Ciudad de México.-
En 1993 era yo un adolescente quien soñaba con hacer carrera como músico. Ingresé a estudiar piano al Conservatorio Nacional de Música en la Ciudad de México. Por supuesto que en aquellos años la palabra jazz estaba, casi sin exagerar, prohibida en las aulas de ese sagrado y ortodoxo recinto de la buena música culta y académica. Preguntarle a mi profesora de piano qué era el jazz me hubiera valido dos buenos reglazos en las manos (en esos años aquella profesora aun acostumbraba “corregir” ciertos errores al piano con esa estricta y “elegante” manera, de la cual por cierto fui merecedor en un par de ocasiones).
Recuerdo que, junto a la entrada principal del Conservatorio, sobre la calle de Presidente Masaryk, había una pequeña tienda la cual ofrecía todo lo necesario para el aprendizaje de la música. En un par de vitrinas de cristal exhibían metrónomos, aquellos de madera con funcionamiento mecánico pendular (los digitales no eran muy populares todavía), cuerdas para guitarra, diapasones, libros de teoría musical, partituras, manuales de solfeo, etc.
En una ocasión caminando fuera de esa pequeña tienda vi exhibido un videocasete en formato VHS. En la portada aparecía un músico de unos 40 años aproximadamente con unas grandes gafas redondas, quien sostenía un Keytar (especie de sintetizador que se cuelga al hombro similar a una guitarra eléctrica). La portada decía: Chick Corea, Electric Workshop. En ese momento yo no tenía la menor idea de quién era ese músico. Dos cosas me llamaron sobremanera la atención; su sonrisa afable y por supuesto, ese increíble instrumento que sostenía entre sus manos, de inmediato entré a comprarlo.
Gracias a ese video tuve mi primer acercamiento al jazz. Lo siguiente fue comenzar a asistir a conciertos, primero a los realizados en la Escuela Superior de Música a cargo del profesor y pianista mexicano Francisco Téllez, y posteriormente a eventos culturales y teatros de la Ciudad.
Gradualmente comencé a conseguir material de Chick, deseaba tener la oportunidad de escucharlo alguna vez en vivo. Finalmente, mi sueño se cumplió, el pianista realizaría un concierto en 1997 en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM. Deseaba con todo mi anhelo poder apreciar en vivo la música de quien me había iniciado al maravilloso mundo del jazz. Acudí a comprar anticipadamente los boletos para el concierto con mis amigos Christian y Arturo, éramos tres jóvenes músicos quienes recientemente habíamos formado una banda de jazz rock…
En Octubre del año pasado, precisamente el día 22, falleció uno de los más célebres guitarristas de rock, Eddie Van Halen. De inmediato, la comunidad guitarrística en particular y, la rockera en general, conmocionaron por la muerte de este icono de las seis cuerdas. A pesar de llevar años luchando contra el cáncer desde hacía varios años y de que todos sus fans estaban consientes de que la vida de este músico estaba llegando a su fin, la noticia fue una bomba, la cual estalló con tal magnitud que nadie escapó a su impacto.
La tragedia fue presentada de inmediato en todos los medios informativos del mundo, incluyendo programas de radio y televisión. También, aparecieron avisos espectaculares por varios lugares de Estados Unidos expresando su cariño hacia este excepcional músico nacido en la ciudad de Ámsterdam, Holanda y nacionalizado estadounidense.
Hace un par de semanas la colectividad pianística del mundo experimentó una conmoción similar a la de aquél fatídico 22 de octubre del 2020, solo que ahora la ominosa noticia fue aun más devastadora: el extraordinario pianista de jazz, Chick Corea, trascendía a otro plano astral a causa de un raro cáncer detectado desafortunadamente en los últimos momentos de su vida. A pesar de tener 79 años al momento de su muerte, aparentaba una salud inmejorable, por lo que ninguno de sus miles de admiradores en el mundo esperábamos tal suceso.
Armando Anthony “Chick” Corea nació en Chelsea, Massachusetts, el 12 de junio de 1941. Murió el pasado 9 de febrero en Tampa, Florida. Al inicio de su carrera colaboró con destacados músicos de jazz como los percusionistas Mongo Santamaría y Willie Bobo, de orígenes cubano y puertorriqueño, respectivamente. Además, trabajó directamente con el legendario saxofonista Sonny Stitt, antiguo compañero y “rival” musical de Charlie Parker. Asimismo, en sus primeros años acompañó durante algún tiempo al saxofonista Stan Getz.
Con Paco de Lucía
Chick Corea es considerado uno de los más grandes músicos de este género, heredero de la tradición pianística de grandes jazzistas de la primera mitad del siglo XX como Bill Evans, McCoy Tyner, Errol Garner, Art Tatum, Oscar Peterson, Bud Powell, Red Garland, Ahmad Jamal, Dave Brubeck, etc. Junto a Herbie Hancock y Keith Jarrett representó lo más destacado de la escena del jazz de las últimas décadas del siglo pasado.
En 1967 lanzó su primer trabajo como líder: Tons for Joan´s Bones, álbum publicado por Atlantic Records, el cual incluía cuatro temas, todos de la autoría de Chick. Su despegue como pianista consumado se dio a finales de los años 60, al colaborar con el legendario trompetista Miles Davis, artista con quien experimentó la fusión del jazz con elementos nuevos, además de que fuera este músico quien lo convenció de comenzar a utilizar el piano eléctrico, siendo así el modelo Mark V de la marca Fender Rhodes el que lo acompañaría el resto de su vida.
A inicios de los años 70 creó una de las agrupaciones de jazz más exitosas de todo el mundo: Return to Forever, la alineación inicial, a modo de quinteto, estuvo conformada por los músicos Stanley Clark al bajo, Joe Farrell en el saxofón soprano y el matrimonio brasileño Airto Moreira en las percusiones y Flora Purim en las voces. Posteriormente, la segunda alineación cambió al formato de cuarteto; integrando ahora a Lenny White en la batería y un jovencísimo, por no decir casi adolescente Al Dimeola en la guitarra eléctrica.
La agrupación mantuvo durante todos sus años activos un sonido particular, debido principalmente a la fuerte presencia del uso de instrumentos de teclado, como el piano Fender Rhodes arriba mencionado, pero también otros de reciente invención como el Clavinet, específicamente el modelo D6, introducido en 1971 y el Wurlitzer (este último, aunque inventado desde mediados a los años 50, fue hasta finales de los años 60 que alcanzó gran popularidad entre los músicos tecladistas). A estos instrumentos electromecánicos de teclado se sumó el sintetizador, el cual vino a revolucionar por completo la música de los años 70. Los sintetizadores le brindaron un toque distintivo a toda la música posterior a los primeros años de esta década. Bandas como Pink Floyd o Emerson Lake and Palmer no hubieran logrado su peculiar sonido sin la presencia de este revolucionario instrumento.
Se dice que probablemente el primer músico de jazz en utilizar sintetizadores en sus composiciones y actuaciones en vivo fue el controversial pianista Herman Sonny Blount, mejor conocido como Sun Ra, nacido en Birmingham, Alabama, quien afirmaba venir del planeta Saturno varias vidas anteriores para salvar a la humanidad por medio de la música.
Entre los sintetizadores más utilizados por Chick en sus grabaciones destacan, de la marca Moog, los modelos: Minimoog, Modelo D, Moog 15 y el Polymoog, y de otras marcas como el Voyager, Arp Odyssey, Yamaha C45, así como el Yamaha Keytar KX5, Fairlight CMI, Yamaha DX7, el Sinklavier y varios de la firma Oberheim como el OBX por mencionar solo algunos de los sintetizadores más utilizados a lo largo de su extensa carrera musical.
La agrupación Return to Forever aprovechó esta nueva invasión sónica permitiéndole moldear su sonido propio para caminar libremente entre el jazz, el rock, el funk y el soul. Esto inspiró a otros músicos a utilizar este innovador instrumento, como al tecladista Joe Sawinul de la banda Wheather Report; Herbie Hancock, principalmente desde la fundación de su banda de jazz-fusión The Headhunters; a Geroge Duke, pianista durante varios años de Frank Zappa and the Mothers; a Lyle Mays, intenso colaborador del guitarrista Pat Metheny; y Jan Hammer tecladista de The Mahavishnu Orchestra, por citar solo algunos cuantos de ellos.
Las colaboraciones de Chick con varios músicos de jazz y otros géneros como Carlos Santana, Paco de Lucía, John Maclaulghin, Chucho Valdés, Wayne Shorter, Miles Davis, Bobby McFerrin, John Patitucci, Bela Fleck, Arturo Sandoval, Poncho Sanchez, Dave Weckl, Hiromi Uehara, Eddie Gómez, Avishai Cohen, etc., le permitieron enriquecer su lenguaje musical y llevarlo a otros niveles de evolución sonora. Es además el músico de jazz con más nominaciones de premios Grammy: 67 en total, llevándose 23 de ellas. Por si todo esto fuera poco, en la próxima entrega de estos premios en el mes de marzo competirá por dos más; mejor solo de improvisación de jazz por el tema All blues, así como a mejor álbum instrumental de jazz por Trilogy 2.
Es así, que incluso después de su muerte, este extraordinario músico sigue cosechando triunfos y aplausos por todo el mundo como desde hacía más de medio siglo. Sin lugar a dudas quienes amamos la música de Chick Corea sabemos del enorme vacio que deja, pero también reconocemos que su legado contiuará inspirando a nuevas generaciones de músicos, quienes al igual que un servidor, algún día verán en alguna tienda de discos (si es que existen todavía), o en algún portal de internet, los grandes anteojos redondos y la sonrisa franca de uno de los músicos más respetados y queridos del mundo y querrán acercarse a conocer el universo musical de Chick.
Descanse en paz maestro Chick Corea, el pianista de jazz que más he admirado y quien desde luego será la estrella más brillante del firmamento jazzistico en mi vida.
Con John McLaughlin, Carlos Santana y Herbie Hancock