Aún cuesta creer que ya no estás aquí. Hoy, justamente hace un año, te encontrabas orgullosamente recibiendo tu medalla “Amadeo Hernández Coronado” por tus 20 años de servicio en la docencia, evento en el que acaparaste la atención de muchos, pues en ese entonces ya enfrentabas la batalla más dura que expresabas en vida, tu lucha contra el cáncer. Ya extrañabas en ese entonces tu salón de clases y los festivales escolares; decías que naciste para ser maestro. Pero sabías que estabas invirtiendo muy bien tu tiempo en recuperarte… tus grandes motivaciones: tus hijas.
No podía dejar pasar este día sin rendirte este pequeño homenaje. Sé que donde te encuentres estarás contento y orgulloso de saberte reconocido. Hace un año estabas dichoso de que te leyera las palabras de agradecimiento por tu labor educativa de muchos padres de familia, colegas y alumnos que te hacían llegar a través de las redes sociales por la nota que algún medio local publicó sobre ti. Uno de tantos comentarios que te leí en voz alta decía que te recordaban como el maestro de la eterna sonrisa, pues no hubo ocasión en que vieran en tu rostro un gesto distinto.
José Ángel López Armenta nació en La Cuesta, Sinaloa, en el año 1976. Desde pequeño, refieren nuestros padres que enfrentaste algunas adversidades en tu salud. Tu cuerpo se distinguía desde entonces por tu delgadez y altura. Siempre aficionado al deporte, sobresaliente en el futbol, destacaste en ligas regionales y estatales magisteriales, se te conocía como “El Venado”, por veloz y ligero. También fuiste amante de las artes; dejaste como parte de tu legado tu última pintura al óleo, un hermoso paisaje playero que hiciste mientras estabas postrado a tu silla de ruedas y tuviste a bien dejarlo en manos de quienes cuidaron de tus hijas mientras luchabas contra tu enfermedad a un lado de tu esposa. Fuiste, también, un católico devoto, con una fe muy grande en Dios.
Tu formación docente, empapada de conciencia social, fue acuñada por la que fue tu segunda casa, la Escuela Normal Rural “Plutarco Elías Calles”, en El Quinto, Etchojoa, Sonora, y donde egresaste en el 2000. Fue allí donde te hiciste de amigos que fueron muy valiosos para ti. Compañeros de lucha del movimiento contra la mal llamada Reforma Educativa.
Hace poco platiqué con Ana García, de quien fuiste maestro hace quince años. Ana refiere que fuiste una profesor humilde y paciente con tus alumnos, siempre motivándolos a destacar en olimpiadas académicas y deportivas y culturales.
Cada uno de mis hermanos ha sido especial en mi vida y tú lo eres por ser el mejor maestro de vida para mí, porque fuiste quien me ha puesto la prueba más difícil, la de saber y vivir en carne propia que nada es para siempre, que la vida te da y también te quita. Que podemos creer que conocemos la tristeza pero luego pierdes a un ser querido y te das cuenta que solo tenías una vaga idea de ese sentimiento. El día mas triste en mi vida fue el día en que te fuiste. Fue un día lluvioso, oscuro y frío. Uno de esos días que quisieras que no existiera. Pero es allí donde radica tu enseñanza en mi vida.
Siempre estuviste conmigo cuando yo te necesitaba y aún cuesta trabajo entender que ya no estás aquí. Ahora estoy aprendiendo de ti, a encontrarte en mis recuerdos, en el silencio de mi padre, en la mirada de tus hijas, en la fuerza inagotable de mi hermana mayor, en las calles que recorrías con tu bocho. Tu enseñanza radica en que, para los que nos quedamos, la vida sigue. Estoy aprendiendo a agradecer por todos los momentos que nos dejaste, la dicha de verte volver a caminar en medio de tu batalla contra tu enfermedad y la fortuna de haber tenido la oportunidad de despedirnos.
Te amaremos por siempre, hermano.
… Los Mejores Maestros son los dan lecciones en la vida, y van dejando huella en los corazones con los que se encuentran. Mucho hay de tu hermano en tí, Santa. Felicidades por tu emotiva nota.
Muchas gracias Ariana. De acuerdo contigo, mucho de lo que soy ahora, es gracias a él.
Maestra Santa, nuestra muy querida maestra de Apoyo de la escuela Dr. Jaime Torres Bodet, donde te desempeñas poniendo el corazón en todo lo que hace, sin duda alguna es el legado de ese bello ser que fue tu hermano y vive en ti. Eres un gran ser hunano que tengo la dicha de conocer en en el ámbito laboral y personal. Agradezco a Dios haber coincidido contigo. Te mando un fuerte abrazo. Me siento muy orgullosa de ti por tu resiliencia y esa fortaleza que no todos tenemos. Te quiero mucho. Saludos y Bendiciones para toda tu familia.
Muchisimas gracias, mi estimada directora. sus palabras me reconfortan y me motivan a seguir dando lo mejor en las aulas. Así como lo hacía mi hermano. Ese ha sido su mejor legado en mí. Le mando un abrazo de vuelta. Yo tambien la quiero mucho. Nos vemos pronto.