En CS queremos ir más allá de la emoción por el éxito en las calles y hemos invitado a Alejandro Valenzuela para recordar que además de estómago tenemos neuronas
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Mercado vs Estado – Impuestos vs Subsidios
Nos despertamos un día de estos con la noticia de que el 86% de los mexicanos adultos (65 millones de personas) detestan al presidente de la república. El odio no es sólo al presidente, es tan sólo la representación del odio que los mexicanos le tienen a esa clase política que vive en una obscena opulencia. El lujo y el dispendio de los que viven del presupuesto resaltan en medio de la extrema pobreza a la que está sometida la mitad de la población. No contentos con el natural desprecio que se les tiene, los gobernantes han atizado la llama del odio con gasolina.
Pero resulta que el precio de la gasolina fijado por el gobierno casi nunca es igual al precio de mercado. Si comparáramos el precio controlado (PC) de la magna con el precio de mercado (PM), usando como proxy de ese precio el promedio de la gasolina similar en los Estados Unidos, donde sí lo establece el mercado, veremos que hay momentos en que el PC está por encima del PM, en cuyo caso el gobierno cobra un impuesto (el IEPS); pero hay otros momentos en que la cosa es al revés: el PM está por encima del PC, y en ese caso el impuesto es negativo, es decir, es un subsidio. A la larga, si tomamos el periodo de los últimos 17 años, los subsidios se compensan con los impuestos.
Sin embargo, resulta que si se hubiera dado en realidad una liberalización de los precios de la gasolina (aunque ésta se importe de los Estados Unidos), el precio de la magna hubiera bajado ya que desde 2015 el PM muestra una clara tendencia a la baja (en consonancia con la caída de los precios del petróleo), mientras que el PC muestra una tendencia al alza. De hecho, el PM de la magna estaría más o menos en los 10.50 pesos por litro. Eso significa que en realidad, el gobierno incrementó el precio con la bandera de que lo iba a liberar y esa es la razón por la que se prevén ingresos por el IEPS de 280 mil millones de pesos durante el año.
Yo no sé cuál debe ser la consigna de la lucha en contra del “gasolinazo”, ni sé cuáles sean sus objetivos, si los tienen, pero lo que sí sé es que el precio lo debería fijar el mercado y no el gobierno. Si los que tienen carro quieren gasolina, que la compren a su precio real; si el gobierno quiere ingresos adicionales, que recorte del exorbitante presupuesto actual.
Un tanque de gasolina no cuesta lo mismo
Que la gasolina es comprada por el 15% de la población que tiene carro, es cierto, pero sus repercusiones son generalizadas porque todos los bienes deben ser transportados, usan combustible para ser producidos o ambas cosas. De todas maneras, aunque a los pobres se les regalara el carro, no podrían usarlo porque no podrían llenar el tanque. Aun con el precio de mercado, una persona perteneciente al 10% más pobre de la población (algo así como 8 millones de personas adultas), tendría que dedicar 20 jornadas de ocho horas para comprar 40 litros de gasolina magna, mientras que uno del 1% más rico (unas 800 mil personas) necesitaría 1 minuto y 13 segundos de trabajo (si trabajaran como el resto de los mortales) para comprar esa misma cantidad.
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¿Qué tanto es mucho dinero?
El gobierno tiene presupuestado gastar, este año, $4837512300000. Eso es más de una cuarta parte del valor de todo lo que se producirá en México durante 2017. Para que yo mismo entienda esa cantidad, es como si el gobierno se gastara en el año 40 mil pesos de cada uno de los 120 millones de mexicanos. Esos recursos podrían ser una poderosa palanca del desarrollo, si no estuvieran tan mal gastados.
¿Cuál es el problema principal de México, un país pletórico de problemas? Yo creo que la pobreza, que aquí sí está correlacionada con la distribución del ingreso. Tenemos, por una parte, 12 millones de familias muy pobres y, por otra, 12 familias muy, pero muy ricas (Aramburuzabala, Arango, Azcárraga, Bailleres, Del Valle, Gonda de Rivera, González, Larrea, Peñaloza, Salinas Pliego, Servitje y Slim) que tienen una fortuna calculada en poco más de 145 mil millones de estos dólares que ahora se tienen que multiplicar por 20 para hacernos una idea de la impúdica suma en pesos.
Las familias pobres tienen hijos que no comieron bien durante la gestación; que no comen bien durante el desarrollo y que van a la escuela con hambre permanente o malnutridos. ¿Cómo van a aprender esos chamacos y cómo van a ser personas productivas en el futuro? La Sedesol se gasta más de 100 mil millones de pesos dizque combatiendo la pobreza, pero de cada peso gastado en programas asistencialistas, a los pobres no les llegan ni 10 centavos. Por tanto convendría desaparecer Sedesol e instaurar un programa verdaderamente revolucionario en contra de la pobreza.
La tijera vengadora
El “gasolinazo” enciende la pradera porque atenta directamente contra la cartera de quienes tienen capacidad de protesta (si la clase media sufriera las penurias que sufren los pobres, ya habría habido aquí una revolución), pero bien visto se trata de un movimiento conservador con ropajes revolucionarios. Pedir la renuncia del presidente nomás para que el precio de la gasolina vuelva al menos al nivel que tenía la pasada noche de San Silvestre, es un desperdicio colosal, peor que el dispendio en que incurre la clase política. ¿Por qué beneficiar a los que tienen carro cuando se puede beneficiar a todos?
El rumbo de México se enderezará cuando emprendamos el largo y sinuoso camino al desarrollo, y ese camino empieza con la división del actual presupuesto federal en dos partes. Una de esas partes (de 1.8 billones de pesos, y todavía es demasiado) que se destine al funcionamiento del gobierno (los tres niveles y los tres poderes) de la nación. La otra (de 3 billones) que se dedique a la educación (incluyendo ciencia y tecnología), la salud y la infraestructura productiva.
Para reestructurar el gasto y que el gobierno se ajuste a 1.8 billones de pesos (partiendo del monto en que se encuentra ahora) deberán hacerse algunos recortes en rubros de extremo dispendio. Algunas ideas para el recorte son las siguientes: 1) la participación de estados y municipios (ahorro: 239 mmdp); 2) El INE, el TEPJF, el IFAI no necesitan la estructura que tienen en los estados, como tampoco se necesitan las delegaciones federales (ahorro: 50 mmdp); 3) desaparecer todos los programas asistencialistas, que de todas maneras la Sedesol los usa para comprar votos (ahorro: 105 mmdp); 4) ¿Qué no Pemex y la CFE son empresas productivas del estado? Entonces ¿para qué quieren 724 mmdp? (ahorro: 700 mmdp; hay que dejarle a la CFE 24 mmdp para que subsidie la luz a los más pobres); 5) reducir ya la cámara baja a 100 diputados y la de senadores a 32 (ahorro: 10 mmdp); 6) reducción de las secretarías de estado (que ahora son 18) a cinco (ahorro: 500 mmdp), y 7) reducir a cero el gasto en publicidad, en la multitud de asesores de todo tipo, en la multitud de altos funcionarios y en los altos salarios del sector público. Se dice que el gobierno perdería competitividad si sus salarios son muy bajos, pero no seamos tan optimistas: la mayoría de ellos no podrían conseguir un trabajo decente y mucho menos bien pagado; no se sabe que las empresas se los estén peleando.
Hecho el recorte, que 2 billones se destinen a la educación, ciencia y tecnología (ahora se destinan 300 mmdp), que será al mismo tiempo un programa contra la pobreza porque además de una educación de calidad (escuelas de tiempo completo bien equipadas con multitud de actividades académicas, artísticas, culturales y deportivas), que se le dé a cada alumno en México dos comidas diarias porque nadie puede aprender con la panza vacía. ¿Se imagina usted que los hijos de los 10 millones de familias más pobres reciban alimento en sus escuelas?, ¿Se imagina el impacto que eso tendría en 10 años? Las familias que tienen recursos pueden prescindir del beneficio y reducir así el número de alumnos alimentados.
En este mismo renglón, que la comunidad científica determine qué programas de ciencia y tecnología requiere el país en los siguientes 30 años (incluyendo las humanidades y las artes). Es indispensable que aquí se considere el desarrollo de fuentes de energía limpias y alternativas a las existentes.
Otros 500 mmdp se deben destinar a la salud (ahora se tienen presupuestados 122 mmdp) y el resto (los otros 500 mmdp) a la infraestructura nacional (reconstrucción de ciudades, parques industriales, carreteras libres con salidas cada kilómetro, ferrocarriles, puertos y aeropuertos).
Este proyecto de desarrollo no sería barato, pero ¿qué son tres billones de pesos para el derroche que se ha tenido por décadas? Además, ese recorte tendría un beneficio adicional: enseñarle a la clase política que se puede vivir con mucho menos y que si quieren ganar más que se vayan al sector privado, a ver quién los contrata… Ah, los líderes contra el «gasolinazo» deberían ver un poco más allá de su tanque de gasolina… ¿No cree usted?
Por Alejandro Valenzuela
Fotografía de Lucía Torrero