¿Mi nombre? No te diré mi nombre ¿La razón? La razón es que esta historia no me pertenece; se repite a cada rato y se cuenta con pesar. Escucha como yo escucho la ciudad; sólo nosotros, los más tristes, podemos hacerlo bien. Todo nos falta en este mundo, todo cuanto imaginas. ¿Por qué crees que seguimos vivos? Porque nos aferramos y aquí seguimos con la mano extendida, esperando una mejor espera. Tal vez Dios nos dé la respuesta.
Si considero esto una penitencia, entonces cuando muera iré a algún lugar mejor, pero juro que en esa otra vida, nunca olvidaré la sensación de despertarme día a día, no con la incertidumbre del futuro, sino con la del presente. Creo que la muerte siempre está cerca. A veces ruego para que no me den nada de dinero, a ver si ahora sí me muero, y otras veces quisiera ponerme frente a un carro a toda velocidad, pero eso sería hacer trampa ¡¿Que debería amar la vida?! Pon atención, palabras como ir y venir, seguir y guiar, dar y tener, entrar y salir, aquí no significan nada. En ese mundo tuyo hay todo eso, las pronuncias y ya cobran sentido, pero en el mío sólo hay espacio. Lo único que marca tiempo es mi cara. Se siente como un reloj de arena, siempre cayendo poco a poco. Te juro que cuando tengo una certeza que hace frente a todo, ésta acaba por desinflarse en el aire; las pincha la desesperanza.
Excelente escrito, conmovedor
Chingon carnalito ! Y muy lkegador el relato ! Saludos.