Vivimos a prisa, en un vértigo permanente y progresivo; somos dinámicos y productivos, se nos corrige. De ahí que rara vez nos detengamos a pensar la vida, mucho menos la muerte. Y es que pensar la muerte, sostiene González Crussí, implica sentirse “como pez fuera del agua”. Así lo explica el reconocido patólogo y ensayista:
Mientras más tiempo se detenga el pensamiento en ese tema, mayor la sensación de asfixia, hasta que se hace insoportable y entonces nos invade el deseo de precipitarnos en la vida, de volver a zambullirnos y chapotear en la vida. O bien, los que no estamos acostumbrados a meditar, nos cansamos muy pronto; nos sentimos aburridos, empezamos a bostezar y nos vienen ganas de dormir. He aquí la curiosa disyuntiva que plantea la muerte: o la angustia existencial o la siesta.[1]
Y fue precisamente a la hora de la siesta, las 2.45pm del 5 de junio de 2009, cuando la muerte se apareció entre el humo y las llamas de la Guardería ABC, en Hermosillo, para dar fin a la breve existencia de 49 infantes, y dejar profundas secuelas físicas y mentales en las de setenta y tantos niños más…
Esa tarde tuvo lugar el evento más traumático en la vida de las 800 mil personas que habitamos esta ciudad. Desde entonces, en mi caso particular, cada tanto tiempo me visitan ciertas imágenes terribles y con ellas una serie de preguntas: ¿Cómo harán las madres y los padres de esos niños para lidiar con los recuerdos de esos días? ¿Qué estrategias seguirán? ¿Cómo harán para lidiar con la vida misma? ¿Es la memoria un cuchillo de doble filo, ya para dar sentido a la vida, ya para convertirla en un infierno? ¿Estamos preparados en lo más mínimo para enfrentar una pérdida de esta magnitud y naturaleza?
Para responder a estas cuestiones me acerqué a algunos paterfamilias. Es preciso conocer su experiencia y en lo posible participar de ella. Quizá de este modo, en su próxima visita la calaca nos agarre más prevenidos y no en la siesta que aquí nos tiene.
La celebración de cumpleaños
A escasos días de la hecatombe, apareció una página web que un ciudadano realizó en solidaridad con los deudos de la Guardería ABC. La tituló Ángeles en Espera. Su éxito fue inmediato: decenas de posts y comentarios evidenciaron su valiosa función como órgano difusor del movimiento social que se empezaba a gestar, pero sobre todo como un vehículo para la catarsis de familiares y ciudadanos en general. En esta línea siempre ha llamado mi atención la publicación de entradas celebrando los cumpleaños de los niños que fallecieron a causa del incendio. La primera de ellas ocurrió el 20 de septiembre de 2009 bajo el título “Feliz cumpleaños Yeyé”:
Amigos, escribió su padre, hoy cumpliría 3 años de vida nuestro inolvidable hijito. Mi familia y yo lo extrañamos cada día más. Es doloroso no poder abrazarlo y darle un beso. Daríamos lo que fuera para poder tenerlo con nosotros, pero sólo nos queda vivir de los recuerdos.
Sin embargo, ese mismo día los recuerdos se le vinieron encima a Estela Báez, la madre de Yeyé. Así lo relató ella misma al periodista Alan Rubio en la que hasta hoy ha sido la única entrevista que ha brindado:
«Yo estaba en mi casa. Mi mamá estaba conmigo. Ese día era cumpleaños de mi hijo Yeyé. Estaba abatida. No quería levantarme de mi cama. Me paré a ver el buró en donde guardaba la ropa de mi niño. Vi un oso de peluche y la cobijita con la que dormía mi pequeño. Empecé a jugar con los últimos tenis que le regalamos mi esposo y yo. A partir de allí no recuerdo nada de lo que sucedió en adelante. Cuando volví a estar lúcida, estaba tirada en el suelo y me encontraba en la Guardería ABC, debajo de una lona que tenía la foto de mi hijo. No sé cómo llegue ahí. No sé si me fui de mi casa a la guardería a pie o en camión, sin dinero y sin celular».[2]
Poco después Estela sería diagnosticada con trastorno disociativo, una “condición patológica que conlleva disrupciones o fallos en la memoria, conciencia, identidad y/o percepción”, como lo define Wikipedia. Un ejemplo más reciente de celebración cumpleañera electrónica lo encontramos el 8 de febrero de este 2013, también en Ángeles en Espera, con la entrada “El Cielo de Fiesta, por Jonatan”. Ahí, su madre inicia escribiendo “hoy cumplirías 7 años”, y enseguida rememora minuciosamente los detalles de su nacimiento. Después le asegura a su pequeño que en casa “ya están listos los globos, tus flores y tu luz. Recuerdo que en tu último cumpleaños te puse las mañanitas, sonreías y mirabas la piñata”.
Martha García y Manuel Rodríguez también recuerdan a Xiunelth Emmanuel celebrando su cumpleaños. Sin embargo, ellos prefieren hacerlo en la intimidad del hogar. Habla Martha:
-Nosotros aquí nomás, la pura familia: mi mamá, mis hermanas, sus niños y Manuel. No hacemos así de que en internet y eso. Aquí en casa y con lo que le gustaba a él: unos bollitos, un pastelito o algo así.
-¿Y alguna oración?
-Ajá. O los globos, porque su papá siempre acostumbra comprarle globos y nosotros lanzarlos después de su cumpleaños. Si ya pasó todo el día los lanzamos en la tarde, o al día siguiente en la mañana. Pero nosotros nomás. Ha habido veces que sólo él y yo.
-¿Entonces ustedes no suben a Facebook y otras páginas, como hacen otros papás?
-Manuel al principio sí estuvo subiendo videos. Por ejemplo el primer cumpleaños. Videos de él (Xiunelth) y creo que un poema: una persona lee el poema y de fondo las imágenes del niño. Pero ya de un tiempo para acá decidimos no poner imágenes del niño, no ponerlo.
-¿A qué obedece el cambio?
-Es que yo prefiero que sean más de nosotros esas cosas.
Y no es que este joven matrimonio rehúya del recuerdo. Al entrar a su casa, una fotografía de Xiunelth con su hermano Edaí da la bienvenida al visitante. El detalle resulta relevante si tenemos en cuenta que, dispuesta sobre una pequeña mesa, constituye la única imagen que encontramos a lo largo de la sala y el comedor. Más adentro, en la intimidad del hogar, la habitación que Xiunelth usaba como área de juego ha sido conservada como tal para esparcimiento de sus hermanitos y, aún más, el closet que él usaba se acondicionó como altar para el hijo ido. Ahí vemos sus juguetes favoritos, regalos y detalles que después del 5 de junio de 2009 diversidad de personas han regalado en su honor. Y lo que es más, un nicho para las cenizas del propio Xiunelth Emmanuel, resguardadas por una ofrenda floral que cada tanto tiempo renuevan sus padres.
Xiunelth era el hijo mayor, lugar que ahora ocupa Edaí. Sobrevivió al incendio y por espacio de dos años no pronunció palabra alguna. Lo recuerdo juguetón pero mudo una tarde de verano en 2010. Hoy cuenta con cinco años y le encanta interrumpir la entrevista con preguntas y ocurrencias propias de su edad. Se me ocurre indagar si comenta algo sobre su hermanito fallecido y Manuel responde:
-Sí, nos pregunta “¿dónde está mi hermano?” y nosotros respondemos que en el cielo. Hasta ahorita no sabemos si dada su corta edad mantendrá algún recuerdo de lo que le tocó vivir con él. Hasta ahorita no nos ha tocado ver algo así, pero sí suceden cosas curiosas. Por ejemplo el año pasado al acercarse la fecha de cumpleaños de Xiunelth, Martha hizo un pastel como ensayo para el día del cumpleaños y Edaí preguntó -casi afirmando- que si era para el cumpleaños de su hermano, sin que él sepa qué día o mes cumple. Le preguntamos si alguien de la familia le había dicho algo y dijo que no.
Iktán es el nuevo hermanito de Edaí, nacido a los dos años de la partida de Xiunelth. Cuenta el mismo Manuel que el pasado 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, Iktán “anduvo bastante inquieto en el área donde tenemos las cenizas de Xiunelth”:
-Lo nombraba una y otra vez sin que nosotros estuviéramos hablando de él o algo así. Y éstas son cosas que muchas veces uno no sabe, y yo entiendo que la gente diga: “Pobrecitos, quedaron locos por lo que les pasó”… Y pues yo creo que sí es cierto, ¿no? Uno no queda ya muy cuerdo que digamos. Pero hay situaciones en las que estamos seguros que no hubo manipulación ni estimulación (externas) sino que fueron espontáneas, de ellos, los niños.
Luchar contra el recuerdo
Si Martha y Manuel me dedicaron más de dos horas para platicar sobre sus recuerdos y esperanzas, con las madres de Carlos Alán y Yeyé no pude hablar ni un minuto. Tampoco lo intenté mucho. A más de cuatros años de la tragedia, su tragedia, el tema sigue siendo delicado de tratar.
Cuando me presenté ante Luis Carlos Santos, padre de Carlos Alán, deslicé que tal vez su esposa quería participar de la entrevista. Rápido me atajó: “A ella no le gusta platicar del tema. Ella ahorita es feliz con el nuevo miembro de la familia y ha sido su sueño porque ella siempre soñó en tener un niño varón”. Ese niño, al que dedicaron meses de investigaciones y tratamientos para que resultara varón, les fue “arrebatado” el 5 de junio de 2009.
«Mi niño me lo arrebatan a los dos años, 9 meses de vida. Me lo arrebatan y pues se cae ese sueño… un dolor muy grande para ella y para mí. Se te cae el mundo».
Le pregunto cómo hacen para que los recuerdos de esos días no les generen más daño y dolor.
-Mira no te creas, siguen siendo traumáticos esos lugares. Yo no voy al CIMA. Yo voy a traer algo aquí donde… si me atropella un carro o me pasa algo, si quedo inconsciente, una de las cosas que pediría es que no me llevaran al CIMA o a los otros hospitales por donde anduve buscando a mi hijo: Hospital General, CIMA, Hospital Ignacio Chávez, Hospital Infantil del Estado de Sonora… No me gustaría volver a esos lugares.
CIMA es el acrónimo del Centro Internacional de Medicina, el cual vio llegar alrededor de 30 niños. Se trataba de los casos más graves, aseguró el «Dr. Campillo» en un espontáneo testimonio que posteó en el multicitado portal de Ángeles en Espera y cuyo propósito principal es rendir tributo a sus heroicos compañeros de trabajo:
Mis respetos para todos mis compañeros médicos y para el personal no médico también: enfermería, laboratorio, camilleros, etc. A todos ellos los considero también como héroes anónimos, pues sin preguntar todo mundo colaboró al máximo y en forma súper valiente, a pesar de que en el caso del personal no médico ellos no están tan familiarizados como nosotros en ver cosas tan impresionantes, pero ahí estaban con lágrimas en los ojos y temblando de emoción pero sin rajarse.
Esas “cosas tan impresionantes” que el galeno refiere son las que Luis Carlos Santos no quiere recordar, porque ya lo dice el viejo adagio: recordar es (re)vivir. Por su parte, Julio César Márquez, padre de Yeyé, me sorprende un tanto cuando inicia su reflexión señalando que “la memoria lastima pero también sana”:
-Por ejemplo el caso de mi esposa: ella vive día a día con el recuerdo y el recuerdo le genera dolor. Y el dolor le genera todo lo que trae: la depresión y todos los problemas de salud que ha tenido. Es porque vive recordando. Y sin embargo no quiere y yo tampoco quiero que olvide. No podemos olvidar y hacer de cuenta que algo no existió porque sería negar a nuestro hijo, negar que ocurrió una tragedia espantosa. Entonces, con todo y el dolor tenemos que seguir adelante teniéndolos bien presentes todos los días. Por supuesto no se trata de estarse lacerando y decir: “A las 3 de la tarde yo estaba adentro de la Guardería o estaba buscando a mi hijo”. No se trata de eso. Me refiero a recordar la ausencia, la ausencia como tal, recordar que ya no está. Y recordar que detrás de todo esto que estamos viviendo hay responsables, hay responsabilidades que siguen sin ser atendidas por parte del Estado.
«Y en cuanto a que mantengamos viva la memoria y la exigencia, pues si se da la justicia como la buscamos, daremos un paso enorme para que no se repita una tragedia así. Por eso es importante no olvidar. Ahí tienes que cada 2 de octubre a mucha gente le parece una bola de locos aquellos que dicen “2 de octubre no se olvida”. Y parece una frase nada más. Pero realmente los que mantienen vivo ese recuerdo lo hacen porque saben que a partir del 2 de octubre del 68 hay un antes y un después en la historia de la sociedad mexicana. Entonces yo digo que igual pasa con lo de la Guardería ABC».
Luchar contra el olvido
Mantener viva la memoria, dice Julio, y vaya que esa otra batalla ha sido dura para las madres y los padres de la Guardería ABC. Es muy cierto que en las semanas siguientes al siniestro los hermosillenses se volcaron a las calles para exigir justicia a las autoridades y para acompañar a los familiares destrozados. Decenas de miles caminaron los 12 kilómetros que separan a la Guardería ABC de la Plaza Emiliana de Zubeldía, en el corazón de Hermosillo. Con los meses las marchas perdieron fuerza, como es natural, mas el acompañamiento seguía ahí de uno u otro modo. Pero es difícil vivir en un estado de duelo permanente. De ahí que de dos años a esta parte, por poner una fecha, muchas personas cuestionen las estrategias de memoria que han empleado los paterfamilias en lucha, como los altares situados en plazas públicas o las propias marchas. Pero así y todo, cada año se cuentan por miles las personas que el 5 de junio toman las rúas y gritan ABC nunca más.
Al respecto, Manuel Rodríguez me comparte su sentir:
-Yo entiendo que la gente se canse, pues el evento de la Guardería ABC los sacó a todos de su entorno. Así que poco a poco la gente retomó su ritmo de vida. Es parte de la condición humana. Pero es cierto, no te voy a mentir, la verdad sí hubo momentos que dijimos qué pasa con la gente. Y no así nomás, sino ¡QUÉ PASA CON LA GENTE! Pero como te digo, ahora entendemos que es parte de la vida y de la condición humana”.
Acto seguido Manuel menciona que la creación e implementación de una ley para guarderías en el país, bautizada como Ley 5 de Junio, es un triunfo para la lucha de los padres y una buena forma de rendir homenaje a sus hijos: los que se fueron, los que siguen aquí y los que vendrán. Muy distinta es la postura de Luis Carlos Santos, que se muestra crítico ante las prioridades de la lucha, particularmente en lo que hace al fenómeno de la conmemoración anual. Se vuelve una costumbre, dice.
-¿Cuál es la prioridad? No es la Ley 5 de junio. Es meter a la cárcel a los responsables. ¡Eso es lo primordial! Lo otro es secundario: la Ley 5 de junio, el proyecto de memorial, las marchas cada año…. Las marchas se supone que son para lograr el objetivo principal, ¿verdad? Pero pues ya se hizo costumbre, ¡ya que! No esperes a que en la siguiente marcha el Peña Nieto ya te diga: “No pos’ ta’ cabrón… vamos a meter al bote a estos batos porque ya son 5 años de exigencia”. No esperes eso, él bato (Enrique Peña Nieto, Presidente de México) se puede tomar toda la tranquilidad del mundo y esperar hasta el sexto año de su gobierno y apenas va a sentarse a pensar qué va a hacer.
-¿Entonces en tu opinión se desvían las energías y la atención?
-Completamente. Y el movimiento está cayendo en costumbres. Ya empezando el año comienzan a reunirse para ver cómo va a ser la fiesta… el evento… la conmemoración, pues. A lo mejor “fiesta” no es la palabra indicada, pero sí “barullo”.
Líneas atrás escribí que esta lucha por mantener viva la memoria del ABC ha sido dura para estas mujeres y estos hombres que de la noche a la mañana se convirtieron en activistas. Un claro botón de muestra lo tenemos en la intentona del ayuntamiento hermosillense por retirar las cruces que el Movimiento 5 de Junio dispuso en un breve espacio de la Plaza Zaragoza, quizá en el punto más visto por turistas, políticos y ciudadanos de Hermosillo. La implantación de las cruces sucedió en enero de 2010, la iniciativa por extraerlas en mayo de 2012.
Pero la respuesta de los deudos fue contundente. Se movilizaron al lugar de los hechos, frustraron la remoción y hablaron fuerte a las cámaras y grabadoras de los periodistas ahí reunidos. Fue el caso de Patricia Duarte, madre de Andrés Alonso, que puso énfasis en la función del altar como recordatorio a las autoridades:
«No quitaremos las cruces. Es un símbolo de protesta. Y es sobre todo un recordatorio para las autoridades de que no ha habido justicia. Que no las quiten porque van a saber lo que es el coraje, la rabia y la impotencia, porque todavía no hay justicia».
Sobre estos hechos y dichos, la periodista Silvia Núñez realizó una video-nota que encontramos en las páginas de Youtube con el muy simbólico título “El Corredor de la Memoria”. En él, la también integrante del Movimiento 5 de Junio finaliza con una frase que encierra el espíritu reivindicativo de ese acto y de tantos más: «¡No nos roben la memoria!».
Por Benjamín Alonso Rascón*
*La presente es una versión modificada de la ponencia que presenté el 14 de noviembre de 2013 en la ciudad de Puebla bajo el mismo título, en el marco del Segundo Simposio Internacional Multidisciplinario de Estudios sobre la Memoria, organizado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Universidad Estatal Pedagógica Berdyansk (Ucrania).
[1] Francisco González Crussí, “El hombre y la muerte”, en Ruy Pérez Tamayo (coordinador), La Muerte, El Colegio Nacional, México, 2012, p. 108.
[2] “Toda mi vida consumiré antidepresivos”, nota de Alan Rubio para el website de Uniradio Noticias.
Que tristes recuerdos y que indignación!
Que fuerte, me impresiona esa dimensión cotidiana dónde las familias siguen viviendo, la conciencia y la aceptación por parte de los padres de que los demás nos alejamos y los vamos dejando solos… me gustaría leer la ponencia completa, donde la busco?
Esta es la versión completa, Claudia. Gracias 🙂