Sinaloa, tierra fértil, musical, agrícola y violenta, está de nuevo en nuestro círculo. La depresión tropical 19-E, que perjudicó también al sur de Sonora, inundó a la región. Y, a diferencia de otras trombas, imágenes y videos del terrible evento circularon ahora por redes sociales. Con urgencia instantánea.
Este accidente climático no es el primero, ni será el último.
Por eso son relevantes las reacciones de la población afectada. Se comparten escenas que revelan carácter y temperamento sinaloense: hemos visto apuestas sobre el destino de un automóvil arrastrado por la corriente o jóvenes en panga divirtiéndose, además de snorkels, aletas y jet skies puestos a prueba.
Muestras de ocurrente solidaridad: al mal tiempo, buena cara.
Es así que el Festival de Cine en el Desierto, en su octava entrega, exhibe Los débiles (Raúl Rico y Eduardo Giralt, 2018), una cinta que se propone explorar el espíritu de Sinaloa echando mano del realismo, la comedia y el beisbol.
Víctor (José Luis Lizárraga) es un ranchero excepcional. Grande, vigoroso y pelirrojo es, al mismo tiempo, tímido y taciturno. Un cuerpodioquis, dirían las abuelas. Sin embargo, está el agravio que despertará en el protagonista la búsqueda de la reinvindicación.
El Selfie (Joshua Estrada), líder adolescente de una banda de peloteros llaneros, envenenó a sus perros.
Inicia de esta manera el viaje del héroe. Con los cadáveres de sus canes a cuestas, Víctor ha decidido encarar al Selfie. Aunque el tal Selfie ya lo hubiera humillado al dejar en claro el escalafón del poder.
Los débiles proyecta paisajes que nos son muy cercanos. Una road movie cuyo compromiso principal es, como en El principito de Antoine de Saint Exúpery, evidenciar el pequeño gran mundo que le pertenece a Víctor.
La fotografía de Diego Rodríguez se esmera en ello. Caminos vecinales, estaciones ferroviarias, torres eléctricas, polvo, cables, mezquites, piedras, fondas deliciosas, cantinas con olor a baba y cerveza y gurús tatuadores aparecen con naturalidad y verdadero desenfado.
La radio es otro actor. La Serie del Caribe, quizás en su edición 2017, acompaña la trama de Los débiles con presencia puntual. Los relatos de cronistas deportivos corean a Víctor en su graciosa odisea. Es la pesquisa en pos de quien le arrebató, ¿su dignidad?, ¿su esperanza?
Vuelvo a El principito. Los personajes en Los débiles, advierten y aportan vivencias que tal vez ayuden a Víctor en su camino. Entre la campaña electoral –con un candidato que se presenta como oferta política de coalición PAN y PRD – , el gringo propietario de cantina (Sean Hennesy), el metalero que encuentra (Ulises Bojórquez) y el pescador que lo llevará a su meta (Javier Díaz), Víctor no abandona su posición.
Como John Wick (Chad Staheliski, 2014), el cuerpodioquis ha tomado su arsenal y no hay vuelta atrás cuando se trata de vengar la vida de sus perrhijos, faltaba más.
Víctor es un alma vieja. Un vikingo triste, callado, con diálogos mínimos. Aparece ajeno al entorno que lo rodea. Apenas si responde a los estímulos que recibe en su aventura. Quizás es más importante lo que calla que lo que palabrea.
Y está el beisbol. Aficionados o no al juego de la pelota, sabemos que todo se reduce, de manera inexorable, a un duelo: pitcher contra bateador. Ahí está el drama. Y por lo tanto, la emoción.
Un guiño genial. En un paraíso, un edén, en una isla más allá del bien y del mal, lejos de la civilización del espectáculo, podemos ponernos al tiro. Mano a mano. Y a ver de que cuero salen mas correas.
El mundo del niño es pequeño. Se compone de cosas a las que les da demasiada importancia. El mundo de Víctor y del Selfie es así. Al final son solo dos jovenes – casi unos infantes – cuyas historias los han colocado en el montículo del lanzador y la caja de bateo.
Nada mas inocente. Como en El principito.
El Festival Internacional Cine del Desierto llega a un momento de inflexión. Reclama un proyecto trascendente, con la mira puesta en el mediano y largo plazo. Cada año es indispensable promover una línea de comunicación cuyos contenidos sean capaces de conectar, no solo con el público, sino también con patrocinios públicos y privados.
La promoción de la identidad FICD 2019, debe iniciar a la brevedad. Los organizadores cuentan con talento, experiencia y conocimiento suficiente para superar todo lo que hasta ahora ha sido logrado.
Estamos ante la oportunidad de colocar a Sonora como un referente cultural y cinematográfico de tamaños atractivos y relevantes.
Larga vida al Festival Internacional Cine del Desierto. Lo merece.