Una charla simple y profunda, casual y buscada, al más puro estilo de Cipriano Durazo y Robles.
Buen provecho 🥸🥸
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Hermosillo, Sonora.-
Cierto día pasaba por una librería y diviso a lo lejos a Franco Félix, el escritor más serio con el que se pueda uno topar. Me le quedo viendo y esquiva la mirada, al grado de esconderse prácticamente entre un librero con temas de Ciencia. Lo sorprendo y digo: ya te vi, no te me escapas a esta entrevista, y me dice: no me estoy escondiendo, lo que pasa es que tengo una cita casi infantil con aspectos científicos de carácter enciclopédico.
-¿De qué trata tu próximo libro?
-Es sobre mi madre, que falleció hace tres años.
Qué lamentable suceso, le digo, por qué no nos sentamos en el área Lounge del lugar, para hacerte una entrevista.
Muy forzadamente lo senté y le saqué muchas preguntas con las ansias que tiene precisamente un infante al encontrarse con un sabio.
-¿A un joven escritor que le recomendarías, si va empezando en esto?
-Primero, lo que debes de hacer es perder la cabeza por la escritura, primero que nada por la lectura, leer obsesionadamente, ser un enfermo, padecer esta enfermedad de la que habla Enrique Vila-Matas, el Mal de Montano; el asunto es que no gane la vanidad, las cosa narcisista. Y, bueno, la escritura, ahora que crezco, que me hago cada vez más viejo, me doy cuenta que es un trabajo muy duro, pero sobre todo por el trabajo que requiere la corrección, creo que escribir es corregir. Yo cuando he dado talleres, les digo a los jóvenes que escriban tres cuatro veces el mismo relato, que trabajen el texto, que no se enamoren inmediatamente de lo que escriben, de la misma manera que el cerebro te engaña cuando estás en el espejo, que te hace ver más guapo de lo que eres.
-¿Te sobreestimas pues?
-Claro, también pasa con la escritura, es un reflejo de eso, la escritura debe verse como una suerte de cirugía, una suerte de preparación. En algún momento hablando con Imanol Caneyada, hablabámos precisamente de estos talleres, la mayoría de ellos, los estudiantes de estos talleres, te preguntan cómo se escriben cuentos, y te dicen: es que quiero que me enseñes como se escribe un cuento, lo que a ellos les interesa es una fórmula.
-¿Quieren la receta mágica?
-Pues claro, ¿cómo no le preguntan primero a un cirujano, a un neurólogo, un psiquiatra? Porque, claro, hay un trabajo de mucho, muchos años, de estudios muy largos. Con la escritura es lo mismo, el problema es que la escritura, vamos yendo más allá del carácter literario, es una actividad que realizamos los humanos, salvo los ágrafos, es decir los que no escriben, pero como es tan cotidiano, y lo hacemos todo los días, como en la lista del super, en el Facebook, en el chat de WhatsApp, sobre todo en las redes sociales, escribimos demasiado, todo el tiempo estamos escribiendo, de hecho ya las nuevas generaciones no quieren hablar por teléfono, les cuesta un montón el hecho de comunicarse a nivel análogo y esta sobresaturación de la escritura como mensajería en redes sociales tiende a disolver. La intención de que la escritura literaria es algo que se tiene que estudiar y se tiene que estudiar muchísimo, es un consejo muy académico, pero no hay de otra más que leer, leer como un loco, como un obsesivo, leer todos los días.
Casi al salir, le hice una pregunta un poco boba, que si cuántos libros leía al día, y él se sonrió sin hacerme sentir mal y con gran humildad dijo:
-Está difícil al día, pero tú puedes armar tu programa si empiezas con 20 páginas al día, y luego con 30 y luego con 50, posiblemente podrás terminar un libro al día, pero ya no sé tampoco porque tiene que haber límites, porque la verdad es que la escritura te puede llevar también a la locura.
-¿Un saludo que le quieras dar a los lectores del país?
-Sí, claro, del país México, no de los lectores del periódico español, un saludo a todos.
Le estreché la mano y me dio gusto ver un joven escritor tan preparado, con varios libros en su haber, un hombre muy estudioso, y que además de ser muy exitoso, es bastante humilde, basta con leer sus libros: Kafka en traje de baño y Los gatos de Schrödinger* para darse cuenta de su erudición y manejo del psicoanálisis.
FIN
Texto, fotografía y videos por Cipriano Francisco Durazo Robles
* Ambos disponibles para préstamo en la Biblioteca Freedom of Thought de Crónica Sonora. Informes: cronicasonora@gmail.com