Hermosillo, Sonora. –
La revista cultural Crónica Sonora presentó su edición número 16, un esfuerzo editorial realizado por su fundador y director general, Benjamín Alonso Rascón, para mantener informado a sus fieles lectores con relatos amenos y temas destacados de nuestra sociedad. El evento se llevó a cabo en el marco conmemorativo del 50 aniversario de la Sociedad Sonorense de Historia, el pasado jueves en esta ciudad.

Este número fue dedicado al mercado municipal número uno de Hermosillo con seis historias narradas por conocedores, quienes día a día son parte de la vida cotidiana del mercado y del centro histórico de la capital sonorense: los parroquianos del Café Elvira que se reúnen a contar las más recientes noticias, los boleros que esperan a los clientes al inicio o en el transcurso de su jornada laboral o simplemente ver el paso del tiempo los adultos mayores quienes se reúnen en el andador.
…ya sea a tomar un café, comer una sopa caliente o simplemente
La edición fue presentada como parte de las actividades del XXXVIII Simposio de Historia Sonora denominado Identidad y diversidad cultural en memoria del Dr. Samuel Ocaña García, llevada a cabo del 25 al 29 de noviembre pasados. En dicho evento se dieron cita algunos de los locatarios de este recinto que recientemente volvió a reabrir sus puertas luego de ser remodelado y permanecer cerca de un año cerrado al público. Durante su participación en la charla, Carolina Córdova, locataria de El Buen Gusto, destacó la tradición que tiene para los hermosillenses acudir al mercado municipal ya sea a tomar un café, comer una sopa caliente o simplemente recordar algunas de las anécdotas de abuelos o bisabuelos; cabe destacar que ella pertenece a la quinta generación de El Buen Gusto, quienes a diario ofrecen variedad de tacos y bebidas a los visitantes.


En el Mercado han surgido diversas experiencias y anécdotas, desde el surgimiento de amistades entrañables, historias de amor, desamor, emprendimientos de quienes provienen de la costa de Hermosillo o de otros poblados de Sonora para sostener a sus familias con frutos de temporada como la pitahaya, el membrillo, higos, chiltepines, ponteduros, obleas; cada uno una historia personal de superación no solo económica, sino también espiritual.
No obstante, narrar estas historias en papel es de reconocerse como una proeza, dados los tiempos que vivimos en los que no se les da importancia a los asuntos que pasan desapercibidos en el devenir de las prisas,
por llegar temprano al trabajo, la escuela o correr para no dejar que se vaya el camión sin nosotros y esperar otra media hora o hasta más para regresar a los hogares.
Además de poder sobrevivir o más bien malvivir dirían algunos, para mantenerse en un proyecto como este sin contar con patrocinadores oficiales como se sostienen otros medios de comunicación con el clásico convenio oficial de publicidad y solamente contar con el apoyo de los lectores quienes de manera voluntaria realizan algunas aportaciones y creen en el periodismo independiente.
Uno de los lectores asiduos de Crónica Sonora fue don Samuel Ocaña García, quien frecuentemente también visitaba el mercado municipal donde se disponía a leer el periódico con las ultimas noticias, luego de tomarse un café al ritmo relajado de quien tuvo la satisfacción de servir al estado y dejar su legado para las futuras generaciones.
La calidez de la gente de Sonora no solo ha quedado demostrada en el trato humano hacia propios y extraños, sino en la riqueza de nuestra gastronomía desde las famosas malteadas, los chiles rellenos, el menudo o el cocido, con el cual se han deleitado el paladar los visitantes, quienes siempre vuelven a revivir la experiencia y se vuelve una tradición no solo para los hermosillenses, sino de todos los sonorenses.
Por Dulce Gutiérrez Beltrán y Rodrigo Cruz Uitz










