Mi tata, Enrique Preciado, El Perico, fue taxista de joven (1960’s y 70’s) y después «tianguero» fundador -junto a mi abuela Margarita Garcia- en la colonia Primero Hermosillo a finales de los 80’s y principios de los 90’s. Aunque estaba yo muy chamaco lo recuerdo bien, como recuerdo la palabra SOLIDARIDAD, que prometía esperanza para el pueblo de México en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Por muchos años, Tata Enrique fue el batboy del extinto equipo de softball profesional llamado Mazón… Sí, así como la también extinta tienda mas glamourosa de Hermosillo (80’s y 90’s), que por cierto en estos días decembrinos ponía sin falta su Santa Claus eléctrico en el aparador de la sucursal centro. Pues bueno, fue en esta etapa que conocí a Charalero, cuando iba con El Perico y mi hermano Roland Gutiérrez a ver los partidos de este glorioso equipo softbolero que, si mal no recuero, calificaron a numerosos campeonatos nacionales de manera consecutiva, e incluso fueron a mundiales. Y cómo no, si traían todo el power de una marca que los representaba. Aún conservo una jersey que me regaló, es de cuando representaban a Hermosillo en uno de tantos torneos estatales.
Así fue como innumerables noches, desde morro, escuché el grito de Charalero, sí, el clásico: «¡Haaaay chicharrón!». En ese tiempo los charales todavía se le vendían. Recuerdo perfectamente que en la primera base estaba Paco y uno que le apodaban El Panadero, era el catcher; lo que no recuerdo es el nombre del pitcher, estrella que seguido lanzaba una joyas de pitcheo.
Los últimos 3 encuentros
Pasó un buen de tiempo y nos saludábamos año con año, sobre todo en la temporada beisbolera en el estadio Héctor Espino. Debo tener algunas imágenes perdidas en mi archivo, ya aparecerán. Varias de estas fotografías fueron publicadas en el periódico Expreso y alguna que otra en El Imparcial. En años más recientes me lo encontraba frecuentemente en las ligas locales; recorría campos como los de La Sauceda, la Reforma y otros. Y siempre me ofrecía unos chicharrones que siempre le rechacé, hasta hace un par de meses que por fin se los acepté al decirme: «¿Por qué siempre me los rechazas? No seas malo. Ándele, agárrelos». Y los tomé.
Hace unas semanas, exactamente el 27 de octubre 2016 por la noche, durante la celebración a San Judas Tadeo, en el santuario ubicado en la colonia popular Las Amapolas, fue la última vez que le retraté. Ahí se le miraba cada año regalando collares de este santo.
El pasado jueves, al terminar el tercer juego de la serie entre Naranjeros y Venados, ya con el estadio Sonora casi vacío y un clima muy helado, yo y mi colega fotógrafo Gamaliel González le miramos por última vez. Le vimos caminar sólo un momento, cansado, cabizbajo y rengueando. Era una imagen de lo que venía, de lo que hoy está en las noticias.
Texto y fotografía por Luis Gutiérrez
Don Marcelino Romero Cantero falleció en su hogar la madrugada de este sábado 17 de diciembre debido a un paro cardíaco. Sus restos son velados en la Funeraria Juan Pablo II del DIF Hermosillo hasta las 11 am del día de mañana miércoles, cuando será trasladado a su última morada en el Panteón Muncipal de esta ciudad. Hoy martes, en punto de las 11 horas, será objeto de un merecido homenaje en el estadio de sus amores, el «Héctor Espino».
Genial recopilación popular