Un día de luz
Un día de luz saldremos
De la dictadura del dinero
De la esclavitud asalariada
De el que no trabaja no come
De la barbarie industrial
Será apenas
Una vuelta de tuerca
En la rueda del tiempo
El principio del principio
A cada cual según su trabajo
Conquistaremos la emancipación de las mujeres
Punto de partida necesario
Para el igualitarismo libertario
De cada cual según su capacidad
A cada cual según su necesidad
En el circo de la vida
La violencia seguirá
Con su cauda de muerte y sufrimiento
Esto por desgracia es cierto
Pero nunca más el sexo
El color de la piel
Las creencias
Servirán como objeto del sujeto
Para los actos más repugnantes
Los genocidios
Las desapariciones
Las torturas
Las violaciones
Y no habrá más delitos de lesa humanidad
Que así sea
Y así será
En ese día de luz
Fue el Estado
Fue el estado,
padre putativo,
a huevo,
sin biología de por medio,
señor y dador de muerte,
rodeado por sus legiones de esbirros desalmados,
guardianes del desorden mal administrado,
recaudadores de sangre,
vampiros sedientos prendidos a nuestras yugulares.
El estado todopoderoso,
nada se hace o se deshace sin su venia,
sin su conocimiento,
todo sucede a sus órdenes,
con su complicidad,
aceptación y acuerdo.
El estado,
cielo de los pocos inmensamente ricos,
corrompidos.
Con todos los demás en el infierno,
indignados es cierto, mas jodidos.
El estado y sus creaturas asesinas
formando cuerpos especiales,
uniformes y botas,
responsables de medio millón
de muertes y desapariciones
en los últimos nueve años,
de rostros desollados,
quemados,
con huellas de tortura y violación,
con el tiro final de des-gracia,
sepultados en tumbas clandestinas,
cenizas en los ríos.
El estado y su crisis terminal,
si ya no sirve bien a su amo el capital,
más temprano que tarde ha de caer
cuando nos decidamos a vencer.
El estado por todos tan temido,
se derrumba ante la furia desatada
y el poder de quienes mantuvieron divididos,
que nos unimos hoy para soñar
que otro mundo posible puede ser.
Todo se lava
Todo se lava,
primero el sudor y la grasa,
la mugre acumulada por los rincones,
los entresijos,
entre las uñas,
entre los dientes,
la cerilla y las lagañas.
Todo se lava,
las manos piláticas,
los pelos,
las barbas,
la baba,
el sexo y el culo,
el semen,
la mierda.
La culpa,
hasta el pecado se quita,
con agua bendita.
La conciencia
para que no despierte
sin estar dormida,
lavado cerebral le llaman,
que consiste en el no-pensar
y en el no-sufrir,
tener fe,
seremos tan felices en la otra vida
(entonces descubrimos
en el último aliento
que sólo hay una).
Todo se lava,
la cara del César
que siempre recibe lo suyo
que creíamos nuestro.
Señor candidato: Usted
es nuestro abanderado,
el único capaz de hacer cambios profundos
para que todo siga igual,
usted tiene las manos limpias de sangre,
el rostro inmaculado
sin hacer gestos
a la hora de tragarse todas
sus palabras huecas,
hasta las heces.
Todo se lava,
¿a poco no?
Hasta los 400 camaradas de Tlatelolco
(2 de octubre no se olvida)
Los 120 del jueves de Corpus Christi
Los 500 desaparecidos de la guerra sucia
Los 45 de Acteal
Hasta los 22 muertos de Tlatlaya
Hasta los 43 normalistas de Ayotzinapa
(vivos los llevaron, vivos los queremos)
Y los asesinatos de Rubén Espinoza,
con Nadia y Alejandra,
con Mile y Yesenia
Hasta las ejecuciones de los tres hijos
y la esposa
con Rubén Jaramillo.
Todo se lava:
Hasta los 49 tiernos mártires del holocausto de ABC.
Los 7 campesinos masacrados en San Ignacio Río Muerto.
¡Ay! hasta las ejecuciones de José Shepperd y Andrés Peña en Hermosillo
Ríos de sangre que recorren,
palmo a palmo,
toda la extensión de este mi país,
irrigado,
ahogado
por tantos cuerpos
de sus mejores hijas
y sus hijos
devorados por el Leviatán insaciable
que siempre pide más y más,
y más… y más.
(Hermosillo, 2 de octubre 2015)
Fotografía de José Antonio Maya