Un buen día, la sociedad del país de la inocencia contrata a un buen hombre, honrado a carta cabal, sensible y trabajador como el que más. Pero como no hay seres humanos perfectos, también es muy terco.
La misión o encargo es darles techo y protección a los millones de pránganas. «Primero los pobres», para que se puedan proteger del inclemente calor en verano y el gélido frio de invierno.
Paradójicamente el buen hombre no quiere pelearse con nadie, porque lo suyo no es la venganza. Comienza pensando en incluir a todos, visto esto los de arriba del país de la inocencia, se prepara para que las cosas no cambien mucho.
Cómo todos sabemos los de mero arriba no tienen mucho tiempo para dedicar a la política pero tienen dinero de sobra, así que contratan quien defienda «sus derechos», por un lado contrata políticos que tengan puestos de mando en la estructura del hombre bueno, por otro lado contrata «informadores» para que se lleven jeringando y distrayendo a los otros sectores de la población.
Por otra parte los clasemedieros, casi todos incondicionales del hombre bueno, no tienen dinero para contratar quien defienda sus derechos pero tiene tiempo y conocimientos que ponen al servicio de la Patria.
En el fondo están los sin techo, esos no tiene ni dinero, no tiempo, ni conocimientos, viven a la intemperie, pero de vez en cuando hacen explosiones sociales dañando sobre todo a los clasemedieros, por eso los odian y los ven con conmiseración pero con desconfianza.
Así las cosas, el buen hombre se propone solucionar el problema. Como gobierna para todos y presionado por quienes pueden hacerlo, idea y pone en práctica un brillante plan: mientras construye casas le regala tramos de plástico negro a los miserables.
Su idea es construir casas que los de arriba y los de en medio puedan adquirir, haciendo que miles de casas de los clasemedieros o de los de arriba en desgracia queden desocupadas cuando adquieran las casa nuevecitas y bien ubicadas.
Pone manos a la obra, adquiere terrenos, los acondiciona, traza las casas, abre las zanjas de los cimientos, acumula ladrillos, varilla, piedra, grava, arena, cemento, cal, madera y contrata trabajadores, los de arriba y los de en medio muy contentos, pues, unos ganan dinero como locos con la construcción y los otros tienen trabajo bien pagado, además están haciendo historia, los pobres igual que siempre, unos presumiendo la migaja que se les dio: su negro techo.
Quienes apoyan al hombre bueno pero están con los sin techo, proponen que está bien que se construyan palacetes, pero a la vez que a los pobres no se les de hule negro sino materiales más consistentes y/o apoyos para que ellos construyan. Los políticos, clasemedieros e «informadores» se lanzan contra ellos, de diferentes maneras dicen «¡cómo es posible!, ¡eso es afear el progreso!, ¡que es eso de casas de adobe con techo de terrado, con calles terraplenadas, con fosas sépticas!», pero además a los de arriba y a los de en medio se le paran los pelos, unos dicen «y mi ganancia» los otros «y mi trabajo, si ellos solos se organizan voy a dejar de hacer historia»
El problema es que llega el invierno las zanjas se inundan, el material se moja y los miserables pasan frio y hambre.
Como la obra se detiene los «informadores» se lanzan contra el hombre bueno, y los políticos y clasemedieros se trenzan un una feroz lucha contra ellos, todos, pues ese es el objetivo de los de arriba, se olvidan de los sin techo. Luego las aguas se calman, pero los «informadores», políticos y clasemedieros se siguen pelando los dientes entre ellos, el circo no puede parar porque los de abajo se pueden dar cuanta de la farsa e intervenir y ya ven cómo son de irreverentes, lo que no destruyen, pintarrajean, queman, se quieren quedar con ellos.
Así están las cosas en el país de la inocencia, montones de material por todos lados, zanjas inundadas, pobres con techos de hule negro, los de arriba contentos y felices porque tendrán más ganancias y los de en medio haciendo historia.