«Gracias a la pandemia», como dice cada incauto a cada rato, los de arriba se fijaron en los de abajo, los ellos miraron a las ellas y un sinfín de maravillas, todo «gracias a la pandemia»…
El Hermes Ceniceros ha capturado una escena de esas, con todo y tropezón, y la ha traído aquí, para las y los de la Crónica Sonora ??
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Hermosillo, Sonora.-
Extraña cosa es el arte que a veces no sabes para quién trabajas, o depende del ángulo desde donde se aprecie una obra, porque esta puede tener diferentes significados, valores, perspectivas, y en tiempos de transformaciones, hasta maromas.
El otro virus es un libro que muestra la obra pandémica de Fernando Robles, artista originario de Etchojoa que actualmente radica en la Ciudad de México, después de toda una vida de trotamundos exponiendo su trabajo en galerías de capitales del arte como París, Londres, Luxemburgo y Chicago. El álbum de Robles es acompañado por textos de la galardonada escritora Elena Poniatowska y el exitoso empresario sonorense Javier Rivas. Una coedición entre el Instituto Sonorense de Cultura y Ediciones Tecolote, cuidada en el más mínimo detalle de impresión y encuadernación, haciendo del libro un objeto artístico en sí mismo.
En la presentación del álbum, el pasado viernes 3 de junio, el pintor sonorense no estuvo presente porque su edad y su salud no le permitieron viajar para compartir su trabajo tanto la publicación del libro como la exposición que se montó en la Quinta de Anzá, sede del notable evento. Aún así, su presencia se dio a través de su obra y con una entrevista que grabó con Elena Poniatowska y que fue proyectada al final de las intervenciones que hicieron el Secretario de Educación y Cultura, Aarón Grageda, Maricela Moreno, Directora del MUSAS, el Dr. Bruno Ríos (a través de ZOOM), y Javier Rivas.
Las intervenciones de los presentadores abordaron la obra de Robles desde diferentes enfoques, pero aun así hubo dos puntos en los que coincidieron: reconocer la calidad técnica del artista, la expresividad de su trazo y su forma de transmitir sensaciones y atmosferas; así como la sensibilidad con la que aborda el doloroso tema de la indigencia y la pobreza urbana. Irónicamente mientras en el vídeo se proyectaba la conversación donde Fernando Robles hablaba con Poniatowska de como en medio de la pandemia se sensibilizó por las personas en situación de calle y sus atmosferas lo inspiraron para crear las piezas que aparecen en El otro virus, entre el auditorio, sin poner mucha atención a lo que se decía, un grupo de empresarios brindaba con vino mientras celebraban no ser los de los cuadros.
Estaban para no estar en el MUSAS
Cuando Fernando Robles hablaba de los modelos de sus dibujos hizo hincapié de que estas personas en en situación de calle deambulan sin pedir nada, resignados a la violencia y al abandono que están para no estar. Sus cuadros, conforman una exposición de arte contemporáneo que debería ser expuesta en el museo de arte contemporáneo de Sonora. Este debió haber sido el regreso de uno de los más grandes artistas visuales que Sonora ha dado, y se le debió haber recibido en el MUSAS. Pero justamente el mismo día de la presentación de El otro virus un comunicado salió en la cuenta de Facebook del Instituto Sonorense de Cultura (ISC) para decir que el recinto cerraría sus puertas por tres meses para por fin realizar las ya urgentes obras de mantenimiento, las cuales si no son una remodelación de las salas, no me explico el motivo para cerrar el edificio completo por tanto tiempo para impermeabilizar y dar servicios tanto a los aires como al ascensor, tal y como dice la publicación en la red social de Mark Zuckerberg.
Aunque la directora del MUSAS fue parte del panel del evento que organizó la Secretaría de Educación y Cultura, ella se limitó a leer un texto sobre la obra del pintor originario de Etchojoa. Y aunque la Quinta de Anz es un recinto de primera, con salas de exposición en buen estado, no cuentan con las condiciones óptimas que el MUSAS sí garantiza. La última producción artística, realizada en tiempos tan convulsos como la pandemia del COVID-19, del pintor sonorense vivo más importante de su generación seguro merece ser expuesta en el Museo de Arte de Sonora. Es una lástima que el inmueble no hubiera estado a la altura de recibirlo.
La ironía de un virus que esta para no estar
En medio de la pandemia Fernando Robles limitó sus salidas por el confinamiento. Con las pocas salidas comenzó a ver que mientras por miedo al virus muchas personas se encerraban en sus casas, otras permanecían a la intemperie, estando en las calles como si no estuvieran, victimas de ese otro virus que es la pobreza, el abandono, la desigualdad. Observando a estas personas comenzó a ver una atmosfera que los rodeaba, un aura difícil de captar a simple vista y que solo el trazo de una artista sumamente sensible es capaz de capturar y visibilizar.
Las obras expuestas en la Quinta de Anzá y reproducidas en el álbum de El otro virus, son la cristalización de las atmosferas que Robles captó de los marginados que vio deambular en los alrededores de su casa en medio de la pandemia, esas personas que como él describe, están sin estar en las calles. La ironía de exponerlas como piezas de arte esta en que mientras se presentaba el libro, los cuadros que conservan la atmosfera de las personas en situación de calle que el artista retrató, quienes tomaban vino y escuchaban hablar del álbum de Fernando, ni se percataban de los cuadros del otro virus, esos que estaban para no estar.
Es irónico como el arte, cuando se hace para visibilizar la pobreza y el abandono de las personas en situación de calle en medio de la pandemia, puede ser también una forma cosificar y monetizar la indigencia. Quizás el virus del arte hace que las personas presenten síntomas que manifiestan las ironías de la condición humana.
Texto y fotografía por Hermes Díaz Ceniceros