Como cada lunes, María Elena Carrera pone el dedo en la llaga
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Hermosillo, Sonora.-
Primero fue darnos cuenta que nuestra salud, a decir de los gobiernos, dependía de aislarnos los unos de los otros, y no nos dimos cuenta en principio que esa sola indicación traería como consecuencia poner en evidencia que aún en el aislamiento social se expresan nuestras grandes diferencias.
Incluso hay un meme que circula en redes sociales que nos causa risa, si no fuera por la profundidad que nos revela: una foto de la Reyna Isabel de Inglaterra cuyo texto dice “Por favor, quédense en sus castillos”; para muchas familias que tuvieron que obedecer quedarse en casa implicó no generar los recursos necesarios para comer.
Antes, durante y después de la pandemia lo que hay es el reflejo de profundas diferencias. Hay quienes para los que quedarse en casa significó seguir recibiendo un salario, y con este ir al súper para adquirir lo que se necesita para comer, se llenaron refrigeradores y alacenas. Pero para un grupo social mucho más nutrido, el “distanciamiento social” lo que provocó fue una profunda incertidumbre.
Miles de hogares hoy día no pueden satisfacer el mínimo alimentario porque, simple y sencillamente, dejó de entrar recurso para comer. La economía informal o irregular es la actividad económica que es invisible al Estado por razones de evasión fiscal o de controles administrativos: ejemplo el trabajo doméstico no declarado o la venta ambulante espontánea, los lava carros, vendedores de mercancía de todo tipo en las calles o de casa en casa, de pronto vieron mermada su entrada económica si no es que de plano dejaron de recibir entradas económicas.
Estamos frente a muchas pandemias, la principal de todas: la pobreza. De acuerdo a fuentes internacionales que estudian el devenir de las sociedades en el mundo, un 60 por ciento de personas a nivel mundial se emplean en actividades informales. De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la informalidad es la incapacidad para crear suficientes puestos de trabajo en la economía formal.
Simple y llanamente no podemos quedarnos en nuestros castillos porque no sabemos qué vamos a comer el día de hoy, esa es la triste realidad de muchas casas. Y aunque los gobiernos indiquen #QuédateEnCasa como una exigencia, en realidad lo que te están pidiendo es que dejes de traer el sustento diario para lo básico en casa.
Ahorita mismo mientras un día más se suma a la exigencia de quedarse en casa, para no propagar el virus porque no hay vacuna que remedie la enfermedad, millones de personas en el planeta viven en ansiedad, depresión y trastorno de pánico. Qué va a suceder nos preguntamos mientras vemos los días pasar. Para los gobiernos representará serios retos en la reorientación de los programas sociales, y la pregunta es: ¿entregando dinero de manera directa a las familias se logrará frenar la pobreza? O ésta se incrementará pues no habrá dinero que alcance para darles a todas las personas.
Es correcto eso de primero los pobres, sin duda, pero el tiempo se nos vino encima y no habrá soluciones sencillas a un tema estructural. ¿Pueden exigirnos, multarnos, llevarnos a la cárcel por no permanecer en casa? Creo que es injusto. Ya lo dijo la Reyna Isabel de Inglaterra “Por favor, quédense en sus castillos” y eso haremos mientras grupos vulnerables no hayan salida a sus múltiples necesidades.
Mientras eso sucede, día a día nos llegan por redes sociales la oferta de servicios de mucha gente que se quedó sin trabajo a decir de la Secretaria de Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde, en los primeros veinte días de que se presentara el primer caso de coronavirus en el país, se perdieron 346 mil 348 puestos de trabajo. Y ese dato sólo es la punta del Iceberg.
Relojero del centro de Hermosillo y parroquianos, la víspera del próximo pasado San Valentín