La leyenda del Rey Arturo jamás ha probado la existencia del mítico paladín. Sin embargo, su nombre permanece como el monarca que estableció en su corte La Mesa Redonda, legendario legado de igualdad, justicia y honor donde los elegidos erigieron asombrosas hazañas.
Esta épica mitología relata episodios de incomensurable majestad: la búsqueda del Santo Grial – la copa de la que bebió el Cristo durante la Última Cena -, numerosas batallas contra los sajones y, sobre todo, la fabulosa spatha Excalibur. «La espada en la piedra». Imagen gloriosa, poética y medieval que es clave de sol para leer el espíritu británico: pueblo guerrero cuyas leyes buscan construir orden, respeto y prosperidad.
Así, Nacido para ser rey (Joe Cornish, 2019) es el más logrado esfuerzo por reivindicar el código artúrico a través de una producción cinematográfica digna, que no se traiciona a sí misma y que es capaz de conectar con espectadores de todas las mocedades.
Seamos bienvenidos a la Gran Bretaña de hoy. ¿Cómo los ojos de un adolescente ven a la Inglaterra del Brexit? ¿Percibe la división de una sociedad dividida entre la desconfianza hacia sus liderazgos y el resentimiento contra los excesos neo liberales? Quizás no, pero si sufre el bullying y la pesada gravidez de ser diferente.
Alex (Louis Ashbourne Serkis, hijo de Andy Serkis) soporta con nobleza los tiempos que le han tocado vivir. Sin embargo, padecerá la encrucijada de convertirse en el rey irremplazable que unirá a su pueblo. El ha sido el único con nobleza necesaria para sacar la espada en la piedra.
Un jóven Merlin (Angus Imrie, genial) lo encaminará en este extraordinario viaje del héroe. Morgana (Rebecca Fergusson) se apresta a vengarse, conquistar al Reino Unido y establecer su hegemonía de esclavitud, oscurantismo y perdición. Nada más medieval.
Merlín es un alma milenaria. Puede conjurar antiguos sortilegios para regresar a su aspecto original, el mago anciano (Patrick Stewart). Él ha improvisado un vestuario revelador: camiseta de Led Zeppelin, pantalones de mezclilla y calzado todo terreno: ¿acaso un guiño local a esos hippes envejecidos que dejan pensión y miasmas en el Pluma Blanca?
Alex ha decidido asumir su destino. Reclutará, por tanto, a amigos como Bedders (Dean Chaumoo) y enemigos, como Lance (Tom Taylor) y Kaye (Rhianna Dorris). Goonies que tal vez serán conscientes de la responsabilidad que ha llegado a sus almas.
Mucha atención, el elenco de Nacido para ser rey muestra inclusión, equidad cultural y migratoria en Gran Bretaña.
Valentías que ya han sido presumidas por Kenneth Branagh en sus versiones para Cenicienta (Kenneth Branagh, 2015) y en su Crimen en el Expreso de Oriente (Kenneth Branagh, 2017). Africanos, latinos, orientales, musulmanes, judios y cristianos viven en perfecta armonia en la pérfida Albión.
La epopeya, en Nacido para ser rey, será alimentada por grandes aventuras y revelaciones mágicas que no permiten abandonar la pantalla. Esbirros fantasmagóricos enviados por Morgana resultan un maravilloso homenaje a Ray Harryhausen y sus trabajos de stop motion para Jason y los argonautas (Don Chaffey, 1963) y Furia de titanes (Desmond Davis, 1981).
Fotografía y diseño de producción en Nacido para ser rey, hacen gala de la habilidad de Cornish para exhibir su destreza como narrador con una labor de cámara y puesta en escena ágiles, con sobrada energía y siempre en búsqueda de la imagen trascendental y bella. Algo pocas veces visto en el género de cine familiar.
Un gran punto a favor en Nacido para ser rey es, sin duda, la redondez de sus personajes. Carisma, matices y clarosuros hacen imposible no empatizar casi de inmediato con ellos. Es así como esta producción es una muestra de ese cine que parece haberse perdido durante nuestras dos últimas décadas y que ha vuelto por sus fueros. ¡Excelsior!
Nacido para ser rey no renuncia a la amargura y al dolor. La spielbergiana ausencia del padre es mostrada aquí con delicadeza y consideración. De las carencias es posible construir el carácter.
Y es así como la maldita premisa de Charles Dickens vuelve a ubicarnos en eterno contexto: Era el mejor y el peor de los tiempos. La edad de la sabiduría y la tontería; la época de la fe y la incredulidad, la estación de la luz y las tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.
El código artúrico, los diez mandamientos, la filosofía cartesiana, el regreso a los orígenes. Tal vez ha llegado el momento de considerar el pensamiento primigenio para devolvernos el rumbo.
Que leer antes o después de la función
La historia interminable, de Michael Ende. Huyendo del bullying en su colegio, Bastian encuentra un libro que llama tanto su atención que no puede dejar de leerlo.
La Emperatriz Infantil está enferma. Su padecimiento está debilitando su mundo, Fantasía. Ella ha convocado a Atreyú, quien a pesar que no entiende porqué es el elegido, no duda en ayudar a la soberana.
Sin embargo es Bastian, el niño que está leyendo, quien en realidad es el predestinado. La historia interminable se presenta así como la novela fundamental para entender la importancia de los libros: puertas que se abren a mundos jamás imaginados.