El universo marvelita ha apostado a la insurrección y, por lo tanto, a la irreverencia. Sus personajes tienden a la desobediencia incontestable o encubierta. Héroes y antihéroes comparten escenarios, aventuras y odiseas que así lo demuestran.
Deadpool 2 (David Leitch, 2018) puede ser menos fresca y novedosa que su predecesora, pero contiene cambios a la trama que no le restan ni un ápice de diversión y entretenimiento. Al contrario.
Esta secuela sigue burlándose del género que le da vida, ataca a personajes de la competencia – tanto de Marvel como los de la venerable DC Comics -, lanza dardos con puntería hacia la cultura popular y, en resumen, no deja títere con cabeza. Hilarante.
El desafío de cualquier producción cinematográfica en una segunda entrega es, por lo menos, conservar la altura del primer éxito.
Deadpool 2 lo consigue echando mano de la gracia de su protagonista. Además agrega correctos compañeros de andanzas, coreografías hiperviolentas – en lucha cuerpo a cuerpo y en persecuciones mecánicas de vértigo – y se da el lujo de hilvanar una historia de amor que despierta en el patán paladín el deseo de ser un mejor ser humano a partir de la defensa a quien más lo necesita.
Wade Wilson/Deadpool (Ryan Reynolds) enfrenta sus instintos paternales. Conoce a Russell (Julian Dennison), obeso puberto internado en un reformatorio para mutantes. Deadpool comprende que él puede ser el guía que el muchacho reclama, sin embargo Cable, viajero en el tiempo (Josh Brolin) se opone.
Como en Terminator (James Cameron, 1984), Cable llega con una misión: eliminar al adolescente antes que se convierta en el asesino del futuro.
La idea de la protección al menor de edad inmerso en una atmósfera difícil de controlar es vieja. Gloria (John Cassavetes, 1980) es, quizás, una de las mejor logradas. Aunque la referencia marvelita inevitable es, precisamente, Logan (James Mangnold, 2017).
Para salvar al chamaco, y salvarse a sí mismo, Deadpool reclutará a su propia clicka, provocando las mejores secuencias de este filme.
Junto a Colussus (Terry Crews), Warhead (Briana Hilderbrand) y su novia Yukio (Shioli Kutsana), se unen personajes muy atractivos. Destacan: Dominó, la suertuda (Zaziee Beets, ¡urge una película de ella!), Vanisher (reto a que identifiquen al actor que en cameo le da identidad) y Peter (Rob Delaney), un ser humano “normal” que solo atendió la convocatoria.
El aprovechamiento de un soundtrack alimentado por canciones pop es un recurso usado hasta la saciedad por las películas de comedia romántica en Hollywood. Sin embargo, debo admitir que Deadpool 2 encuentra un significado cautivador en este cliché.
Gracias a Deadpool 2 descubrimos que “Papa, can you hear me?”, melodía icónica de Yentl (Barbra Streisand, 1983) es idéntica a “Do you want to build a snowman?”, de Frozen (Jennifer Lee, 2013). Y la secuencia montada sobre “Tomorrow” de Anita, la huerfanita, interpretada por Alicia Morton, debe ser uno de los mejores montajes cinematográficos de la temporada.
Mención aparte merecen los créditos iniciales de Deadpool 2. Se trata de la canción “Ashes”, escrita para esta película y cuya interpretación por Celine Dion es una referencia muy bien lograda a las introducciones genéricas de los filmes de James Bond, en especial sobre Skyfall (Sam Mendes, 2012) y, sobre todo, Spectre (Sam Mendes, 2015). Genial.
Deadpool 2, en la máscara de su protagonista, insiste en romper la cuarta pared. El humor sigue siendo escatológico, vulgar e irreverente. Pero, ¿no es eso lo que se le exige a la comedia?
Hay agonía y éxtasis. Y en dicha secuencia es imposible no recordar The mask (Chuck Russell, 1994), así como a su protagonista, Jim Carrey.
Ryan Reynolds participa ahora como guionista. Su influencia creativa en Deadpool 2 aparece en las ironías que él mismo se receta.
Desde las cómicas referencias a Interview with a vampire (Neil Jordan, 1994), o el célebre cruce de piernas en Basic Instint (Paul Verhoven, 1992), esta nueva película contiene escenas que harán reir al público.
Más, por otra parte, la postura de Deadpool 2 frente al abuso infantil, venga de donde venga, así como la posibilidad de la redención a través del reconocimiento a la importancia de la familia, cualquiera que esta sea, hacen de esta cinta un entretenimiento que se disfruta.
Agradar al “público masa”, decía Ortega y Gasset. Banalizar la cultura, señala Mario Vargas Llosa. Y todo eso está en Deadpool 2.
P.D.- Otra vez, conviene quedarse a los créditos finales. Quizás son los mejores que se han visto en algún tiempo.
Por Horacio Vidal