Supuestos visitantes de otros mundos han estimulado la imaginación colectiva. Sobre todo, a partir de la segunda mitad del siglo XX. Obstinadas cabezas exageradas, piel grisácea, miembros filiformes y enormes ojos cósmicos – negros e insondables como la muerte -, nos invaden con naves intergalácticas y armas omnipotentes.
Eso sí. Su civilización es muy parecida a nuestros antiguos, totalitarios y humanos imperios. Liberalismo y democracia no son nada del otro mundo.
Sin embargo, en esta constelación cultural, destacan aquellas historias conspiranoicas donde el poder oculta evidencias, esconde documentos y escamotea imágenes de extraterrestres asomándose al planeta.
Hombres de negro, MIB internacional (F. Gary Grey, 2019) pretende así recuperar el curso de esta franquicia para que su relanzamiento conquiste de nuevo el interés de los espectadores. ¿Sin Tommy Lee Jones y Will Smith? “Houston we have a problem”.
Siete años después de la última producción, esta película presenta a la pequeña Molly (Mandeiya Flory) y un temprano encuentro del tercer tipo con adorable criatura sin neuralizador de por medio; los años pasan y ahora, convertida en la agente M (Tessa Thompson) se unirá al desenfadado H (Chris Hemsworth) en una misión que involucra, otra vez, un dispositivo capaz de alterar el curso del infinito.
Por supuesto, el artificio en cuestión detonará una guerra fría a resolverse a partir de la química entre M y H, con sicarios estelares, intrigas locales e intergalácticas y escenarios terrícolas que aparecen como lugares comunes, no de películas del espacio, sino de aquellas cintas extintas con superespías sofisticados listos para salvar al mundo “de la escoria del universo”.
En Hombres de negro: MIB internacional la fórmula del buddy movie es sustituida por esa mezcla de acción y destellos de comedia romántica que se hereda de los sesentas: Charada (Stanley Donen, 1963) y Arabesque (Stanley Donen, 1966).
Se trata de un estilo que resurge en años recientes: Kingsman, servicio secreto (Matthew Vaughn, 2014); Spy, una espía despístada (Paul Feig) y El agente de C.I.P.O.L. (Guy Ritchie, 2015) son muestras de esta galería.
Así, si algo debieron haber aprendido de dichas películas, era el indispensable equilibrio entre lo trepidante y el humor. El problema con Hombres de negro: MIB internacional es que, durante la mayoría de su proyección, no es ni lo uno, ni lo otro.
Por una parte seremos testigos de la gran aventura caída del cielo – literal – para la emancipada y empoderada agente M; su anhelo de ser un hombre de negro la motivara para dar los mejores resultados sin dar pie alguno para el flirteo con su compañero, el agente H.
En la otra esquina, veremos como el mundo y otros planetas se insinuan para admirar y poseer la belleza del agente H, convirtiendo la galanura de Chris Hemsworth en bromas, ocurrencias y lances como no se había visto en pantalla desde las cintas del maestro Mauricio Garcés: “las traigo muertas”.
La aparición de personajes secundarios interpretados por reconocidos actores aportan cierto brillo a este filme. El gran T (Liam Neeson) y la agente O (Emma Thompson) ocupan el escenario con la dignidad que les permiten sus roles. No les queda de otra.
El gran acierto de Hombres de negro: MIB internacional es la química que existe entre Tessa Thompson y Chris Hemsworth. Ambos histriones ya probaron su nobleza en la reinvindicativa Thor, Ragnarok (Taika Waititi, 2017).
De nuevo en Marvel, Thompson y Hemsworth harán lo posible por seguirle los pasos a Tommy Lee Jones y Will Smith, desde otra perspectiva que, a menos que nazca el romance en próximas entregas – como ya se puede percibir en esta versión – , amenaza con agotar sus propios recursos.
Es una lástima que la idea original planteada en los cómics originales haya sido dejada de lado. Una crítica social dirigida hacia conservadores y liberales, abusos de autoridad desde el poder gubernamental y el trato hacia alienígenas como intrusos o inmigrantes cuyos derechos son pisoteados, pudo haber encaminado a las aventuras de los hombres de negro por otros senderos.
Pero no ha sido así. Ninguna de las producciones le ha hecho justicia al texto primigenio.
Esta es, por lo tanto, una película de verano que nos hace pensar en todo lo que pudo haber sido y no fue.
Y no se necesita neuralizador para olvidarla.
Qué leer antes o después de la función
Maten a Darwin, de Franco Félix. Un abigarrado y divertido relato cuya mezcla reta al más avezado lector a desentrañar su contenido sin caer en las trampas – golosinas encontradas en el sendero – que han sido colocadas por el autor.
¿Qué sucedería si Dios – o un extraterrestre que se hace pasar por Dios – llega a nuestro mundo para resetearlo y conquistarlo? ¿Qué pasaría si decide reclutar una élite de soldados imposibles y marginados? ¿Qué ocurriría si el Papa Benedicto XVI (ex prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, sucesora de la Sagrada y Universal Inquisición) se convierte en el enemigo a vencer?
Ciencia, filosofía, películas noventeras, reencarnaciones zapatistas, Darwin, sus herederos, nihilismo, anarquía y Bruce Willis, se presentan fragmentados en un caos aparente cuyo hilo conductor es uno. En palabras de Alfred Pennyworth: “Hay hombres que solo quieren ver arder el mundo”.
No tenemos esperanza. Nos lo merecemos.
Coincido en Houston they have a problem…
Ni Thor con su martillo pudieron salvar la película…
Las bromas acerca de la galanura de Hemsworth, los efectos especiales y la presencia de Liam Neeson y Emma Thompson tampoco pudieron hacer mucho por Hombres de Negro: MIB internacional. Por cierto, me acabo de enterar que un bloguero, en España, lanzó video donde se dio a la tarea de recopilar todas las ocasiones en las que los críticos y comentaristas de cine usaríamos el recurso del neuralizador para señalar lo «olvidable» de esta película. Yo también soy parte de esa estadística. Joder.