fotografía de Edith Reyes-, que forma parte de:
LAS IMÁGENES EN CONFLICTO
Gracias, no pudo decirlo mejor.
La política transpira en cualquier ámbito de la vida social. Pero es una lástima y un desperdicio cuando los pensadores que no son políticos, que son artistas o son maestros o son científicos, piensan más en política que en el arte o en la educación o en la ciencia. Si la voluntad política de TRANSPARENCIA fuera más vocacional que publicitaria, no tendríamos tan frecuentemente estos disgustos. Es necesario que vayamos asumiendo y exigiendo procesos políticos [en cuanto que toma de decisiones] más transparentes…. si queremos minimizar la VERTICALIDAD actual de la política, y normalizar el uso de los valores democráticos y republicanos en beneficio de los comunidad y no de unos cuantos.