Treinta millones, ciento trece mil cuatrocientos ochenta y tres votos fueron los que obtuvo Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial de hace casi dos años y medio, una votación que no tiene comparación con otra  en la historia de nuestro país.

Superó a la votación que se le adjudicó a Peña Nieto en 2012, que fue de 19,22,784 votos. Y decimos que se le “adjudicó” porque hubo una manipulación notable de la opinión pública mediante el manejo de encuestas orientadas a darlo como triunfador antes de la votación.

Peña Nieto “obtuvo”, según las cifras oficiales, varios millones de votos más que Felipe Calderón, quien habría “obtenido”, 15,000,284 millones de votos en la elección del 2006, con la que le “ganó” a López Obrador por una diferencia de 0.5% de la votación, a pesar del apoyo que recibió del entonces presidente Fox y de un grupo importante de empresarios.

El supuesto candidato del cambio, Vicente Fox, por su parte, obtuvo una votación no muy diferente a la que obtuvo Calderón, ya que recibió 15,989,636 millones de votos.

No haré un recuento de la votación de todos los candidatos, la que se puede consultar en: https://www.forbes.com.mx/votos-para-amlo-solo-superados-por-el-viejo-pri/

Empero si resulta importante comparar la votación que obtuvo López Obrador con la de Carlos Salinas de Gortari, que ha sido la más baja que ha obtenido un candidato presidencial en los últimos 46 años, ya que fue de 9,641,329 millones.

La supuesta “elección” de Salinas de Gortari fue igualmente cuestionada como la de Felipe Calderón. Han sido las elecciones más puestas en duda, sino es que repudiadas, por fraudulentas, en las últimas décadas.

Los 30 millones de votos de López Obrador le dan una fortaleza política y social (y legal), que ningún otro Presidente de la República ha tenido en los últimos 100 años. De ese tamaño es la envergadura de ese hecho político-electoral, aunque no nos demos cuenta plena de su significado histórico porque lo estamos viviendo  el momento actual no en retrospectiva. 

Desde varios puntos de vista, esa votación marcó un giro en la evolución política de México, abre una nueva era, una nueva etapa, a pesar de los miles de artículos y comentarios que se publican para cuestionar al gobierno y la persona del presidente López Obrador, por parte de muchos de sus opositores organizados en las altas esferas de poder fáctico.

Las campañas negras organizadas en su contra buscan, precisamente, oscurecer y demeritar el triunfo lopezobradorista a los ojos de la población que lo eligió. Se trata de crear la idea de que “el pueblo se equivocó, pero puede arrepentirse de sus errores”.

Sin embargo, no estamos frente un acontecimiento coyuntural, que se borre con propaganda, es estructural, es decir, que modifica profundamente la actuación de un amplio sector de la sociedad que marca un nuevo rumbo al país. En cierto sentido tiene el mismo impacto que una re-evolución—como lo reconoce el propio López Obrador–, pacífica y legal.

Este cambio rompió con la imposición del modelo económico neoliberal, copiado de Margaret Thatcher, que desmanteló lo que podemos llamar el “Estado de bienestar” mexicano, construido por el presidente Lázaro Cárdenas, quien retomó las banderas sociales y económicas de la Constitución de 1917 y las llevó al plano institucional y de programas sociales y económicos por todo el país.

El impulso cardenista lanzó a México a una etapa de desarrollo que perduró hasta el año 2012, cuando Peña Nieto, el PAN, el PRI y el PRD, aprobaron, en particular, el desmantelamiento de PEMEX, que surgió de la expropiación petrolera decretada por Cárdenas en 1938.

¿Hasta dónde llegará el impulso lopezobradorista? O en otras palabras, ¿qué tan prolongado será el efecto de los 30 millones de votos en la historia mexicana?

El acreditado y famoso historiador Fernand Braudel nos da una pista de por dónde puede ir. Nos dice: “Todos nosotros tenemos la sensación, más allá de nuestra propia vida, de una historia de masa cuyo poder y cuyo empuje son, bien es verdad, más fáciles de percibir que sus leyes o duración”. (La historia y las ciencias sociales, Alianza Editorial, 1994)

O como escribiera Carlos Marx, citado por Braudel:  “Los hombres hacen la historia pero ignoran que la hacen”.

Por Héctor Apolinar

Foto de Germán Canseco / Proceso

La historia y las ciencias sociales, fernand braudel by Les Enfants de Herodoto - issuu

Sobre el autor

Nació en Ciudad Obregón, Sonora. Periodista, escritor, exfuncionario público y exactivista. Ha ocupado diversos cargos: Director general de Educación Media Superior y Superior de la Secretaría de Educación y Cultura (Sonora), Coordinador de los campus La Paz y Los Cabos, Baja California, de la Universidad de Tijuana. Excolaborador de Lupa Ciudadana, Letras Libres, VanguardiaInfo.com y Dossier Político.

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