¿Qué puede tener en común un productor de música rap, un poeta que privilegia símbolos de reificación homosexual y un verso indígena? En principio, quizá un tufo posmoderno, heredero de las fantasías snob del pastiche anglo y euro tan promovidas hace una década.
Cierto es que, el rap es ritmo adaptado a poesía y la poesía es la puesta en escena de la fuerza sónica del idioma, en primer plano. Por ende, la tentación de asumir este criterio como moneda de uso común entre los entusiastas del rap y los lectores de poesía resulta una avenida cuestionable. A pesar de una creciente aceptación y valoración del rap como fenómeno lingüístico y musical de masas, ello implica aún una ignorancia respecto de sus orígenes, motivaciones, circunstancias históricas y motores raciales que lo transportaron en los carriles de la historia.
El pasado del rap, en tanto que género literario actual, está en los griots, los dozens, las rapsodias, los trovadores, juglares, decimistas, copleros, las baladas de Constanza, The Last Poets, Gill Scott Heron, pasando por los discursos de Muhammad Alí y las retóricas festivas de los primeros DJs de hip hop.
En este sentido, la relación entre música urbana y poesía tiene un sustrato histórico rico, múltiple y dinámico. Y, del mismo modo, en este sentido, sería un acto de sentido común crear un proyecto que conjugue poetas que no rapean y ritmos de rap con la intención de revelar esa fuerza sónica que sostiene todo idioma. Es lo que ha hecho Juan Helpman.
La primera vez que supe sus intenciones, lo hice de forma indirecta y sin ser consciente. Me preguntó si quería rapear en una base introspectiva, a lo cual respondí que sí. Tenía, la base, un sample de Ernesto Sábato. Me dijo: me choca los raperos que solo ponen a Sabines o Paz, es como si no conocieran más poetas. Un par de semanas después, Juan libera Métrico, ritmo y escribo Vol 1. El proyecto no es un disco, en sí. No al menos como el criterio de la industria musical lo ordena. La experiencia de escucha es más cercana a una antología de poesía. Aunque, del mismo modo, no es una antología que huela a programa cultural del Estado. Impensable en estos tiempos donde las instituciones educativas se han vueltos centros de manutención de los gastados criterios estéticos dominantes.
Portada del disco de Juan
El plano musical del proyecto es múltiple y responde a las necesidades expresivas de cada poeta y cada poema. Para ello, como buen productor, Helpman utiliza diversos recursos. Incluye la instrumentación en vivo, programación de baterías y todo un esquema de postproducción vocal.
Juan no hace nada nuevo. Y no lo quiere. Con este proyecto, vuelve a la raíz ontológica de esta forma poética actual. La experiencia es múltiple. Razonamientos estéticos en un contexto sonoro más cercano a las derivaciones urbanas, sin renunciar a las tradiciones formales de la música negra.
Del mismo modo, el proyecto equilibra su feminidad y masculinidad al ser producto de igual número de voces en ambos sexos. Puesto que la diversidad de poetas es evidente, lo mismo sucede con las aproximaciones y preocupaciones temáticas, por ello no deseamos delatar este que consideramos el factor sorpresa y neurálgico de la obra.
Un productor no solo evidencia su búsqueda de perfección en el ámbito musical sino en la calidad de quienes colaboran en cada uno de los departamentos requeridos en el proceso de conformación del proyecto musical. Las voces poéticas presentes en la obra tienen premios prestigiados y publicaciones que dan forma al momento actual del quehacer poético nacional.
De cierta forma esto es una mixtape. Helpman toma voces y las adapta a contextos musicales, mismos que compila en un un todo. Así inicio el rap. Casetes que contenían pastiches musicales viajaban de mano en mano. Hoy, cuando el imperialismo del streaming define las lógicas operativas de circulación, visibilidad, consumo y posicionamiento, la obra sostiene una característica que la flexibiliza. Debido al roster de poetas y lo fresco del proyecto, puede moverse en espacios instituidos al tiempo que sostener su natural appeal hip hopper.
Al final de la cuenta, vemos que un productor de rap y un cúmulo de poetas tienen una conexión implícita por la obviedad de sus respectivos oficios que históricamente se han alimentado. Lo que hace Juan Helpman es volver al origen. Ello, en su sentido primigenio, es ser original.