Ciudad Obregón, Sonora.-
No sé cuándo sembramos vientos, pero ahora en nuestra querida (¿?) ciudad estamos cosechando tempestades: ya somos segundo lugar nacional en baches y tercero en delincuencia, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En cuanto a la “percepción de inseguridad”, el 92.5 % de los cajemenses nos sentimos inseguros en nuestra ciudad, y a cómo van las cosas muy pronto seremos distinguidos con el primer lugar ¡pero en apatía! Y eso sí sería el acabose.
Andamos mal, muy mal, nadie lo puede negar, tanto que hasta utilizar las direccionales para marcar vuelta o cambiar de carril, si eres de los que conduce auto o motocicleta, nos da flojera o ni eso queremos aportar a nuestra comunidad. Y es ahí donde está el problema: tenemos que cambiar, tenemos que re enamorarnos de nuestro pueblo, y tenemos que entender que con nuestra mala actitud y apatía las cosas irán de mal en peor.
Ya es hora de darnos cuenta que vivir mejor en sociedad es sencillo pero nos esforzamos en complicar las cosas. Sí, es cierto que no es bueno que estemos repitiendo una y otra vez lo mal que andan las cosas en Obregón, pero es peor el silencio. Es peor cerrar los ojos y hacer como que nada pasa. Es momento de recuperar nuestro presente por un mejor futuro para los niños, y, si es preciso, volteemos a nuestro pasado para agarrar fuerzas; hay que recordar cuando éramos de las ciudades más limpias y ordenadas del país; cuando éramos el granero de México; cuando se construían presas, silos, aeropuertos, vías de ferrocarril; cuando se construían distritos de riego como el 41, de los más eficientes de Latinoamérica; recordar cuando se construían escuelas de primera y canchas deportivas.
No olvidemos que estuvimos a un paso de ser un recinto fiscal o puerto libre, de que pudimos haber logrado nuestros sueños con el Cajeme 2020; no perdamos de vista el gran talento de nuestra gente, nuestra comida de gran calidad, todos los parajes tan bellos que nos rodean, y no olvidemos que somos una comunidad fuerte, aguantadora que se la rifa bajo las inclemencias de meses de intenso calor, y aquí estamos. No olvidemos que somos una “ciudad universitaria”, que tenemos el CIANO, el parque de software, tanta gente noble, y tanta juventud que merecen mejores tiempos que los que les estamos dando.
Es ahora o nunca, o cambiamos o terminaremos siendo un pueblo fantasma. Vamos a ponernos las pilas porque ya casi somos los número uno en apatía, y eso no nos va. Los cajemenses fuimos brillantes y podemos volver a serlo, es cuestión de proponérnoslo y hacer a un lado la desidia y a toda esa gente, como la clase política corrupta, que tanto daño nos están haciendo. Es ahora o nunca.
En portada, una imagen que captura la dualidad que hoy día caracteriza al municipio de Cajeme: la hermosa piscina del hotel San Jorge en Obregón y la fealdad de un maltrecho cerco de púas: