Para no cargar este texto de elementos pesados de investigación, validación historiográfica y legal, voy a hablar con cierta soltura. Puede ser que me equivoque sobre todo en detalles subsanables. En lo general, dudo mucho estar en un error. Si llegas al final de la lectura, espero que te quedes con dos lecciones: qué no son los derechos humanos, y por qué son importantes especialmente hoy.

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Todos hemos seguido con empatía e impotencia el destino de un probable delincuente. Por ejemplo, hoy mismo veo cómo un juez federal concede un amparo a un presunto violador de los conocidos como porkys. Es importante recalcar lo de presunto, porque sin la sentencia bien fundada y bien motivada, las mejores prácticas de la cultura cívica nos obligarían a acatar la sentencia absolutoria, sea de primera instancia o en juzgados de alzada (es decir, juzgados que revisan la legalidad de los juzgados de instancias bajas, en este caso la primera instancia). Muchos sentimos que las garantías individuales, en las que se fundan los amparos en México, y las violaciones a derechos humanos lo que hacen es dificultar el combate a la delincuencia. En efecto. Eso es lo que hacen. ¿Entonces qué hacer? Lo único que nos queda: estudiar, y entender bien sobre qué suelo estamos parados.

Como este muchacho de los porkys, hay otros: la ausencia de sentenciados por el incendio de la Guardería ABC en Hermosillo, la liberación de la supuesta secuestradora Florence Cassez, la absolución del presunto asesino confeso de Rubí, en Ciudad Juárez, y otros. Así hay muchos casos. ¡Frustración, impotencia y convicción de corrupción!

Mencioné estos tres casos, porque en los tres encontramos presuntos culpables de todos los extractos socioeconómicos, aunque claro, puede haber tendencias explicables con base en los recursos económicos, lo cierto es que en México tenemos que la protección de derechos humanos (dhs) y garantías individuales, alcanza y ha alcanzado más o menos a todos por igual en casos ominosos como los que cité.

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¿Por qué los dhs se pueden usar para defender a un delincuente? En realidad, los dhs sirven para frenar abusos de autoridad. Los abusos de autoridad no sólo son contra gente inocente, sino también contra gente culpable. Por ejemplo, muchos de los lectores quizá conozcan o sean ellos mismos delincuentes por las leyes vigentes hoy: muchos han comprado marihuana. Pero eso no significa que la autoridad pueda venir a tratarlos como delincuentes. No al menos sin haber oído y vencido a los acusados. Muchas de estas leyes son también actos de autoridad: acto legislativo. Como tales, estos actos también pueden ser abusivos y transmutar miembros productivos y pacíficos de la sociedad en delincuentes.

Piensen una persona que logra obtener más ganancias al recibir pagos en efectivo, sin reportarlas al fisco. En este caso, supongamos el de un mesero que en lugar de reportar los 15 mil pesos brutos que gana al fisco, reporta que gana 4 mil pesos, evitando pagar ISR. Todos mis amigos izquierdistas tiran aceite cuando recuerdan que Ernesto Cordero dijo que en México hay familias que con un ingreso 6 mil pesos al mes, cerca del ingreso en el que se empieza a pagar ISR, se puede mandar a los hijos a la escuela, comprar casa y carro. De aquí se seguirían dos consecuencias importantes. Una es que el ISR se debería empezar a cobrar para ingresos superiores a, quizá, 30 mil pesos mensuales, y quizá tampoco se debería cobrar IVA, porque mientras más cerca esté uno de la pobreza y bancarrota, más grave es el cobro de lo que sea. La otra consecuencia que se sigue es que si es realmente imposible vivir con 6 mil pesos al mes, ¿cómo sobrevive tanta gente en este país en especial cómo es que se paga tan poco ISR? Más o menos sólo el 10% de los mexicanos ganan 10 mil pesos al mes o más. ¿No sería justo mover el ISR, el IVA y otros impuestos, no de 6 mil al mes, sino a, digamos, 25 o 30 mil pesos mensuales de ingresos? Claro, porque con 6 mil, no podemos vivir. Si uno tiene dos o tres hijos, con 10 mil tampoco se puede vivir. ¿Necesitamos más razones para bajar impuestos al 90% de la población?

Los dhs deberían poder cuidarnos de esta clase de actos legislativos. Ganar menos de 10 mil pesos al mes, normalmente no es una situación en la que las personas querrían estar si tuvieran alternativa razonable. Pero para los campiones (intencional el término) de la igualdad social y la justicia social, todo se basa en porcentajes. Si tienes más que la mayoría, no importa que tengas 7 mil pesos al mes, tienes que pagar para los demás. Antes de que cubras las necesidades tuyas y de tu familia, debes cubrir las necesidades de extraños. Recuerdas que con 7 mil pesos al mes no se puede vivir, ¿cierto?

Los dhs deben entonces poder proteger no sólo a culpables de crímenes graves, sino a gente que sólo es culpable de delitos por leyes inhumanas, mal pensadas o inaplicables a la vida que se vive hoy.

Así hay culpables de delitos y hay culpables de infracciones estatutarias, que no necesariamente son criminales desde puntos de vista morales refractarios a intereses políticos concretos. Para todos estos, los dhs son importantes: sirven para controlar los actos de autoridad, no para proteger criminales.

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Según tradiciones importantes de dhs la vida no es un derecho humano absoluto. Pensamos que la legítima defensa o la pena de muerte, son medidas admisibles para grandes tradiciones en derechos humanos. Sobre todo la tradición llamada primera generación, la cual estableció mucho del catálogo de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), admite que la pena de muerte es un castigo justo para cierta clase grave de delincuentes y personajes antisociales. Asesinos y secuestradores, por ejemplo.

¿Cómo se establecen las generaciones de dhs? Esta es una cuestión chistosa. Los dhs no son como otros derechos, en cuanto a que la autoridad los pueda, en especial disminuir. ¡Imagínense qué favor tan flaco le hacen a los humanos si los derechos humanos los puede reducir un parlamento o presidente, o tirano? Serían de una utilidad meramente ornamental. Los dhs no se pueden disminuir. Pero entonces, ¿cómo haría la autoridad que quiere violar los dhs para transformarlos en mero ornamento si no los pueden disminuir a voluntad? Muy sencillo, ya que no se pueden disminuir, se pueden incrementar.

Si a la DUDH le agregamos otros derechos y los ponemos al nivel de los primeros, entonces podemos hacer explotar al concepto de dhs. Ahora pueden proteger a cualquiera, incluyendo, obviamente, a los abusivos. Así, por ejemplo, si se insiste demasiado en que la autoridad puede violar dhs por omisión, entendido irresponsablemente esta idea, si una persona muere de hambre queriendo sobrevivir, se puede acusar por omisión al Estado por dejar morir de hambre a una persona. ¿Qué debe hacer entonces ahora el Estado para evitar ser culpable de violar dhs en caso de que tenga hambrientos? Muy simple: debe darles comida. Los diputados no son muy buenos granjeros, así que lo que harán, será subir impuestos o forzar a los grajeros a trabajar. Y ¡bingo! Con eso, violamos el derecho humano a no ser esclavo, usando otros derechos humanos, el derecho humano a no ser ignorando en la necesidad de comer. Con esta contorsión conceptual, dejamos de controlar a la autoridad, porque la autoridad podría decir: no voy a quitarle comida a unos ciudadanos, para darle a otros, estaría violando la propiedad, el trabajo y la libertad de unos. Esto estaría bien. Pero también podría decir la autoridad que no va a dejar morir de hambre a ninguno, y por esa misma razón subir impuestos, o mandar directo a la esclavitud a ciertos granjeros y ciertos trabajadores.

Los dhs no se pueden disminuir, pero tampoco se pueden realmente incrementar, y menos aún por conducto justamente de quienes están limitados por ellos: las propias autoridades en la Asamblea de las ONU. De lo contrario, lograríamos exactamente el mismo tipo de entuerto que narré el párrafo anterior. Es muy estúpido poner a que un coyote nos cuide las gallinas. Si alguien no puede hacer incremento o decremento del catálogo de dhs son precisamente las autoridades del mundo. Los dhs terminarían sirviendo a cualquier propósito. Lo cual es peligroso, porque el último dique a la autoridad que tenemos, nuestra claridad mental para saber qué hacer y qué no, se pierde. En la novela de 1984 cuando el Big Brother gana, no es cuando descubre la conspiración. Es cuando logra poner a unos individuos contra otros y convence a las personas que cualquier cosa es correcta, incluso, que 2+2=5. Una persona que es capaz de creer cualquier cosa, y que desliza el dolor que le toca a otros, la sociedad, el Estado o lo que sea, es una persona que cuando la vida le llene de dificultades, no las enfrentará él, sino que se las pasará a otros; su hambre, es problema de otros, su pobreza, es falla de Slim, su ignorancia, es culpa de los hombres blancos, ricos, capitalistas, heterosexuales, cristianos, su debilidad moral es problema del jefe en turno. Por esa ruta, todos restan pero nadie suma.

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Lo único que nos queda para los abusos, en especial, el abuso que significa adulterar los derechos humanos, es aprender a separar el grano de la paja. Ese es un trabajo complicado, tedioso, requiere conocimiento especializado. La próxima vez que ustedes se noten enojándose contra los derechos humanos, sepan que ese concepto está poblado de impostores. No podemos, en especial los que no tenemos poder, los que somos vulnerables por una razón u otra, ceder a la horadación de los derechos humanos a la que nos exponen planificadamente, quienes están a favor de esta adulteración ominosa.

Cuando se esté criminalizando a cierta persona, por ejemplo, el productor de drogas, o el que gana 13 mil pesos, pero no pagó su ISR completo, ustedes recuerden que estas pueden ser víctimas de la autoridad, y no criminales. Cuando se acuse a cierta persona de ser un criminal, por ejemplo, un ratero, sepan que es importante esperar a la investigación, y la sentencia, y revisar la sentencia y ver que esté bien hecha. Luego, cuando se establezca la comisión de un delito real y la culpabilidad quede claramente establecida, si el delincuente mató y violó, sepan que por derechos humanos bien podría corresponderle la muerte. La vida y dignidad de un inocente no se paga con un precio inferior. Pero también, si alguien está empecinado en construir culpables falsos de violación o asesinato, como la consecuencia de que sean exitosos es la muerte o la cadena perpetua, estas personas deben estar sujetas al mismo destino que el asesino artero. Si mi voto en la urna, si mi micrófono en la plaza pública es tu muerte, siendo tú inocente, mi castigo debe ser el castigo del asesino, porque eso sería. Si mi voto en la urna, y si mi micrófono en la plaza pública es la adulteración de los derechos humanos, mi castigo es volverme la presa legítima del mejor depredador, mi país se vuelve cárcel, panteón, miedo, se vuelve selva.

Por Víctor Peralta

En portada, Diego Cruz, «Porky».

Fotografía de Ilse Huesca / Cuartoscuro.com

Fotografía de Ilse Huesca / Cuartoscuro.com

Sobre el autor

Victor Peralta nació en Hermosillo y creció entre Nogales, Ímuris, Hermosillo y Zacatecas, donde estudió Derecho y Filosofía. En 2005 entró a la Maestría en Filosofía de la UNAM de la que se está titulando con una tesis sobre la computabilidad de la mente humana y la incompleción de Gödel. Hoy en día se desempeña como docente-investigador en Cancún.

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