Hermosillo Stamping & Assambly Plant, de Ford Motor Company, ya no despierta orgullo y fidelidad entre sus todos sus obreros. Muchos parecen dispuestos a renunciar por mayores ingresos. Aunque, hay que admitirlo, buen porcentaje de nuestra diversidad económica, estabilidad laboral y certeza de futuro, surge de ese campus industrial.
Las marcas ya no son lo que eran. Pero, ¿qué eran?
De eso va Ford vs Ferrari (James Mangold, 2019), all american movie que corre una pieza de ingeniería cinematográfica impecable al llevar, al terreno de la ficción, una historia real confiando en sus pilotos – en su talento, química y carisma – hasta la emocionante meta final.
A toda velocidad, esta producción va más allá de la alabanza al espíritu norteamericano. Aunque reconoce que egos y jactancias son bujías que encienden todo, no deja de señalar corporativismo y mercado como frenos de potencia contra el peligro que significa pensar y actuar diferente.
De acuerdo con los hechos, he aquí las circunstancias. Boys will be boys.
En 1966, Henry Ford, II (Tracy Letts) es convencido por Lee Iaccoca (John Bernthal) en participar en las justas automovilísticas de Europa para conquistar la gloria necesaria y anhelada. La fábrica Ferrari está en bancarrota. Los gringos presentan una oferta muy difícil de rechazar. Sin embargo, el viejo Enzo Ferrari (Remo Girone) los manda al carajo.
A su regreso, Iaccoca es obligado a dar el mensaje completo: “He said Ford makes ugly little cars in ugly factories. And, uh, he called you fat, sir. And he said, you’re not Henry Ford”. La respuesta del heredero fue tronante: “We’re going to bury Ferrari at LeMans”.
En la hoguera de las vanidades, el tiro está cantado.
Entonces deciden contratar a Carroll Shelby (Matt Damon), experto constructor de autos de carreras. Su misión es imposible. Armar, a partir del Ford GT40, el bólido capaz de vencer en el legendario circuito 24 horas de LeMans. Es indispensable un piloto, Ken Miles (Christian Bale), apasionado, rebelde, británico y enamorado de la grasa y el aceite.
Así, Ford vs Ferrari, toma lecciones del antiguo Hollywood. Si bien hay que abrocharse el cinturón de seguridad, gracias a una edición vertiginosa, fotografía espectacular e increíbles mezclas de sonido, la cualidad principal de este filme está en el volante de Christian Bale y Matt Damon, artífices del drama y la comedia en dos horas y media de rápida y furiosa proyección.
Sin dejar de pisar el acelerador, Ford vs Ferrari exhibe a sus protagonistas con aplomo, evitando lugares comunes. Carroll Shelby ha llevado demasiado lejos a su corazón como competidor, por eso se ha convertido en ensamblador y, por supuesto, ve a Ken Miles como el hombre que puede lograr lo que a él ya le ha sido negado.
Y el agresivo, dionisíaco e insurrecto Ken Miles es, al mismo tiempo, padre y esposo devoto. En la estación mecánica que ha establecido, tiene problemas en servicio al cliente. Hay actitudes que no tolera. No siempre consigue dinero suficiente. Además, su elección en la aventura rumbo a LeMans, provoca desconfianza en el corporativo: “Ken Miles is not a Ford man”.
De esta manera, Ford vs Ferrari explora ambas pistas. Es el relato visceral y pasional de dos amigos que, avanzando en sentido contrario, ponen a prueba su pericia en pos de una meta que han tomado de manera muy personal, reflejo de la competencia viril entre Henry Ford, II y Enzo Ferrari.
Si una película se aprovecha de la testosterona, es esta. Es el combustible que emociona. Son las colisiones que suceden en brutales, aunque discretos CGI. Nostálgicas reminiscencias de otras cintas: Rush, pasión y gloria (2013, Ron Howard), Rápido y Furioso (2001, Robert Cohen) y, por supuesto, Las 24 Horas de LeMans (Lee H. Katzin, 1971) y Grand Prix (John Frankenheimer, 1966).
James Mangold, director reconocido por su habilidad para llevar a pantalla películas inspiradas en comics – como Wolverine (2009) y Logan (2017) -, logra conducir un producto de perfecto balance entre acción, drama y comedia. Es una historia emotiva, provocadora y estimulante.
Sin duda el crowd pleaser del año.
Las marcas ya no son lo que eran. La Scuderia Ferrari sigue aferrada a su prestigio, aunque sus accionistas provengan de Emiratos Árabes Unidos; y Ford Motor Company continúa enfrentando tormentas financieras, sindicales y corporativas que cuestionan su liderazgo. En Hermosillo lo sabemos muy bien.
Si algo entienden los mecánicos mexicanos es una verdad inexorable: “Los fierros no tienen palabra”.
Qué leer antes o después de la función
Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain. La amistad entre Tom, niño travieso de Missouri y Huckleberry Finn, rechazado, independiente, rapaz y rebelde, es el escenario para mostrar una ácida crítica a la hipocresía adulta de aquel entonces, sumida en el racismo, la intolerancia y la aceptación de códigos impuestos desde mucho tiempo atrás.
Un clásico universal listo para ser leído por todos.
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Chamuc@s… ahi les va una faceta poco conocida de estas firmas con «F»: Ford, Ferrari y F1.
Horacio Vidal nos regala una lectura interesante de unos 10 minutos, comentando amenamente una película de este año que están pasando en algunos cines.
Y cuenta como en los 60s la Ford se lanzó a vencer a Ferrari, súpercampeón de Le Mans , lográndolo con la ayuda del diseñador del Shelby Cobra, y la del, en aquel tiempo piloto, Bruce McLaren ..
Esta es una historia de los tiempos en que los hombres eran hombres y las mujeres mujeres… je.. je..
En que los carros eran carros (hacían ruido, quemaban llanta y echaban humo),
En que los pilotos eran pilotos, diseñadores, mecánicos y se morían en la raya…!,
Y las marcas eran marcas… ahora son Escuderías… je.. je…
Ni modo viejitos sesenteros, arcaicos y rucanroles…. ayquir al cine y suspirar.. je… je…