En el pié de página más críptico contenido al final de Avengers: Infinity War (Anthony y Joe Russo, 2018), un inefable personaje presenta el arma secreta que usará para enfrentar la invasión extreterrestre que dejó fuera de combate a la mayoría de los superhéroes: Capitana Marvel.
Es así como Capitana Marvel (Anna Boden y Ryan Fleck, 2019) es un ejercicio preparatorio rumbo a la epopéyica Avengers: Endgame (Anthony y Joe Russo, 2019), especie de culminación, de próximo estreno, para más de veinte películas sobre los paladines del universo marvelita.
El resultado es una cinta “de origen” bastante convencional y poco innovadora. Quienes persigan una reinvindicación del femenino, saldrán más decepcionados que aquellos en pos de una función entretenida.
La primera parte de Capitana Marvel, transcurre en un lejano planeta. Vers (Brie Larson), es entrenada por Yon-Rogg, su tutor (Jude Law); hay una batalla galáctica: los krees, nobles guerreros contra los skrulls, terroristas capaces de mimetizarse en cualquier forma de vida que puedan ver.
Vers tiene su memoria dislocada. Por eso, cuando es capturada, su pasado es rebobinado en lo que representa un plagio, que no homenaje, a Top Gun (Tony Scott, 1986), incluyendo la aparición de minina mascota bautizada como Goose, el trágico personaje que provocaría el drama en la famosa película ochentera.
La heroína llegará, casi sin proponérselo, a nuestro planeta en un tiempo pretérito, los noventas. Nick Fury (Samuel L. Jackson) y el agente Coulson (Clark Gregg), rejuvenecidos gracias a un digno trabajo digital, se unirán a la humana visitante y emprenderán el camino hacia el reestablecimiento del órden, tanto en la galaxia como en la identidad de Vers.
Si no actuan con rapidez, nuestro mundo puede verse invadido por seres cambia formas, profundamente mentirosos.
La dirección artística de Capitana Marvel es tímida. Frente a la oportunidad de explorar el mundo de hace ya casi treinta años, se conforma con hilar un soundtrack aceptable – destacan “Come as you are”, de Nirvana, “Only happy when it rains”, de Garbage y “Celebrity Skin”, de Hole -, así como revisitaciones desprovistas de nostalgia: la lentitud de internet, teléfonos públicos y los Blockbuster. Oportunidades desperdiciadas.
La entidad dominante para los krees es Inteligencia Suprema, encarnada para Vers por quién le ayudará a recuperar su memoria, la Dra. Wendy Lawson (Annette Bening); el plato fuerte seguirá siendo mostrar a la mujer empoderada, emancipada y dispuesta a luchar por alcanzar un lugar, ya no en el mundo, sino en el universo.
En esa vertiente, la piloto María Rambeau (Lashana Lynch) merecía una mayor participación.
Capitana Marvel, escrita a seis manos y dirigida a dos, sigue presentando los mismos problemas: un guión que no se esfuerza demasiado en contar una historia recurrente, héroes cuyos problemas éticos – y en este caso, de identidad – no alcanzan para dar mayor profundidad a los personajes y, sobre todo, la sensación de estar ante un espectáculo promocional de otros que, de seguro, vendrán.
Aunque el protagonista que amenaza con robarse toda la película es Goose, el gato. Sorpresiva y muy entretenida mascota.
Los giros que Capitana Marvel presenta sirven para dar pié a comentarios pertinentes sobre los problemas de la migración y la conciencia ante el abuso y las injusticias que esto representa.
La transformación final de Vers/Carol Danvers a Capitana Marvel será en el campo del instinto materno y el patriotismo. El uniforme de la Capitana no será muy diferente al de Superman (Richard Donner, 1978), Capitán América, el primer vengador ( Joe Johnston, 2011) o La Mujer Maravilla (Patty Jenkins, 2017): la bandera norteamericana.
Es posible considerar a Capitana Marvel como una película individual. Al hacerlo, descubrimos sus principales fallas. La heroína amnésica que, conforme va armando su pasado, llega a la evolución completa en un guión convencional y sin mayores pretensiones.
El camino ha sido pavimentado. Ahora solo queda esperar Avengers: Endgame para que todo el desaguisado termine en mejores condiciones.
Qué leer antes o después de la función
El maestro y Margarita, de Mijail Bulgakov. El demonio invade Moscú. Se propone el caos. Incendios y desastres son provocados por el señor de los infiernos que ha llegado con una cohorte de diablos, entre los que destaca el gran gato Popota.
Popota, gato negro, es un felino demoníaco que anda en dos patas y pretende pagar el tranvía o jugar al ajedréz con Voland, su patrón, mientras ambos se preparan para acudir al baile del plenilunio primaveral.
Es una obra no muy popular, sin embargo, solo por entretenerse con la cola del inolvidable Popota, vale la pena su lectura.
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