Desde Cajeme, el doctor Luzanilla nos hace llegar su opinión sobre el tema del momento en Hermosillo
Ciudad Obregón, Sonora.-
Corría el año del 2014 cuando, aún se puede ver en Youtube, Gabriela Garatachía, promotora de un aula sin miedo e inteligente para la Universidad de Sonora UNISON, dialogaba con policías y seguridad vial de Hermosillo para compartirles en representación de un movimiento organizado de personas y grupos, las distintas demandas y problemáticas que enfrentaban con la seguridad vial, distintos tipos de estudiantes, mujeres y personas, cuya vialidad más problemática se ubicaba en el bulevar Luis Encinas Johnson, frente a la entrada principal del campus, conectando la universidad con la zona sur del bulevar, específicamente con lo que era el área del Hospital General de Sonora. Staus en línea, el sindicato de la UNISON, difundía a través de un video al mundo este diálogo cívico en febrero del 2014, esta evidencia aún se conserva en la matrix.
Uno de los más lamentables hechos que motivaron este movimiento denominado como “Movilidad sin riesgos” y, que era conformado por varios grupos como “Movilidad por pasos seguros (un grupo de estudiantes de la Maestra Gaby)”, el “Grupo de Interacción Universitaria, por una vialidad segura para todas las personas” y el “Observatorio Nacional de Feminicidios, capítulo Sonora”, fue el atropellamiento fatal de la estudiante de la UNISON, Alexa. Por lo que se empezaba a evidenciar con más fuerza la necesidad de instaurar reductores de velocidad, semáforos y cruces peatonales.
Las voces del movimiento por una mejor movilidad vial tuvieron resonancia política en un año en el que Sonora estaba despidiendo al primer gobernador posmoderno ajeno al Partido Revolucionario Institucional, Guillermo Padrés Elías (2009-2015) salido del Partido Acción Nacional. Era de esperarse una construcción vial como un buen gesto de su legado, pero pensando desde ideologías en donde los autos no se vieran afectados, ¿será por eso que se decidió por un puente peatonal (prioriza al auto) en vez de un cruce peatonal (prioriza al peatón)? O quizás, la decisión se debió más a las influencias culturales y neoliberales de nuestro cercano Gringolandia. Vaya usted a saber…
Si bien, tuvieron que pasar varias administraciones municipales para que se respetara el acuerdo de que se le pusiera el nombre a la construcción del puente de Gabriela Garatachia Colin, respetando con esto las demandas de todos los grupos del movimiento que ella representaba, el camino hasta la fecha por lograr una mejor movilidad vial en esa área de Hermosillo, no ha sido nada fácil.
Hoy en día, apenas once años después, las nuevas generaciones de estudiantes enfrentan, además, otros problemas. En 2025, después de haber vivido dos años de pandemia por el covid 19, los estragos siguen resonando con fuerza, sobre todo, en los grupos más vulnerables. Además, con un dato al alza en donde el encierro nos hizo repensar el tema de la salud mental, vimos y sentimos desde la intimidad de nuestros hogares cómo el vínculo entre las personas necesita de una mayor corresponsabilidad en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
No podemos justificar el abandono del Estado en estos años por el tema de la pandemia o por la administración de gobiernos neoliberales. El tener un puente peatonal limpio, en donde se atiendan las necesidades de las personas en situación de calle que habitan en ese puente y las problemáticas de convivencia que se generan con la sociedad en general desde un marco de respeto e inclusión social de los derechos humanos de todas las personas es hoy en día una máxima.
Otra arista social de la vulnerabilidad que se puede observar en dicho puente, en voz de los estudiantes que, expresaron su sentir en distintas redes sociales, está relacionada con la ansiedad, temor y agobio de que, al pasar por ese puente, se les robe, agreda o les cause impotencia de no saber cómo ayudar a gente que se encuentra en situación de consumo de sustancias o en período de abstinencia. De hecho, hay quien afirma haber visto agujas tiradas en el puente, por lo que también es un tema de salubridad y no sólo de riesgo social y salud mental.
Creo que, desde hace años, Hermosillo, Sonora o México han empezado una nueva era, un nuevo ciclo, en donde nos hemos dado cuenta de que todas las personas merecemos dignidad, buenas acciones y apoyamos las cosas bien hechas. Si estudiantes afirman que el puente les genera complicaciones de movilidad (exceso de tiempo, agotamiento, inseguridad, altas temperaturas) o si las personas con discapacidad expresan que no cumple con cuestiones de fácil accesibilidad para sus necesidades de traslado, o si simplemente, el puente no es para un disfrute de quien lo usa, opino que el puente debe ser remodelado o transformado en otra cosa que sirva para tales fines en donde peatones con distintas vulnerabilidades son prioridad sobre el auto y otras personas.
Un buen cruce peatonal, desde luego que no es la única responsabilidad para tener una mejor movilidad para todas las personas, en especial para las que tienen alguna de las múltiples vulnerabilidades relacionadas con la discapacidad, la edad, la salud, la pobreza, el sexo o el género, por mencionar solo unas. El mejorar el transporte público, no olvidar la educación vial para quienes conducen autos o motos, sobre todos, la promoción de transportes como la bicicleta, la atención adecuada a los grupos en desventaja social, la planta de árboles, la seguridad humana, en fin, todo esto y muchas más ideas nos lleva a un mejor futuro que estar polarizando el tema en culpas partidistas y reduccionistas que dividen a las personas. Construyamos de nuevo, en vez de destruir mirando al pasado, construyamos de nuevo y mirando al futuro.
Finalmente, el símbolo de este puente es feminista y, aunque este pueda cambiar de forma, no debe de perder su esencia de atención a la interseccionalidad de todas las mujeres y personas de distintas condiciones.
Por Edgar Iván Zazueta Luzanilla
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