Hoy ofrecemos un sabroso como inesperado regalo de navidad, cortesía de nuestro cuentero de cabecera, don Abraham Mendoza y Córdova
Hermosillo, Sonora, México.-
El boulevard Encinas estaba desolado a las once de la noche cuando el Chalo Corrales cruzaba esa arteria capitalina al salir del restaurant Sanborns donde trabajaba como cocinero. Sin voltear a la izquierda ni a la derecha caminaba relajado, aunque lo relajado no le quitaba lo agotado. En el momento en el que se encontraba a la altura del camellón centralque lucía austeramente adornado con lucitas navideñas mucha gente salía del Cinema Gemelos, automáticamente posó su mirada en aquel tumulto ya que él caminaba en esa dirección. De pronto una pequeña oleada de frustración lo llevó a reflexionar en el privilegio de los que no tienen que trabajar de noche, pero que sí tienen tiempo y dinero para divertirse. Al terminar de cruzar llegó a la banqueta donde las personas se movíanconversando y reían antes de subir a su carro o tomaban un taxi, mientras tanto continuó caminando hacia la colonia San Benito para asistir a una posada haciendo uso de la libertad que le daba el haberse divorciado recientemente.
La ciudad ya estaría en su primer sueño cuando el empleado del grupo Carso pasabafrente a El Cubilete que a esas horas ya no tenía parroquianos. Como lo espeluznante del trueno de una tormenta eléctrica, pero sin la belleza del rayo en el cielo fue el rechinar de llantas de una camioneta reluciente que frenó intempestivamente a su lado para que de allísaltaran con toda agilidad dos hombres jóvenes armados y con el único propósito de secuestrarlo.
El Chalo Corrales estaba curado de espanto si de violencia se trataba.
Cuando recién llegó a la colonia Pimentel procedente de la Costa de Hermosillo fue testigo del tristemente célebre domingo rojo en esa colonia. Al pelear no tiraba sabanazos a diestra y siniestra, sabía meter las manos y mover la cabeza cuando se le acercaban los puños a la cara buscando el descontón, lo cual no era por casualidad, había tirado guantes en la Cancha Cuatro de la colonia Olivares con instrucciones del Topo Gigio Vázquez, ni más ni menos. Y así se liaba a golpes con raza del Sahuaro Indeco arropado por amigos como el muerte, el moño, el basura y el chawiri cuando jugaban futbol en los llanos que estaban a un lado del ITH.
Por instinto o por orgullo puso resistencia, aunque sabía que llevaba todas las de perder al estar en franca desventaja frente a los sicarios. Solo un puñetazo logro conectar y antes debrincar para correr, culatazos en los riñones, en el abdomen y una patada en las partes que dan el apellido lo dejaron sin aliento. En un tris estaba en la cabina trasera de lacamionetota, cinta canela en los ojos y en las muñecas lo neutralizarlo por completo.
Al sentirse un poco recuperado, hizo una revisión de su vida: No la vendía, no la usaba, no tenía dinero en el banco, su familia era gente de bien y a su edad no tenía el perfil como para ser reclutado de manera forzada ¿qué estaba pasando entonces? con preocupación, pero con mucho aplomo preguntó mesuradamente: ¿Qué ondas compas? ¿de qué se trata?
Las preguntas no tuvieron una respuesta, lo que tuvieron fue una orden: ¡¡cállate el hocico!!
No fue mucho el tiempo lo que rugió el motor alterado de la super camioneta cuando el cocinero secuestrado se dio cuenta de que ya habían llegado a donde por ley tenía que ser una casa de seguridad. La puerta eléctrica de la cochera se abrió, para bajar del carro lo tomaron de los brazos y lo llevaron teóricamente a dormir en un sillón en donde estaban tomados de la mano el pánico y el terror. Apenas dormitó, tanto por el miedo como por los estragos de la paliza.
Fueron unos gallos los que lo despertaron con sus cantos en la madrugada,
tal y como lo despertaban cuando vivía en el ejido El Triunfo de Costa de Hermosillo, el canto era el mismo, solo que aquellos gallos por ser gallos comunes terminaban una olla engordando elcaldo, en cambio estos por ser aves de combate terminarían muertos en un ruedo clandestino. Una hora después los gallos finalizaron su rutina y en ese momento, cuando el sol comenzaba a salir para todos menos para el Chalo Corrales, el frío del acero de un puñal cortó las cintas que lo tenían maniatado para darle una libertad muy reducida. Con el mismo puñal le cortaron las cintas que cubrían sus ojos, lo que le permitió salir de aquella negra noche.
Al ver de nuevo la luz hubiera querido ver algo más agradable que aquel cuadro tan repugnante que tenía ante él después de recuperar la vista. Era un altar con veladoras y flores para la santa muerte y para Jesús Malverde. A pesar de las circunstancias, le quedaba un poquito de ese humor irónico para decir: qué bonita pareja.
Ahora, después de cruzar una habitación lo condujeron no ante una imagen detestable, era la imagen de un personaje imponente, mismo que le hizo recordar la cuando una vez en su trabajo junto con sus compañeros tuvo el privilegio de conocer a su patrón, al hombre más rico de Latinoamerica, a Carlos Slim, para él fue algo deslumbrante. Pero esta vez estaba ante alguien que no tenía nada de encantador, en cambio lo que transmitía era una solemnidad espelúznate, se trataba de un jefe de plaza, la plaza del cartel de Los Picadientes. El hombre estaba en un sofá rodeado de otros muebles y de objetos ostentosos de un pésimo gusto. En sus manos sostenía con cierta firmeza una cadena plateada con un lazo de cuero que utilizaba para sujetar a su inquieta mascota. Era un cachorro de león que rugía tiernamente.
El Chalo se sintió más amenazado por la mirada penetrante y el rostro adusto del líder de plaza antes que sentirse amenazado por la posibilidad de que se soltara el leoncito. EvaristoCoronel Sarabia era su nombre, oriundo de entre Zacatecas y Durango, grandote y muyhuesudo era aquel individuo que le invocó a don Quijote de la Mancha, de hecho, su alias era el Quijote.
Cuando el capo le hizo saber al cocinero de Sanborns el motivo por el cual lo había capturado, el Chalo concluyó que su apresador además de tener la apariencia de don quijote, estaba más loco que el delirante caballero de la mancha. Pero tal suposición le dioun giro tan inesperado como optimista en sus expectativas de vida a muy corto plazo. Pues el capo le dijo: Este plebe que tengo de cocinero no sirve pa nada, nomás sabe hacer bistecrancheros y huevos rancheros como en su pueblo Badiraguato, y frijoles. Mandé por ti pa que le enseñes a cocinar Huevos a la Albañil.
Intra su, pasu mecha, a la monchi, a la bestia, no manches.
Todas las expresiones de asombro impregnadas de agrado se juntaron en la mente de aquel que estaba privado de la libertad. Se la habían puesto fácil.
Claro que sí señor, manos a la obra cuando usted diga, pero le recomiendo que vaya al Sanborns donde usted ya sabe que trabajo y allá se los preparo mucho mejor, cuando usted diga.
A mí nadie me dice lo que tengo que hacer, yo aquí estoy pa mandar, se necesita ser muy hombre o muy mujer pa que alguien me mande, y mucho menos un cocinero.
Lo que dijo el quijote lo dijo con firmeza, pero sin alterarse, sin embargo, el cachorro de león se puso inquieto y apareció uno de tantos sanchos para llevarse al felino y después traerle un mapache.
Yo no voy a comer a donde tu trabajas porque hay muchas cámaras, y alguien como yo, que anda siempre a salto de mata, pues desecha los lugares donde no te quieres morir, ese Sanborns no me gusta pa eso, aunque hagan los huevos que más me gustan. Los que andamos en esto preferimos las palapas de mariscos por si en cualquier rato te alcanzan pues está bien morirte con música de banda que tocan allí. Pero bueno ya es mucha plática, ponte a trabajar y vele enseñando a este plebe porque ya quiero almorzarme esos huevos a la albañil, órale.
El Chalo se aplicó como lo que era, un cocinero tres estrellas Michelin, con todo profesionalismo, aunque sin mandil y sin el gorro alto que utilizan los que tienen alto grado de experiencia. Le entró a mano limpia sin los enseres indicados y dándole catedra al muchacho, lo cual hacía con mucha confianza porque el aprendiz de cocinero estaba desarmado, era un protegido del quijote al ser su ahijado. Mira, primero vamos a cocer el chile, si quieres que salga muy enchiloso hay que usar el chile pico de pájaro que se llama f17, lo venden en los Chiles Secos Andrade. Para que el jugo no quede chirris o muy espeso tienes que…………………
A los dos o tres días el cocinero novato preparaba los huevos igual que el Chalo Corrales y su padrino disfrutaba en su casa de seguridad los desayunos que había soñado. Entonces el cocinero en cautiverio tuvo la osadía de pedir ya su liberación.
A mí nadie me da órdenes, si te vas o te quedas yo sabré cuando lo decido, y no me andes atosigando porque te doy tu regalo de navidad, ya te la sabes. Enseguida lo que vio el Chalo en el rostro de aquel inicuo no lo podía creer, ya que lo que esbozó fue una sonrisa, lo aterrador fue que se trataba de una sonrisa siniestra.
La madrugada del 24 de diciembre, que la tradición dice que es noche buena, los gallos cantaron igual que siempre antes de que apareciera el alba, y antes de que se extinguiera el lucero aparecieron los sicarios que usando cinta canela maniataron al Chalo Corrales y le cubrieron los ojos, lo tomaron de los brazos y lo subieron a la camioneta.
El viaje fue más largo que el día de su secuestro, él entendió que estaban fuera de la ciudad cuando lo bajaron y lo sentaron en lo que le pareció que era un bulto de grava en el que se quedó a esperar dos cosas: El ruido que produce cavar una fosa, y el ruido que producen los disparos de armas para uso exclusivo del ejército. Ninguno de los dos sonidos escuchó. Lo que llegó a sus oídos fue el ruido de la salida violenta del carro en el que lo habían llevado a una gravera localizada más allá del Camino del Seri.
Una hora después, la algarabía de un grupo de trabajadores de la construcción que por allí pasaban le abrieron las puertas a la libertad. Lo auxiliaron y lo subieron a la caja del carro donde ya sin ataduras se sentó en el piso de una de las esquinas traseras, descansó sus brazos en cruz sobre los bordes de la caja y dejó que el aire frío de diciembre le pegara en su rostro vivo. Era el mejor regalo de navidad en su vida, el que le había dado un bandido extravagante.
TEXTO Y FOTO por Abraham Mendoza
https://www.facebook.com/abraham.mendoza.3572

