El título de este escrito quiere hacer referencia al hecho de que el gobierno de Claudia Artemisa Pavlovich Arellano fue oscuro, ópaco.
Nunca se conoció públicamente cuál era el estado que guardaban sectores claves de la vida de Sonora, sobre todo en materia económica.
No informaba de la situación de la agricultura, de la ganadería, de la industria, de la pesca, de la actividad turística, del empleo, de los salarios, de la educación o la productividad del estado. De nada.
Jamás ofreció conferencias de prensa para referirse a algún asunto que se debatiera o fuera del interés de la opinión pública.
Seguramente adoptó esta política de forma deliberada para no llamar la atención de la ciudadanía, prefiriendo mantenerla a oscuras.
No es creíble que su actitud se debiera a que desconocía los asuntos de Sonora, pues eso podría ser entendible al iniciar su gobierno, cuando llegó sin experiencia, pues nunca encabezó alguno ni fue funcionaria previamente. La más alta responsabilidad que tuvo fue la de ser presidenta estatal del PRI.
Eso es comprensible, pero en la medida que pasa el tiempo, se aprende, el gobernante o funcionario se va familiarizando y va conociendo y dominando los asuntos que le competen.
Por eso es altamente probable que la actitud de mantener a oscuras al ciudadano respecto a los asuntos que son de su interés se explica por una acción deliberada.
Fue esa, sin duda, una de las omisiones más graves a su responsabilidad, pues es indispensable y necesario que el gobernante esté al frente de su responsabilidad y dé la cara a quienes la o lo eligió para informar de lo que sucede en SU estado.
Al actuar así, el gobernante ofrece a los ciudadanos una perspectiva amplia sobre los asuntos de gobierno y, con el tiempo, va formando una ciudadanía más informada y atenta a los asuntos públicos. Ello fortalece a toda sociedad y genera una riqueza cultural y cívica, invaluables.
Por el contrario, no informar, no dar la cara de manera frecuente, crea un vacío que es llenado por los rumores, las noticias falsas, por la ignorancia e, incluso, por otras fuerzas, tal vez, delincuenciales.
Eso fue lo negro del gobierno de Pavlovich: el deterioro de la cultura cívica, del conocimiento y de la deliberación pública.
Al asumir esa actitud, Claudia Pavlovich imitó o siguió los pasos del presidente Peña Nieto que pocas veces daba conferencias o declaraciones, “gobernaba” con la imagen, por eso obtuvo los resultados que obtuvo. Lo mismo podríamos afirmar de la gobernadora.
Retomar el ejercicio de la política, es decir, de la deliberación sobre los asuntos públicos, reconstruir ciudadanía, no será una tarea sencilla para el gobierno que encabezará Alfonso Durazo, porque hay alejamiento de sectores de la sociedad que se refugian en una especie de ensimismamiento que tiene algo que ver con una actitud de “dejar hacer, dejar pasar”.
Por Héctor Apolinar
La señora Pavlovich y el señor Obrador