Saltó del más arrugado y alto mezquite, en el aire aún iba dormida. Y como sólo tenía un alita por más que aleteaba el suelo se le iba acercando muy de prisa.
Había nacido para ser cómplice de las alturas y de un canto que poco gustaba. En la gravedad de un viaje con destino hacia abajo, medio metro antes de tocar la superficie de la tierra claramente vio su muerte. Pero ésta en ese momento no llegó, ya que jamás se atrevió a saltar, ni a dejar ese brazo del mezquite donde nació-conoció la luz.
Esta pesadilla la enterró y en su epitafio escribieron: Aquí yace la cigarra que creyó ser una media cigarra.
Por Francisco Escalante Tellez – tellezlante@gmail.com
Dibujo de Em Hawes – eehsketchaday2011.blogspot.com