Eso de querer entrar a todas las pelis no es buena idea.

Tampoco el hecho de proyectar cine con tamaña fuga de luz.

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Bien lo dice el dicho: “El que mucho abarca poco aprieta”, pero nunca lo había experimentado como el día de hoy.

El día estaba planeado de principio a fin, más que un itinerario teníamos una meta planificada “estratégicamente”: entrar a todas las proyecciones que se realizarían en el segundo día del Festival Internacional de Cine en el Desierto…. ¡Oh, grave error! A pesar de que dos cintas se presentarían casi a la par queríamos disfrutar de las dos, una comenzaba a eso de las cinco y media (Señorita María: la falda de la montaña, con una duración de noventa minutos) y la segunda a eso de las seis de la tarde (La Libertad del Diablo, con una duración de setenta y tres minutos). Señorita en la Casa de la Cultura, Libertad en el Museo de Arte de Sonora (Musas). A menos que desarrolláramos el poder de la omnipresencia era imposible estar en las dos o por lo menos disfrutarlas completas. Entonces, ¿cuál era el plan para poder estar presentes en las dos proyecciones? Era un plan fácil, o eso creíamos: 10 minutos antes que comenzara La Libertad del Diablo saldríamos de Señorita María. Pensábamos que La Libertad del Diablo comenzaba a eso de las seis y media; ese fue el primer error en la línea de eventos desafortunados del día.

A propósito de eventos desafortunados en el marco del FICD, los asistentes a las proyecciones diurnas en el auditorio de Musas padecemos una luz espantosa que se cuela por una de las ventanas sur del inmueble. Fotografía de Benjamín Alonso.

Logramos entrar sin mucho problema a la primera proyección: Señorita María, del director Rubén Mendoza. Desde el primer momento te atrapa por su gran elección de fotografía, las imágenes y sonidos de los primeros minutos te remiten a la época dorada del cine mexicano. Se presentan hermosos paisajes un poco desolados que dan una clara representación de la psicología del personaje, un gran comienzo para poder adentrarte en la historia ya que logra crear un ambiente de soledad que conecta con al espectador con la película. La línea narrativa se vuelve un poco lenta en ocasiones pero mantiene un ritmo aceptable. Por salir temprano de la proyección quedaron muchas dudas en mi cabeza y muchos argumentos que no pudieron ser completados.

Al llegar a La Libertad del Diablo evidentemente lo hicimos tarde pero tuvimos la oportunidad de pasar. Fue realmente difícil agarrar el hilo de la historia, además de que aún estaba con la inquietud de la anterior. Decidimos que lo mejor era salir ya que no podíamos encontrarle el sentido y nos sentíamos incómodas.

Por todo lo anterior fue verdaderamente difícil tener la experiencia completa de algunas de las dos. La última proyección del día fue Atrás hay relámpagos, pero por compromisos que se presentaron de último momento no pudimos asistir. Realmente es mejor tener la experiencia completa de una proyección que tratar de tener todas con el riesgo que sea incompleta. Hoy aprendimos algo.

Por Danelly Gálvez

Fotografía de Benjamín Alonso

Sobre el autor

Tengo 17 años, soy de Hermosillo. Estudio en CEDART, en especifico Artes Plásticas. Me gusta mucho la literatura pero mi gran pasión es la pintura.

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1 comentario

  1. Muy buena la odisea de querer ver dos producciones al mismo tiempo, muy bien articulada esta particular visión del FICD, sobre todo la forma singular de ir tomando este presente articulo como una charla y compartir de amigos……se aprendio la moraleja «El que mucho abarca, poco aprieta», en hora buena lo mejor de lo mejor, excelente articulo.

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